El lunes 27 de noviembre de 1916, a unos simples días de comienzo de las mesas de debate para la conformación y votación de los artículos que compondrán la Carta Magna de México, varios diputados que han llegado con un simple telegrama que los acredita como ganadores de la representatividad de su facción – de cada veinte a sesenta mil habitantes habría un diputado, según el tamaño del estado tomando en cuenta el censo de 1910- ¡No tiene validez su representatividad! Algunos de ellos ya tienen inclusive habitación y ayudantías para estar durante tres meses en esta pequeña ciudad de Querétaro.
Los autores de todo este zafarrancho son por la facción de Tehuantepec el diputado Crisóforo Rivera Cabrera, Lic. Rafael Martínez de Escobar y Manzano que representa a la facción Tabasco quienes están a favor de que un Telegrama tiene validez porque está firmado por el gobierno federal; por la contra parte el diputado Félix Palavicini quien representa al Distrito Federal, Salvador González Torres diputado por Oaxaca, que inclusive llama la atención porque viene con su indumentaria de pueblo originario, diputado Ramón Frausto que representa a Guanajuato y Jorge Emilio Von Versen del estado de Coahuila opinaron lo contrario, ya que la credencial del maderista Carlos Manuel Ezquerro había llegado por telegrama.
¡Fue tal el escándalo que Carranza tuvo que intervenir! Así que los hizo traer a una sala de subcomisiones.
-A ver señores ¿Qué está pasando? A estas alturas no me pueden estar enredado el proceso de las mesas constitucionales, cierto es que las acreditaciones han causado un alboroto ¡Pero debe existir plena satisfacción de ambas partes para determinar! Ya José Múgica y Heriberto Jara fueron escuchados en pleno y atendidos a su posición, pero ahora ¿Qué se supone que debe pasar? – dijo el general Venustiano Carranza en tono conciliatorio.
-Mi general – dijo el tabasqueño Martínez de Escobar- es solo cuestión de trámite, el telegrama que viene de Coahuila trae los escudos carrancistas acreditando las credenciales del diputado Manuel Ezquerro, pero estos señores no dan por crédito y pues traen este mitote de que no sea secretario de la primera sección de la mesa de la primera comisión de la Ley Electoral de credenciales para diputados constituyente ¡Convénzalos de lo contrario!
-Qué dice diputado Von Versen ¿Es solo trámite? O ¿Existe otra idea de fondo? – preguntó Carranza – Mi señor general jefe del ejército ¡No deseamos saltar el trámite! Todos los aquí expuestos fuimos votados y declarados en condiciones de que portamos la credencial que nos acredita por el colegio electoral de nuestro estado ¿Un telegrama es una credencial? – ¿Lo duda señor? Este sistema tiene mi sello del ejército constitucionalista de Coahuila ¿Quién convoca? Lea de favor muy bien – Dijo el general jefe supremo- el diputado Von Versen leyó en voz alta:
“… que en representatividad del pueblo de Coahuila ha salido electo como diputado el C. Carlos Manuel Ezquerro…”
– ¡Pues que se acredite como credencial! A trabajar señores que esto apenas es el comienzo. Se marcharon todos, pero sin dejar a un lado la rencilla expuesta. Una vez despachó Carranza a los liosos hizo llegar al jurídico de la comisión de asuntos quienes le traen una mala noticia.
– ¡Señor presidente- ya varios le hablan así, antes los corregía ¡Se cansó de ello! – Tenemos a una persona que dice ser el dueño del Teatro de la República – ¿Qué dices? ¿El dueño? ¿Qué no es del estado federal? – preguntó asombrado Carranza- ¡No señor general! Dice ser nieto de Don Cayetano Tomás Miguel Cosme Damián Juan Nepomuceno Rubio Álvarez del Condarco – ¡Ese quién es? – Fue el dueño de las Textilerías, del sindicato que varias veces se han reunido con usted ¡Quiere hablar con usted! – ¡Hazlos pasar!
Un apuesto joven de finas y gallardas figuras que se hace acompañar por un sirviente de altura, buena complexión, pero con un detalle que no se puede pasar por desapercibido ¡Es de descendencia africana! Ingresa al despacho del general Venustiano Carranza quien en elegante militar le hace al acomodo y buena costumbre, antes de comenzar hace se sirva café y wiski, así como obliga al acompañante a sentarse al lado de su patrón y se le ofrece el servicio como un invitado especial.
– Así que el Teatro de la República en donde llevo desde febrero ocupándolo con verbenas y serenatas, con ya las mesas instaladas de las diferentes comisiones para nuestra Constitución, lo ocuparemos por más de tres meses, donde yo personalmente había hablado con el coronel Ernesto Perusquía Layseca acerca de usarlo y no me dijo nada de cobro alguno ¡Ahora resulta que tiene dueño! ¿Es esto verdad?
El joven descendiente ni siquiera lo mira a los ojos en el desdén de un rico que se cree dueño de la ciudad, en tono de aceptar lo que le dice saca unos papeles que lleva su asistente, se los muestra, mientras le dice – ¡Soy el nieto de Don Cayetano Rubio! Quien a ciencia de ser honesto, fue quien pagó los insumos y donó el terreno para la construcción de este recinto, solo vengo por mis arreos que me corresponden- el general Carranza es un verdadero conciliador, no solo al involucrar a nivel de toda la república a la construcción del poder legislativo, ejerciendo colegios electorales, trayendo a todos los opositores a la ciudad, detractores y leales ¡Es meter en una olla hirviendo a gatos y perros! Y ponerle la tapa.
