EL CRISTALAZO
Polarizar significa colocar algo en el polo.
O dos cosas en polos opuestos. Uno al norte; al sur el otro. Es antagonismo y diferencia sin conciliación pues no se pueden unir los extremos, aun cuando alguien diga de ellos, se juntan, como si todo fuera la atracción polar de los imanes. A veces las actitudes en los extremos se parecen, pero los motivos del extremismo, casi nunca.
No todo se resuelve con la pintura de la Casa Rosada, síntesis cromática de los Rojos y los Blancos. Para eso hace falta ser argentino.
En México la polarización ha llegado a grados térmicos, cuando el Señor Presidente en referencia al pasado dice cómo le calienta la alusión a imaginarias similitudes, con el pasado, cosa imposible, dice él, pues ya sabemos, este gobierno no es como los anteriores, las cosas llegan a punto de ebullición. Hierve la sangre. En algunas cosas -ciertamente–, este gobierno empeora lo anterior. En otras, dicen, las mejora.
Decida usted cuáles en cada categoría.
Y en esa elección se encuentra la conducta polarizada.
La polarización es, fuera de los aspectos políticos, algo similar a la dualidad. En el mundo prehispánico, por ejemplo todo era dual. Lo mismo en el pensamiento dialéctico. Hay día y hay noche; sol y luna, Ying y Yang; dicen algunos.
Pero dejemos eso y vayamos a los ejemplos horribles. Por ejemplo, el triste espectáculo de la decadente democracia americana –sobre cuyo estado actual Tocqueville no escribiría si no fuera para soltar el llanto–, durante la lectura del informe sobre el estado de la Unión, el martes por la noche en Washington.
Los civilizados vecinos del norte, como se les decía en viejas crónicas periodísticas, han dado un show –en otro sentido–, hasta para opacar la coreografía de las hermosas latinas en el Súper Bowl.
La justificada acritud (y también actitud) de la señora Nancy Pelosi, cabeza de la Cámara de Representantes y la majadería crónica y soberbia de Donald Trump, nos muestra la polarización de manera muy elocuente. Tanto como la promoción del juicio político en contra del Ejecutivo, por parte de los Demócratas.
El patán la deja con la mano extendida y le niega el saludo, y la señora –como furiosa novia –, rompe el discurso del injustificado optimismo trumpiano. En ciertos momentos parecían asuntos del High School.
En México hay otra forma para expresare la polarización. Se le llama apoyo opositor y consiste en pegar de gritos para después plegarse a los dictados presidenciales, con todo y una linda fotografía en los corredores del Palacio Nacional, iluminados por la suave luz de la tranquila mañana. Así lo hicieron los gobernadores del PRI con la puesta en servicio del INSABI y así lo hacen cada y cuando su obsecuencia es requerida, por ejemplo, en el Senado.
Hasta algunos panistas son más firmes.
La verdadera confrontación mexicana está en las conferencias mañaneras (y es jarabe de pico) y en las redes sociales cuya bipolaridad depende de quién alimente los “bots” y quien influya en quien. Los mensajes de Iphone, son capaces de linchamientos de “chairos” o “fifíes” y el trabajo de condotieros y golpeadores de la pluma de uno y otro campo sin nuestra mayor desgracia actual.
CAFÉ OAXAQUEÑO
Oaxaca tiene en todo su territorio gran des extensiones de cafetales. Se cultiva en la Cañada, la zona del Papaloapan, las Sierras Norte y Sur, el Istmo, la Costa y la Mixteca. Este dato es importante para un país con una producción anual de 88 mil toneladas. Y Oaxaca es el productor mayor.
Obviamente por encima de Chiapas y Veracruz.
Por eso es notable el registro de la denominación de origen para el “Café Pluma” en beneficio de los productores de Pluma Hidalgo, quienes aportan 128 mil sacos de 70 kilogramos cada uno, en esfuerzo sostenido cuyo aumento es notable año con año, gracias a mejores técnicas agrícolas.
La certificación a los cafeticultores de la Costa fue entregada por el gobernador Alejandro Murat.
PRETETEXTO
Hoy la violencia añora las mujeres es pretexto violento para cualquier cosa. La UNAM está al borde del caos cuando ser habla de un magno #metoo, pero también ha estado, cíclicamente, a lo largo de su historia, inmersa en conflictos, con una lista enorme de rectores expulsados por angas o mangas.
González Casanova, Chávez, Zubirán, Barnés de Castro y hasta Manuel Gómez Morín, son algunos de quienes sucumbieron al activismo universitario impulsado (o tolerado), desde el gobierno.
Hoy el blanco no es el rector; es la Junta de Gobierno.