¡Todo es horror y gritos! Los periódicos federalistas dan la noticia de que Pancho Villa ha ingresado a territorio norteamericano de Columbus, en una alocada odisea por recuperar lo perdido en el tratado de Guadalupe Hidalgo el dos de febrero de 1848, toma por sorpresa a los gringos; Zapata en su intento por tomar Cuernavaca y detener al General Pablo González, no logra parar la embestida del ejército del general Venustiano Carranza quien ya hace de valor el lograr encontrar un lugar en dónde disponer para comenzar a firmar una nueva Constitución.
La respuesta de los norteamericanos para el veintiuno de junio de 1916 hizo que bajara un ejército comandado por el General John J. Pershing, saltaron las fronteras y se encaminaron con la intención también de lograr hacerse de nuevo territorio y anexarlo a Estados Unidos, Carranza al saberlo mandó sus tropas y dejar para otra fecha el lograr reunir a un representante de cada estado de la República Mexicana, o a varios, así firmar de una vez y por todas la Constitución que daría paso al orden y paz sostenida -¡La firma de la Constitución será para otra fecha! – él la tenía pactada para el dieciséis de agosto de 1916.
El General Brigadier Félix Uresti Gómez marca el alto al ejército invasor norteamericano próximo a la gran hacienda del Carrizal en Chihuahua, en un diálogo estéril el Capitán Charles T. Boyd con su fracción del décimo regimiento de caballería en tono de burla le hace la seña de que –“¡Mi no entender!”- siguiendo caminando hacia el sur de la hacienda ¡Comenzando la batalla!
¡Ambos cuerpos del ejército arremetieron con todo! Del resultado fallecieron el propio General Brigadier Félix Uresti Gómez y el Capitán Charles T. Boyd. El teniente coronel Rivas Guillén toma el mando del ejército carrancista y en cuestión de horas diseminó y fulminó al ejército norteamericano ¡No quedando soldado sin herida o fallecido en batalla! La masacre fue atroz.
Los pocos norteamericanos que sobrevivieron huyeron hacia el norte, otros más fueron capturados como prisioneros y llevados a su fusilamiento unos días después.
La Cañada Querétaro, primero de agosto de 1916.
El juncal de blancos brillos reflejan la mañana fría, a lo lejos un río pasa descubriendo las parvadas de pajarillos que arremolinan las copas de los verdes árboles frutales de la zona, un fogón hace del aroma del café traído solo para el visitante desde los llanos de Veracruz, los escoltas se escuchan afuera que bromean en voz baja ¡Muy pocos de ellos saben leer! Los que dominan el arte leen las noticias de los panfletos que están por toda la república “¡Carranza vence por conducto de Rivas Guillén a los gringos!” “Cartas del embajador norteamericano exige una disculpa del ejército carrancista” entre otras noticias.
Los gallos suenan a simples pasos y algunos mosquitos hacen su labor molestando a los amantes ¡Carranza tiene una fluidez de bríos como un jovenzuelo! Arremete con fulgor en la pasión, su amante de familia adinerada es más recatada, no experimenta más placer que el que tiene permitido por su familia, las poses nuevas y maneras diferentes de amar ¡Las tiene prohibida por su párroco! En sus conciliaciones sacramentales al confesarle sus andanzas con el general presidente –¡El averno será tu fin! Le decía-.
Al paso de los momentos de pasión la calma llega al juncal, al dejar de escuchar los arrebatos la escolta le toca al portón bien construido de la sencilla casita de jardín.
– ¡Señor! Presidente, tenemos los periódicos listos para su lectura – ¡Que maña de chingar carajo! Estoy en mis labores… ¡Anda pues! ¿Qué chingados dice de importante? – molesto le dijo Carranza – ¡Léalo usted mismo mi señor!
El presidente se levantó aún con el ruego de su amada de no hacerlo, desnudo abrió la puerta y dejando ver sus incautas intimidades no hizo a la moral, recibió los periódicos, al tratar de cerrar la puerta regresó: – ¡Eh ustedes cabrones! ¿Dónde están los partes de Rivas Guillén? ¿Ya llegó aquí? – ¡Acompañan los periódicos los partes del día señor! ¡El teniente coronel Rivas ya está aquí señor! De hecho… – ¡Carranza le dio en sus narices al escolta cerrando la puerta!
