Diseñar una nueva Constitución basada en la del 1857 no es sencillo, las fuerzas conservadoras y liberales aún tiñen el territorio por completo, Estados como Jalisco y Michoacán tunden de liberales, pero con los caciques conservadores se enfrentan en pequeños conflictos armados, dejan desolados pueblos enteros por la inseguridad.
La iglesia católica en México no ha perdido su poder, sostienen por mucho el registro en sus notarias parroquiales, a pesar que desde hace décadas es obligatorio el registro civil para nacimientos, matrimonios y defunciones ¡Las personas por tradición siguen llevando los sacramentos religiosos! Así que en las homilías de sus eucaristías asisten a los parroquianos a no estar de acuerdo con la nueva Constitución. A pesar que el bando de Querétaro cómo Capital de la República advertía que cualquier idea contraria a la disposición era la privación de las garantías ¡Ocurriendo el arresto!
A pesar de todo lo que se tenía que realizar a la llegada de los diputados a esta pequeña ciudad, hospedajes, comidas y esparcimiento los alguaciles y policías de la ciudad debían entrar a las misas para observar qué párroco se atrevía a denostar la Constitución, con la pena del arresto a quien lo hiciera, tanto al cura como a toda la notaría completa.
Para estos menesteres pensó el jefe del Ejército Constitucionalista y asiento del Ejecutivo Venustiano Carranza asignar al licenciado José Alfredo Cañete, un paisano del norte y hermano de uno de los diputados de Puebla Rafael Cañete quien es uno de los mejores abogados de la ciudad de los volcanes; una persona de finísimos arreos, no llama la atención y es un buen orador, así que convertirse en el encargado de asuntos religiosos para la realización del constituyente fue un atino. Una de sus principales actividades era constituir el Estado Laico en las mesas asignadas, redactar los artículos referentes al tema y la parte del tejido fino ¡Asignar una cuadrilla y visitar cada parroquia y templo para que los curas no denostaran con los concurrentes el proyecto! Estar atentos al cualquier levantamiento conservador.
A nivel internacional Carranza con la Constitución tenía que cumplir varias de las promesas hechas al presidente de Estados unidos Thomas Woodrow Wilson, una vez lo reconociera como presidente de México, o en su defecto cómo asiento del despacho, por vía de su embajador en Washington el licenciado Eliseo Arredondo: “ … Cuando la paz se restablezca, convocaré congreso debidamente electo por todos ciudadanos, el cual tendrá carácter de constituyente para elevar a preceptos constitucionales las reformas dictadas durante la lucha” La verdad es que Woodrow Wilson tenía los ojos puestos en Europa ante la gran guerra que se lleva a cabo.
La prensa que Carranza controla, pone enfoque en un nuevo concepto tratando de incidir, que se alienará en la redacción propia del gran documento constituyente, olvidado por la de 1857, no se deberá dejar a un lado el adjetivo nacional por excelencia: “El Pueblo” máximo poder social de lo que tal vez será uno de los mejores documentos jamás escritos.
¡Se hicieron todas las adecuaciones al texto para que sucediera!
Casa de Carranza en el casco histórico de Querétaro, cercano a las salas de trabajo del Constituyente.
Los arrebolados patios de cantera que se nutren de los brillos dorados del pincel sol hacen de la presencia en las habitaciones del general y Regina, quien luce brillantes visiones al reflejo ¡La noche estuvo llena de vaivenes de pasión! Así que aún el macho brioso hace por descansar, Regina es y por mucho, quien ahora controla la casa por completo.
¡Un llamado al tanto de la puerta!
-Señorita Regina ¿Podemos pasar? – le hizo el ama de casa y la ayudantía – ¡Un momento! – se levantó sin hacer tanto ruido y abrió apenas un poco la puerta, con sigilo salió de la recámara para no hacer ruido y separarse un poco de la habitación -Dime ¿Qué ocurre? – Señorita dos capitanes están esperando al general, los he pasado a desayunar como se me ha indicado, pero insisten en que el tema es urgente y habrá que despacharlo – ¡Por favor diles que no se vayan! Qué ahora se atiende – El ama de llaves bajó e hizo lo prudente, la joven entró a la habitación, hizo por los menesteres de limpieza, comenzó a peinar su cabello ¡El general despertó! – ¿Qué ocurre nena? – paternal le indicó, mientras busca su cigarrera para encender el primero del día – ¡Son el capitán Cabrera y Edelmiro Ochoa! Urgen te levantes y atiendas – El general tomó los periódicos del día, el parte de actividades que de madrugada se les deja en la pequeña mesa del descanso, tomó un poco de su coñac para que el cigarro no de sabor amargo, una ves hojeó de manera burda las notas ¡Una lo dejó helado!
