EL CRISTALAZO
Tristes han sido estos días. A nadie le agrada el gris espectáculo de la ineptitud.
Días de malos resultados y peores augurios. La polarización dejó de ser una consecuencia de la pluralidad política, para devenir en estrategia contumaz de parte del gobierno.
Nadie se corrige a sí mismo, sobre todo si lo alimentan la arrogancia y la adulación. Es más fácil persistir y desdeñar o acorralar o denostar y condenar desde el poder.
Duele mirar la incompetencia y, peor aun, el intento cotidiano —mendaz y calumnioso— con el cual el gobierno se exhibe en el amplísimo campo de sus fallas; en el funambulismo de una palabrería desgastada y encubridora. Su desgaste no esta sólo en la vergüenza de Culiacán.
Ninguna evidencia compensa el embate propagandístico del “vamos bien, vamos muy bien”, así cuando los hechos y los signos demuestren lo contrario.
Cuando las cosas resultan mal, cuando los errores se acumulan, cuando los triángulos se quieren presentar como óvalos y son circulares los cuadrados, siempre hay a quien culpar, siempre se halla forma de rescatar la imagen, así sea con engaños, mentiras completas o verdades a medias.
Y lo peor, probar cómo si natura algo niega, la urna no lo presta, como se decía en Salamanca.
En el caso multifactorial de Culiacán (el Galípoli de una IV-T sin Churchill, digan lo que digan), el gobierno ha chapaleado en un pantano de explicaciones contradictorias, parciales, esquivas, cuya desembocadura es la misma: justificamos los errores porque no cometimos más errores, pero persistiremos en la invisible estrategia y las mismas personas con las cuales ya probamos el fracaso. Así haya sido el de una sola tarde frente a enemigos a los cuales el Estado (y hasta ahora tres gobiernos en fila), no han podido someter.
Pero no se reconoce ni la hemorragia de los muertos y los heridos, ni se captura a los reos fugados, ni se explica su evasión, ni tampoco cómo pueden los delincuentes impunes prepararse estratégicamente para sostener una ciudad en vilo.
Ahí nadie se da cuenta de nada y los servicios de inteligencia (es una manera generosa de llamarlos) están dormidos en el profundo sueño de una desorganización crónica y una ineficacia sustentada en la demagogia del ahorro, la austeridad y la tolerancia sin represión legal.
Pero ese grotesco remedo de incursión punitiva ya es cosa del pasado y pronto lo será de la historia, esa maestra de la vida (dice la cita Cicerón en Selecciones), cuyas primeras líneas se construyen —tanto como su sentencia final— en las páginas de los diarios. Ahora nos toca a nosotros.
Si el periodismo es la historia de lo excepcional dentro de lo cotidiano, su acumulación es materia prima para los historiadores, quienes ordenan, clasifican y le dan contexto amplio a los hechos fugaces en los cuales se detiene la prensa. Y uso la prensa como una sinécdoque de los medios, incluidas las “benditas” y ponzoñosas redes sociales, desconocidas por Herodoto.
Y esa historia, escrita siempre por los vencedores termina siendo la versión “oficial”; es decir, la conveniente para justificar las estatuas soñadas y los bronces y el triunfo del epónimo sueño.
Pero la verdad termina siendo siempre otra: no importa cuánto dinero se hayan gastado a lo largo de la historia reciente los presidentes de este país en la edificación de su memoria dorada: todos viven en el repudio final. El desprecio parece ser el destino del poder.
Por eso este gobierno, desde antes de ocupar el Palacio ha hecho de su relación con los medios su herramienta indispensable; no de comunicación, sino de infatigable propaganda personal.
Eso y no otra cosa han sido las conferencias matutinas, puestas ahí como anzuelo para los medios, quienes bobos y aquiescentes embisten a cualquier muleta.
Al comienzo, desde la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, se decía, vamos a revisar el estado de la seguridad pública expuesto con las primeras luces de la mañana. Pero nunca fue así.
La conferencia se usó para incidir en el campo político y adelantarse al horario de la información rebasando fácilmente a un omiso Vicente Fox, rezagado en la primera curva del día.