Regresó a su tálamo y se acomodó sentado para comenzar a leer las noticias mientras Regina le hace el café con piloncillo como le gusta, a pesar de que su amante es una mujer de alcurnia de las mejores familias queretanas, el canela de su piel y sus ojos miel vuelven loco al presidente, hija de uno de los mejores comerciantes de la ciudad de violáceos atardeceres, la pasión por el comunismo de la chica tiene en ascuas al general, inteligente, leída, instruida y en los dotes del amor ¡Aprende rápido! Le ha dado por mucho una amplia expectativa del pensar de las mujeres como parte de tener no solo una compañía como consorte moderna ¡A la usanza europea! Sino de que al estar lejos de su esposa Virginia Salinas a quien no ve desde hace meses, le acurruca el tálamo a su manera.
Ella se envuelve con las piernas del general, aún sosteniendo el café aromático en sus dos manos, quedando de frente ¡Le hace por que tome de manera cuidada para no quemarle! Una vez prueba, le prende su cigarro de manufactura cubana ¡Los preferidos! Ella le da una bocanada acercando sus labios a los de él, quien gustoso hace por absorber el vaho de la fría mañana, después del sorbo ella le pregunta si todo está bien.
– ¡Ya no aguanto a Genovevo Rivas Guillén con sus incesantes solicitudes de convertirlo en general! Le hace mucha falta el talante, derrotar a los gringos en batalla con mi ejército era cuestión de honor ¡Llevamos en guerra muchos años! Mismos que tendrá que tomar en cuenta para obtener el grado – ella le pregunta sobre su idea de hacer una Constitución, en dónde sería y bajo qué convocatoria.
– ¿De verdad te interesan esas cosas? ¿Tú padre no te dice nada de que no estés en tu casa? – ella solo le hace muecas de que le conteste lo que le preguntó.
– ¡No te voy a dar una cátedra de lo que estoy buscando! Igual y no te interesa tanto, el ejército constitucionalista ha ganado todos los espacios ¡Pancho Villa se ha vuelto loco! Nos está metiendo en problemas graves con los gringos ¡Me está comenzando a causar comezón! Tendré que tratar de conseguir hablar con él o de plano pensionarlo, no sé qué es lo mejor.
– ¡Te quiero hacer una solicitud! – dijo la atrevida Regina. – ¿Ahora pides favores? Eso es muy del capital Anda dime huila ¿Qué chingados quieres? – Sabes mi general, me dice mi padre que un camino más amplio y ancho desde la Cañada hasta los arcos estaría muy bien para el comercio ¡Una sola vía que ya no sea sendero! Donde pasen las carrozas y los buenos modos ¿A cuánto te tardarías en hacerlo?
Carranza se levantó, tomó el aljibe, se lavó y comenzó a vestirse sin decir palabra alguna – ¡Dime no seas así! Conozco tu rostro, sé que no estás pensando en la petición ¡Esa la tengo segura! ¿Qué pasa por tu mente? – Regina le insistía. El presidente iba colocándose su uniforme, al final las botas y su pistola, se puso los estoperoles, medallas, caminó hacia la puerta, ella al saber que no lo vería hasta la noche lo alcanzó ¡Se abrazaron! Sin dejar de tomarle de las nalgas el presidente le dijo:
– ¡Un camino más amplio podría también permitir que mi ejército completo ingresara a la capital de Querétaro! Esta ciudad de aquí cerquita donde se terminan los arcos ¿Crees que podría darles albergue a los diputados? Según el censo lo que vamos a convocar, si me asiste la razón, será la creación de un constituyente en donde cada setenta mil personas escojan a un representante, con ellos armaríamos la representación.
¡Dándole una nalgada la dejó!
Tomó camino hacia los establos en dónde ya le tenían preparada su monta, le acompañan su escolta y el teniente Genovevo Rivas ¡Toman rumbo hacia la vereda que une a la Cañada con el pueblo religioso que rodea la fábrica de El Hércules! Donde tiene deudas pendientes con los hijos de Don Cayetano Rubio, aquel explotador de trabajadores para su textilería. Hicieron al camino mientras recibe los partes de todas las acciones que el gran ejercito constitucionalista lleva a cabo, desde las sencillas hasta las más elaboradas.
– ¡Mira Genovevo! Esta vereda se puede ensanchar desde aquí hasta aquellas rocas -mientras señala hacia el este- ¿Qué serán? Unas veinte varas más o menos, el problema es el cerro rocoso ¡Es caliza pura! Nos llevará años ensancharlo – ¡No mi general! – dijo Genovevo – Si ponemos a los hombres a talar los árboles de este lado contrario en unas seis semanas tendríamos espacio suficiente para el paso del ejército – siguen en sus caballos cuando les llama la atención un gran canal de ancha profundidad, de medida de un buey, con agua que va a con fuerza suficiente para arrastrar un animal – ¿Qué es esto señores? – pregunta Carranza a sus hombres.
