EL CRISTALAZO
Los dos soles, Trump y la apariencia
Se le ha llamado Kepler 47.
Es un sistema planetario cuya órbita se mueve alrededor de dos soles. Una de esas estrellas es fulgente y enorme. La otra ha perdido dimensión y brillo, pero las órbitas de sus planetas se siguen trazando en el infinito movimiento estelar.
Este informe de la Unión Astronómica Internacional del año 2012, con sus noticias sobre la lejanísima constelación del Cisne, nos hace pensar en la actual situación de México frente a los Estados Unidos.
En una inusual actividad diplomático política, el gobierno americano, ha enviado a tres “big shots” (con todo el equipamiento necesario de seguridad y logística), a visitar con sus pliegos de instrucción, un país con dos gobiernos: uno ni siquiera declarado aun como tal y en ciernes del inicio de su gestión, y el otro en franca y triste salida, apabullado por un resultado electoral de sorprendente paliza.
Los estadunidenses se han portado increíblemente cordiales en público, pero no sabemos cómo han sido en privado.
El futuro presidente de México, Don Andrés Manuel (como le dicen los empresarios, ya cancelada la mafia del poder) o Juan Trump (como lo llama groseramente, el presidente americano), ha aprovechado la oportunidad y le ha entregado a Mike Pompeo, jefe del Departamento de Estado, una carta para su patrón, la cual quizá haya sido preparada con el auxilio de Marcelo Ebrard y Martha Bárcena.
La misiva en cuestión expone los puntos básicos de las futuras relaciones con Estados Unidos, o al menos, las relaciones en los puntos propuestos por México, lo cual es una elegante forma de perder el tiempo, porque ya sabemos cómo aplican los estadunidenses los principios de la diplomacia: por la fuerza.
Ellos sólo conocen la imposición; no negocian la posición. Y en cuanto a México, peor, porque la historia está teñida con el verdadero trauma de nuestro pasado: la mutilación nacional en una guerra perdida contra ellos.
En enero de 1848, la asamblea municipal de la ocupada ciudad de México, invitó a los jefes militares del ejército invasor a una comida en el Desierto de los Leones.
El “American Star”, periódico pro yanqui, publicaba:
“…Scott, Butler, Smith y otros oficiales, salieron a caballo. Recibidos con música llegaron a las ruinas del convento de los carmelitas donde les esperaba una espléndida comida con todas las delicias del país y los vinos más exquisitos del mundo.
“Siguieron discursos de americanos y mexicanos, destacando el del jefe del ayuntamiento. Los brindis siguieron uno tras otro, manifestando la buena voluntad de ambas partes. El regreso a la ciudad fue al ponerse el sol”.
El sol, el siempre visible sol cuya fuente de vida en el universo es comparable con la cascada próvida del político en turno, en el centro de todo, en la mano poderosa y la palabra infalible.
Hoy el sol mengua en Los Pinos, pero se alza, potente, promisorio y lleno de ideas (una buenas y otras febles y manidas); en la calle Chihuahua de la colonia Roma, en la casa donde Juan Villoro recuerda la historia de un desaparecido teatro infantil.
Hoy los americanos han dejado de lado –por momentos–, la manía de su presidente, para construir un muro fronterizo de dimensiones gigantescas. Ahora prefieren convertir a México, por obligación firmada, en un país seguro, cuyo trabajo sea retener aquí a quienes desde Centroamérica quieran ir allá.
Es decir, el muro, será México.
Una esponja, un filtro, un amortiguador, un buje. Como se le quiera decir al retén, incluyendo la fea expresión de plomeros en la responsabilidad del trabajo sucio; el esquirol al servicio del capataz.
Esa propuesta del tercer país seguro, con diligencia para otorgar asilo a los desesperados de Centroamérica, será en definitiva imposible para este gobierno, excepto si diera un golpe irreversible antes de entregar las llaves de Los Pinos a la señora cuya camioneta grita, se compran colchones, refrigeradores, estufas, pues no quiere Don Andrés vivir en esa mansión del dispendio.