Las conferencias “mañaneras” fueron una forma eficaz de romper el imaginario “cerco” informativo, condición autocompasiva e inventada como parte de la misma estrategia. Lamentarse en los medios del trato injusto de los medios fue siempre una forma maliciosa de ocupar más espacio. Y lo sigue siendo.
Por eso ahora —desde la conferencia de adoctrinamiento; no de información—, se sataniza a los conservadores, a la prensa fifí, a los neoliberales, a los adversarios y a los periodistas rejegos cuyos caninos muerden la mano liberadora del viejo bozal. Es el mismo rollo de siempre. Ejemplos: Relata Cosío Villegas en su ensayo sobre el gobierno a partir del temperamento y las obsesiones (no tanto el estilo).
“…Como esta vez la crítica le tocaba a él (LEA), personalmente, la respuesta fue más enérgica y más desacertada. Aprovechó el medio “intelectual” que le ofreció una “Confrontación” organizada por la Sociedad Mexicana de Ingenieros para decir:
“…cuando se habla de la inteligencia mexicana, que no se piense en los solitarios de gabinete, en quienes frente a una maquinilla de escribir, y por ganarse un salario, formulan, sin reflexión, cualquier crítica que se traduce, en realidad, por falta de estudio, en denuesto.
“¡Que vengan a ver aquí el uso de las libertades públicas!”
Hoy no hay solitarios de gabinete. Hay una prensa militante en contra del Señor Presidente, de acuerdo con su análisis:
“…Ya estamos informando como nunca se había hecho y dejamos de manifiesto que nos importaba más la vida que nunca, porque jamás se había actuado así, poniendo por delante el interés de las personas…. No fue así el comportamiento, sigue sin ser así el comportamiento de los medios que actúan, no en representación de los ciudadanos, desde luego no todos, no vamos a generalizar, sino que actúan en función de intereses…
“…ya basta de amarillismo, de espectacularidad… eso era cuando las autoridades no tenían —reitero— cuando no había autoridad moral, que eran corruptos, entonces los sentaban en la silla de los acusados. No, ya no, ya no es así…
“…(el Culiacanazo) es un indicador de cómo estuvieron y cómo siguen estando los medios en este asunto y en general.
“¿Por qué es interesante esto?
“…Hacer la reflexión entre todos y analizar lo que está sucediendo. Antes del golpe militar, antes de que se asesinara al presidente Madero y al vicepresidente José María Pino Suárez, se creó un ambiente. Nunca la prensa, después de haber sido una prensa sometida, abyecta, rastrera, durante el porfiriato, al triunfo del movimiento maderista se desatan en contra de Madero, todos, todos, todos, en general, de ahí viene lo de la prensa fifí.
“…¿Saben qué llegó a decir Gustavo Madero?
“Dice( dijo): ‘Le muerden la mano a quien les quitó el bozal…”
Pero esa cita (afortunada o no, según quien la lea), tuvo su culminación en el episodio de la “ruda franqueza” y el respeto a los perros, no a quienes con ellos se comparan, como advertencia del porvenir. Pero antes, citemos, a los infaltables Vicente Fox y José López Portillo:
“..Hemos estado bajo una metralla impresionante de ataques por una sarta de babosadas que no tienen la menor importancia para nuestro país… me han dado una tundiza…”
“…No quiero ni acordarme de los perversos que se regodean del tropiezo y de él hacen fortuna…”
Pero mejor dejemos el pasado en el pasado y gocemos la franca contundencia de quien (Padura), también ama a los perros… pero no a los “reporperros, así se desbarranquen en sus giras”.
Pero cada quien su perro y sus ejemplos.
“…No hace mal el que brote la ruda franqueza, aunque estemos en el altiplano y no en el trópico, hace bien, siempre ayuda, y lo de mi expresión retomando la frase de Gustavo A. Madero, pues no tenía ese propósito, no era igualar a los periodistas con ningún animal, además les tengo hasta respeto a los animales, a los perros, no era ésa la idea…”
La ruda franqueza. Está bien saberlo.