– ¡La gente dice que es el gran canal que alimenta a toda la ciudad señor! Es la forma en que se mantiene con vida, si usted la corta al ensanchar el camino dejará a toda la población sin agua – ¿Desde dónde viene? – Le señalan con la mano hacia unos manantiales que tras la arboleda se miran ¡Hacen por llegar al lugar! En el camino hacia los borbotones que alimentan el canal da la orden de que vayan por Regina y la traigan al manto acuífero.
En tiempo exacto coinciden Carranza y su amante.
– ¿Qué chingados es esto Nena? Sale agua por todos lados ¡Es inacabable! – le pregunta en tono paternal – ¡Es el manantial principal! Es la atarjea de cal y canto, brota tanta agua que se debe de llenar varias albercas previas a la gran arcada, de no hacerlo los arcos reventarían de tanta fuerza, el llenado de la pila principal se sostiene en lo que llaman el Convento de la Cruz, pero no hay pila suficiente para distribuir ¡Un mal cálculo del síndico de aguas y rompe el sistema! – hábil le contesta la joven.
– ¡Desnúdate y métete a la fosa! Dinos que tan profunda es- la joven se quitó sus ropas y se metió ¡Hábil nadadora conoce la pileta! – ¡No toco el suelo! – les gritó – Escucha bien Regina, vamos a ensanchar la vereda, tengo solo unos cuantos meses para hacerlo ¡Reúne a tu gente de la Cañada! Ellos harán el trabajo, de costas se encarga el alguacil de mi ejército ¡Ve con él! Que se pague a cada trabajador una vez se mida su labor ¡Nos vemos por la noche! – ella emocionada sale pronto a cumplir la orden, sabe muy bien que si para la noche no hay ya las personas que harán el trabajo seguro el presidente no la hará ¡Es momento de informárselo a su padre!
Al seguir la vereda el teniente coronel Genovevo le hace algunos reportes, al terminar se le ocurre levantarle una cuestión: – ¡Veo mi general que la señorita Regina es de su total agrado! Hermosa mujer que resume la belleza de estas tierras, dígame señor ¿Veremos a la señorita queretana en los quehaceres de ciudad si es que considera llevar a cabo su orden aquí? Seguro habrá tertulias, cenas y bailes en lo que duren los debates constitucionalistas ¿Será su dama de compañía? – insinuó Rivas Guillén le espoleó el tema.
– ¿Sabes mi teniente coronel cuántas personas han tocado ese tema con tu servidor? – ¡No mi general lo desconozco! – le contestó Genovevo tratando de obtener una señal – ¿Te has preguntado por qué? – ¡No señor! Perdonar mi atrevimiento – Mira coronel, las batallas están hechas de momentos, las guerras se ganan con estrategias, varias de ellas te llevan a un resultado, si lográramos juntar las estrategias con los momentos obtendríamos una brutal victoria ¡Tan sublime que no quedaría enemigo alguno a quien enfrentar! Tendríamos el poder absoluto – ¡No comprendo mi señor! – le contesta.
-Mira Genovevo, mi momento es ahora, la estrategia que tengo es juntar tres grandes propósitos para esta nueva Constitución que deseo llevar a cabo, en primer lugar ¡Solo voy a invitar a representantes fieles a mi causa!, segunda ¡Quiero una constitución que me de poderes como ejecutivo! Otorgar poder a todos los servidores públicos para que nosotros tengamos el poder económico, no los comerciantes y en tercera ¡El poder lo voy a repartir a mis generales y tenientes coroneles! No voy a permitir intromisiones moralistas o fundamentalistas del clero o de otra partida fuera católica o de régimen ¿Comprendes? Tu visión moralista de mi relación con la joven Regina te aleja de lograr estar bajo la nueva Constitución, que también deseo aprovechar esta oportunidad para escuchar por medio de mesas de debate ¡La opinión de Obreros, Campesinos y Maestros! A quienes considero estamos muy alejados de sus realidades.
Al paso del fin de la vereda llegaron a la fábrica de la textilería El Hércules, tomando hacia el interior de inmediato un grupo de hombres a caballo les toparon el paso.
– ¿A dónde van señores? – los escoltas de Carranza sin mediar palabra dispararon sus armas de confección japonesa hacia quien les había ordenado ¡Desmontó prácticamente muerto! Los demás al tratar de reaccionar ya tenían bajo las miras de los rifles de los soldados carrancistas ¡Solo alzaron los brazos! El presidente habló:
– ¡Diles a tus patrones dueños de la textilería que deseamos hablar con ellos! – asustados los hombres por los uniformes solo hicieron por preguntar: – ¿A quiénes anunciamos?
– ¡Al presidente de México! Venustiano Carranza y su ejército constitucionalista.
Continuará…