Y Trump, quien a esta hora ya debe haber guardado en su lúdica memoria las suaves colinas de Escocia donde desde la Edad Media se jugaba con palos y pelotas, el plácido e irritante deporte de extrema dificultad llamado golf, quizá ya haya posado los ojos no en el greensino en las propuestas de Andrés Manuel, quien se ha tomado en serio la ocasión, y en cuyo texto preliminar no se habla del amortiguador mexicano.
Según el “Diario de las Américas”, el futuro canciller sintetizó así el texto entregado cuya amplitud será conocida cuando la Casa Blanca acuse recibo.
“…Ebrard dijo que la propuesta entregada a la delegación para que llegue a manos del presidente Trump versa sobre los “cuatro principales campos de la relación México-EEUU”.
“El primero tiene que ver con el comercio y la renegociación entre México, EEUU y Canadá del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
“Ebrard recordó que el equipo de López Obrador, quien asumirá la Presidencia en diciembre, asistirá al grupo mexicano que participa en la renegociaciones del TLCAN (¿no será al revés?).
“El segundo punto de la propuesta explica la perspectiva que desarrollará el Gobierno de López Obrador para “que nadie en México tenga que migrar por pobreza e inseguridad”, así como las “iniciativas de gran calado” que beneficiarán a las zonas más rezagadas del país.
“También se refiere a incluir a los países de Centroamérica -el llamado Triángulo del Norte, Guatemala, Honduras y El Salvador- para emprender un “esfuerzo relevante” de desarrollo (¿recuerdan a Kennedy y su fracasada “Alianza para el Progreso”?).
“Por último, “se establece que podría haber un diálogo en el futuro muy fructífero en materia de seguridad, porque México va a llevar a cabo cambios muy importantes” en esta área, dijo el próximo canciller”.
“Ebrard aseguró que en la conversación no se trató el tema del muro fronterizo y que el equipo de López Obrador dará a conocer más detalles sobre el escrito una vez que Trump lo haya recibido.
“Estamos haciendo una propuesta y esperamos que tenga una respuesta y una gran acogida en Washington”, para definir las “áreas de entendimiento”, aseveró el futuro canciller, quien también destacó que los altos funcionarios estadounidenses mantuvieron una posición “bastante cordial”.
Total, como se dice siempre en el lenguaje diplomático cuando no hay nada claro: conversaciones respetuosas con un propósito constructivo en beneficio del mutuo interés de ambos países, de larga tradición y amistad demostrada, en un ambiente de concordia y cordialidad y blablablá.
Pero la política exterior, con todo y su aparatosa presencia, no ha sido lo único en la agenda anticipada de este gobierno.
Las propuestas o mejor dicho, anuncios, del porvenir burocrático, no podrían ser más desalentadoras para los miles y miles de burócratas confianzudos o de confianza o como se les quiera llamar, ni para quienes destripados de la vida profesional hallaban cobijo y empleo en las oficinas de prensa o comunicación social, las cuales proliferaron como hongos en la lluvia de julio, pues las hay en las secretarías, organismos descentralizados, fracciones parlamentarias, alcaldías, municipios, institutos, escuelas superiores, universidades y en todo sitio donde haya un político o un burócrata con ansias de trascender o un periodista con ánimo de saber negocios y quehaceres, lo cual hace un ejército de operadores de síntesis informativas, redes; monitoreo, peticiones de entrevistas, factura de boletines, emisión de comunicados, manejo de imagen y cuanto usted quiera.
Pero Andrés Manuel, Don Andrés Manuel, quiere centralizarlo todo. Meterlo todo en el puño de su control y sus decisiones y como tiene en el mandato de las urnas, el congreso, las alcaldías casi completas de esta ciudad; la ciudad misma; muchos congresos estatales y hartos gobiernos, pues podrá lograr un mundo real más allá del mejor de sus ensueños: un gobierno total.
“Goverment in full”, diría, Philip Roth.
La pregunta es si un gobierno total se podría (y nótese el condicional de la pregunta) convertir en un gobierno totalitario.
Por lo pronto el gran sol rojo de muchos corazones se alza, y el otro sol, apagado y cenizo, se hunde en el horizonte de una noche muy oscura, muy oscura.