“… a pesar de toda la comitiva del general Carranza ¡Un ejército de administradores y responsables de mesas de trabajo! Así como redactores de la carta constitucional ¡Más de la mitad de invitados son prolíficos a sus políticas! Dejando a los conservadores en apenas un puñado, desnivelando por completo la posible carta que nos regirá en los próximos cincuenta años…”
– ¡Ve Regina nada más que pendejada! – mientras ella, aún desnuda resalta el rubor y la fuerza de su piel natural, poco a poco se coloca el vestido, como le gusta al general ¡Verla vestirse por completo! – ¡Vamos no les hagas caso! – dijo ella- ¿Quién tuvo los talantes de reunir a los diputados? Solo tú general ¡Que no vengan que en otro estado o tiempo ¡Mejores hubieran sido los resultados! Anda ponte esta nueva chaqueta que te mandé realizar con el sastre – le acomoda y termina por vestirlo ¡Una vez ambos estuvieron listos! Bajaron al desayunador en donde los capitanes se levantan para el saludo marcial.
– ¡Al orden señor! – En la misma mesa se sentó Regina sin aspavientos de nadie ¡Es ya lo natural! Además, los mandos se han tenido que acostumbrar ¡A fuerza de ley! A que ella participe, e inclusive contradiga órdenes, ponga en razón el mando supremo ¡A Carranza eso le divierte! Inclusive juegan con las palabras para en ocasiones hacer entender que es una orden de ella.
– ¡Les escucho capitanes! – mientras absorbe el café con coñac, que sabe a dulce tono madera – Señor a razón de qué la estación del ferrocarril reporte otra cosa ¡Están llegando los diputados a la ciudad! – Pero ¿Cómo es posible? Apenas es septiembre… ¡Válgame! ¿Qué escusa dan los recién llegados? Regina por favor de inmediato manda ayudantías para que si vienen con sus señoras de favor te pongas en acuerdo con ellas, comenzar la agenda de visitas a hospitales y orfanatorios, así tengan todo lo necesario para sus quehaceres de mujeres.
– ¡Señor- interrumpieron los capitanes – Me temo que la presencia de la señorita Regina en verdad no ayuda a la llegada de los nuevos diputados, con el atrevimiento señor, estos diputados que llegaron tren un ejército de aproximadamente unos cien hombres, se han quedado por el rumbo del cerro de la Cima, uniformados y con bríos de acampar – ¡No lo permitid! Anda vamos ¡El tiempo es valioso para lo determinado! Da la orden de que mis hombres del tercer batallón de fusilamiento se reúnan en la alameda, junta unos cuatrocientos sin mediar ¡Es una orden! ¿Sus hombres están listos capitanes? – ¡Sí señor! – contestaron al unísono ¡Tomaron camino para el cerro!
¡La noticia se regó como chisme de barriada!
Un ejército de elegantes uniformes ha llegado a simples varas del campo de custodias Constitucionalistas ¡No traen cañones! Ni banderas de guerra ¡Pero no deja de ser un amedrentamiento para el jefe supremo del Ejército! Se deberán tomar medidas.
La monta del general Carranza es un ser de fuego y sombra, su negro pelaje reluce como el manto de la noche bajo el sol abrasador de la ciudad, sus ojos, dos abismos profundos y brillantes, reflejan el espíritu indomable de la libertad ¡Cómo su Regina! Que tanto le llena el espíritu ¡Hicieron por el camino de la calle de San Juan Bautista! Hasta llegar al sector de campos de agua de la Alameda que nutren los eucaliptos y araucarias de gran frondosidad. Unos seiscientos hombres a caballo levantaron polvo y se acercaron al ejército que hace por acampar ¡Todos armados y sabedores que cualquier orden que de el general se cumplirá a cabalidad!
¡No hubo tiempo de reaccionar! Carranza de inmediato hizo por avisar al capitán de los visitantes. A lo lejos un hombre a caballo con doscientos hombres más del ejército constitucionalista hace presencia por la pinza de atrás ¡Es el general secretario de guerra y marina Álvaro Obregón!
¡Cercaron al ejército visitante!
El capitán Cabrera al salir del desayuno en la casa de Carranza se hizo de un piquete de soldados y fueron por el diputado para llevarlo al lugar dónde se asentó su ejército, con todos los protocolos de ser representantes de la población, lo llevaron al cerro de la cima.
Mientras llega Carranza a dónde se pretendió alzar un campamento militar no constitucionalista, le viene a la memoria todos los huertistas que, disfrazados de carrancistas se podían colar al constituyente ¡Está presto a ello! Quien verdaderamente le había metido en la cabeza la nueva Constitución a Carranza fue su mano derecha el tabasqueño Félix F. Palavicini quien se habrá escrito por lo menos más del noventa por ciento de los artículos que se van a revisar, en un boceto pre Constitución ¡La dejó solo para ser votada! ¿Quién es el gran detractor de su amigo Palavicini? El joven coterráneo Rafael Martínez de Escobar – ¿Pero por qué? – pensaba Carranza.
– ¿Acaso Roque González Garza? – piensa- ya ha sido presidente de la república después de la convención de Aguascalientes ¡Villista de corazón! Acérrimo enemigo de Carranza, sólo él tiene la capacidad en dinero de traer un ejército de esta magnitud.