Se acomodó sus gafas de manufactura inglesa, leyó con detenimiento los papeles que acreditan la propiedad a la familia de Don Cayetano ¡Sí en efecto como parte de algunos empresarios que juntaron dinero para construirlo ¡Más no para terminarlo! Porque los dineros finales fueron de la Junta de Doña Josefa Vergara, quien como albacea puso al Ayuntamiento de la pequeña ciudad de violáceos atardeceres para efecto de que sus benefactores no perdieran el apoyo, incluyendo casonas y haciendas productivas, una vez terminó, sacó sus conclusiones.
– ¡Mire joven! Que de antemano le felicito por tener los “huevos” de venir a pedir renta de un edificio que no le pertenece ¡No sé si por idiota o valiente! Una delgada línea los divide. Pero soy hombre de paz, a pesar de los valentones coroneles y generales que me soportan y que a la orden ¡Saltarían con gusto encima de sus bienes por la esclavitud en la que tiene a sus trabajadores desde hace décadas! Pero soy, le repito, una persona congruente.
Se acercó a un librero y sacó una libreta de apuntes, de esas de color piel con letras doradas que al frente dicen: “Proyecto de inserción de los artículos concernientes al trabajo, salarios, horas laborales y derecho a huelga que de ahí emanen” y le comentó.
– ¿Sabe usted joven en quienes nos inspiramos para que mi querido diputado Félix Palavicini realizara este esbozo de artículo? Pues nada más y nada menos que en sus fábricas ¡Plagadas de inmundicias y condiciones de trabajo! Esclavizando con un salario que no existe ¡Recodarle mi joven señor que en México desde Miguel Hidalgo está prohibida la explotación de personas con fines de lucro! Así como el cierre de las tiendas de raya ¡Que fue lo que impulsó parte de esta guerra constitucionalista! Debo mencionarle que en parte estamos agradecidos con usted – le sirve una copa de crema de membrillo- por supuesto que no olvidamos las infinitas huelgas por todo el territorio ¡Cananea, Río Blanco por citar algunas! Dígame ¿Está en condiciones de pedirme un abono por el Teatro de la república?
El joven siente ya que no fue buena idea visitar al presidente Carranza, así que nervioso hace por salir del recinto ¡Temiendo inclusive que su vida esté en peligro! Así que ni tardo trató de salir ¡Cuando un piquete de soldados carrancistas le hizo el cierre! – ¡Permítame señor Rubio! Solo deseo que no se confundan las cosas – Nervioso el joven comienza a sudar, su asistente en poco le ayuda cuando ya se ve apuntado por los rifles japoneses que usa el ejército de Don Venustiano- Mire joven deseo que nos haga un favor, en vilo de salir de aquí con algo en sus manos y no regrese con su familia con las manos vacías, le voy a dar el beneficio de la duda- le mostró una invitación y un porta folios con papeles- ¿Qué le parece que nos acompaña a las mesas de debate concernientes al artículo que corresponda? Aún no se en que lugar quedaría por importancia, cómo testigo de los comerciantes que nos acompañan ¿Qué opina?
El joven tal vez no comprende lo que significa la presencia de su familia en estas mesas, solo hace por recibir la invitación ¡Sus nervios le traicionan! Solo vas traspié tras, traspié.
Recinto de la casa de Carranza cercana a las mesas de debate.
Regina no está de más decir que ha sido considerada parte importante del buen arranque de los trabajos constituyentes, sus negociaciones con todos quienes otorguen un servicio a los diputados han sido vigilado, más no decidido por ella, pero sabe que acompañar de manera correcta a Carranza, quien al comenzar ¡Está en todas y cada una de las mesas de debate! Así que el tiempo de Regina está ocupado tan solo en tener lista la comida ¡Que no la hace ella! Pero estar al pendiente de cuando llegue el general a la casa.
¡Comienza a pensar en qué pasar el tiempo!
Los coroneles que no ingresan a las mesas junto con sus batallones rondan toda la ciudad, los caminos aledaños están en cercos por cada una de las entradas de los llamados “Del Real” que confluyen en carretas, traen los víveres para los merenderos y desayunadores ¡Qué decir de las pulquerías y cantinas que han abierto por toda la pequeña ciudad! Es el lugar preferido de los diputados una vez se terminen los trabajos constituyentes ¡El ferrocarril se vigila desde San Juan del Río y Salamanca.
La casona donde habita Regina y Carranza es un lugar excepcional ¡Llena de patios y fuentes! Grandes arcadas se levantan dando el sol a los cuartos; una de las personas de servidumbre nota algo raro en una de las habitaciones ¡Un piquete de soldados del batallón de Jalisco hace guardia! – de aquel gobernador que trajo un pequeño ejército a las faldas del cerro de la Cima- se acerca y de inmediato se le prohíbe el paso – Pero ¿Cómo? – les dice- yo debo entrar a llevar los quehaceres a la señorita Regina – le dieron paso.
¡Sus ojos no pueden más que quedar asombrados! En el tálamo están descansando el coronel del batallón sexto de Jalisco y la señorita Regina ¡Sus ojos no la engañan! Al salir un par de soldados le acompañan, al dar la vuelta en uno de los arcos ¡Cae desmayada por el golpe!
Continuará…