EL CRISTALAZO
Si dejamos de lado las sutilezas del siempre hipócrita lenguaje diplomático, sólo queda una circunstancia: las condiciones de inseguridad en este país han llegado a un punto cuya gravedad obliga a los estadunidenses a intervenir de alguna manera. Y lo harán, pues esta situación refuerza todos los argumentos electorales, permanentes y recurrentes, de la campaña de Trump.
La violencia del sur, es nuestra posible inseguridad. Debemos hacer algo, ofrece a su base.
Hasta ahora sólo ha sido con palabras, pero el verbo es el antecedente de la acción. Primero se habla de las cosas por hacer, después se hacen las cosas, sobre todo cuando la violencia les mata a sus mujeres y sus infantes, no importa si tenían o no la doble nacionalidad.
El gobierno estadounidense, dispuesto a llamar terrorista a un tirador solitario en El Paso (seguido en ese empeño por el canciller mexicano, Marcelo Ebrard), no se detiene en esos detalles ahora cuando los asesinatos proditorios y de infinita crueldad, son una mancha más en la de por sí sucia hoja de servicios de nuestras policías corrompidas y nuestro Ejército maniatado.
Hoy las cosas no son como hace cien años, pero vale la pena recordar cuando una invasión militar era posible, como sucedió en 1916. Tomo este texto del Archivo Flores Magón. Está firmado con el seudónimo de Jacinto Barrera.
“…Viene el incidente de Columbus. Las fuerzas americanas invaden México; Carranza no cree oportuno oponerse a la invasión, temeroso de que Wilson se disguste con él y lo abandone a su suerte. Para evitar que el pueblo se encolerice y se levante contra los invasores, ordena a sus periódicos que no digan una sola palabra sobre el asunto; pero el ejército americano avanza, avanza, avanza sin cesar hacia el corazón de México; la gente se alarma y comienzan a circular rumores siniestros; Carranza es presa de pesadillas angustiosas noche por noche; se levanta del lecho y lo primero con que tropiezan sus ojos, es con la mole del Cerro de las Campanas, evocadora de saludables recuerdos para los que traicionan la libertad del pueblo. Entonces cree oportuno oponerse a la invasión y con fecha 12 de este mes envía al secretario de Estado, Lansing, para que se la enseñe a Wilson, una comunicación en la que pide que las fuerzas americanas sean retiradas de México…
“…La comunicación hace el efecto de una bomba en la Casa Blanca. ¡Caramba, nadie se esperaba tal cosa de Carranza! Wilson, se jala las cuatro mechas que adornan su reluciente cuero cuasi-cabelludo; Lansing, patalea; unos opinan porque se conteste con una bravata a la nota de Barbas de Chivo; otros, porque se le haga un “viejo de petate”, pero la cosa es seria ¡qué caramba! ¡Vaya, si es seria! Y todos meditan y meditan y no encuentran cómo salir del paso.
“…El Senador Borah, la boca llena de tabaco, dice entre dientes: “la nota” de Carranza es en extremo insultante.
“Escupe un líquido que tiene particular semejanza con las aguas de un caño”, y prosigue entre dientes a modo de gruñido: “Si yo fuera Wilson, notificaría a Carranza que vamos a tener las tropas en México hasta que se nos hinchen las narices…
“…Lo cierto es que la situación es delicada. Una guerra entre México y los Estados Unidos puede comenzar de un momento a otro, si no se salen del país las fuerzas americanas.
“Las fuerzas americanas tendrán que salir de México, pues su situación es muy difícil. Las fuerzas carrancistas están dispuestas de tal manera, que en un momento dado pueden cortar la línea de comunicación de Pershing en varias partes, aislando por completo al ejército americano…
“…Las fuerzas de Pershing, numeran unos 12,000 soldados. Estas fuerzas están rodeadas en todos sentidos por fuerzas de Carranza de la manera siguiente: general Luis Gutiérrez, ciudad de Chihuahua, con 3, 500 hombres; general Francisco Gómez, noroeste de Chihuahua, con 5,000; general Elías Calles, norte de Sonora, con 12 000; general Luis Herrera, Satevo, con 1,200; general Gabriel Gavira, Ciudad Juárez, con 1,800; general Francisco Bertani, Madera, con 8OO; general Juan Cavazos, Guerrero, con.5, 000; general Rafael Dávila, Casas Grandes, con 1,200. Aparte de estas fuerzas carrancistas, los hermanos Arrieta, en el Norte de Durango, se opondrán a la invasión con 3,000 hombres. Francisco Villa, con unos 2,000 hombres se encuentra también en el Norte de Durango”.
Eso fue hace cien años. Hoy, no sería necesario. Hay otros métodos.
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