– ¡General! – le decían sus capitanes- ¡Señor! Es un ejército enviado por el general gobernador Manuel Macario Diéguez Lara – ¿Pero que chingados dices? -Sorprendido Carranza contestó. Miró fijamente al capitán del ejército tratando de reconocerlo, pero no le es posible, una vez les dio alcance Álvaro Obregón ¡Carranza de inmediato le reclamó! – ¿Qué explicación me das pinche Álvaro? Tus enemistados con Macario me tiene sin cuidado, explícame que chingados hace un ejército que se supone debería de estar al cuidado de la facción de Jalisco.
El general Álvaro Obregón es una pieza fundamental de mantener al ejército constitucionalista unido, cierto es que hay múltiples generales que no son del agrado de la mano derecha de Carranza, como Salvador Alvarado quien tiene la facción constitucionalista de Yucatán y Cándido Aguilar de la facción de Veracruz, ambos ya fueron gobernadores, sostienen a una de las partes del territorio más numeroso, son junto con el general Macario dos terceras partes del ejército carrancista.
El general Obregón sin bajarse del caballo se acercó al pelotón que tiene formación de batalla – ¡A ver tu cabrón! El de grado ¿Dónde naciste? – el soldado al reconocer al general de inmediato contestó: – ¡Puerto de Veracruz general! – Siguió caminando y le preguntó a otro: – ¡Tú cabrón! ¿A quién rindes obediencia? – ¡A mi general Macario Diéguez señor! ¡Viva la Constitución! – gritó entusiasmado – ¡Viva! – gritó todo el batallón – ¿Observa mi señor general Carranza? Son hombres del general Macario, no entiendo la labor de la presencia ¡Deme indicaciones mi general! Habrá que preguntarle.
Carranza y todos sus hombres regresaron, hicieron prisionero al capital del batallón, los hombres recuperaron sus posiciones dentro de la ciudad, molesto Carranza hizo traer al general Manuel Macario Diéguez Lara a su casa despacho, cercana a dónde se llevarán a cabo los debates ¡Es necesaria la explicación! Una mala decisión o tono de presencia militar ¡Y todo se viene abajo!
Al llegar el general, también gobernador de Jalisco de los pocos que asisten al constituyente, hizo el saludo y fue invitado a sentarse.
-Mira Macario – cuidadoso Carranza no quiere prender un polvorín que luego no podrá apagar- unos hombres que dicen estar a tu mando quisieron esta madrugada tomar el cerro de la cima – ¡Consternado la cara del general Macario muestra sorpresa! – ¿Qué pleito pendejo traen tú y Obregón? Mira, cierto es que una Constitución a los generales no les gusta mucho ¡Es ceder el mando a los civiles! Con sus burlas de que es una convención más tribunicia, que por mi madre ¡No tengo manera de prometer presidencias a todos los generales constitucionalistas! Gobernaturas, municipalidades y diputaciones será sencillo ¡Hasta que mueran si quieren! Pero así esta diseñado el documento ¡El pueblo dirigido por civiles! –.
Prosiguió Carranza, ahora ya con su cigarro y coñac, dio un trago y luego una bocanada – estoy tratando de traer de nuevo al redil a Manuel Escudero Verdugo y a Chucho Urueta, inclusive le compré una casa aquí mismo en Querétaro, para que las desavenencias terminen ¡Álvaro Obregón quiere ser presidente! Hazme el favor ¡Semejante animal! Traigo a Manuel Aguirre Berlanga chingue y chingue que la pre redacción de la constitución por Félix F. Palavicini tiene omisiones claras al objetivo concreto ¡Tengo todo en la palma de mi mano! Bueno, hasta mi señora Virginia me ha dejado de chingar con que desea venir a Querétaro – El general Macario se guarda cualquier comentario referente a Regina, le puede costar arresto- ¡Hasta la comida está ya en orden! Tú me sales con la chingadera de traer una escolta para tus diputados ¿Cabrón a causa de qué? – Señor general no he traído a mis hombres aquí ¡Desconozco cualquier arrebato de culpabilidad a mi persona! – ¿Ah si cabrón? – Carranza hizo traer al capitán del ejército que por la madrugada trató de poner un campamento a los pies del cerro de la Cima, una vez saludó a ambos se puso a las órdenes.
– ¿Él fue quién te dio la orden de venir a Querétaro para escoltar a los diputados de Jalisco? – el capitán le miró de reojo – ¡No señor general Carranza él no es quien me dio la orden por escrito! – ambos se sorprendieron – ¿Traes la orden? – ¡Sí señor! – sacó de la bolsa de su chaqueta, se la entregó, Carranza le preguntó: – ¿Ves en este cuadro de mis generales a quién te dio la orden? – le mostró las insignias en un elegante cuadro de su Ejército Constitucionalista- Observando le dijo:
– ¡No le encuentro! – pero observando el capitán otras fotografías en el salón vio una de algunos diputados que están sobre el escritorio, les dijo: – ¡Es él señores! – señalando al diputado del Constituyente representado al Estado de Colima Francisco Ramírez Villareal – ¡Él fue quién me dio la orden de propia mano!
Continuará…