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Querétaro merece un futuro en el que sus habitantes no teman a la próxima tormenta o sequía

Reforestando conciencias

por Katia Reséndiz Jaime
21 agosto, 2023
en Editoriales
Día Mundial del Medio Ambiente
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Durante todo el 2022 y lo que va del 2023, hemos sido testigos de una avalancha de malas noticias relacionadas con la crisis hídrica en nuestro país. Estados como Nuevo León, Estado de México, Durango, Chihuahua, Coahuila, Zacatecas, San Luis Potosí, Aguascalientes y Guanajuato han ocupado los titulares de los periódicos debido a la grave escasez de agua causada por una desoladora sequía. Lamentablemente, Querétaro no puede ser excluido de esta problemática. En el tablero nacional, ocupa el preocupante sexto lugar entre los 32 estados de la República en términos de estrés hídrico. Esta crisis del agua no ha respetado fronteras geográficas y en nuestro propio estado, durante este año, hemos enfrentado fenómenos meteorológicos sin precedentes, como olas de calor y sequías que han afectado a casi el 97% de nuestro territorio.

Sin embargo, resulta crucial reconocer que esta crisis hídrica no es únicamente obra del azar. La actividad humana desempeña un papel fundamental en el incremento de esta problemática. El cambio climático, impulsado por la emisión descontrolada de gases de efecto invernadero, ha desencadenado patrones climáticos cada vez más extremos, agravando la sequía y la escasez de agua en muchas regiones. Además, la falta de preparación y planificación adecuada para enfrentar estos desafíos ha dejado a muchas comunidades en un estado de vulnerabilidad alarmante.

Las consecuencias de los fenómenos hidrometeorológicos recaen de manera desproporcionada sobre las comunidades en mayor situación de pobreza. Son los más vulnerables quienes enfrentan las mayores dificultades para acceder a agua limpia y suficiente, lo que agrava aún más su ya precaria situación. La brecha socioeconómica se amplía a medida que estas poblaciones carecen de los recursos necesarios para adaptarse y mitigar los impactos negativos del cambio climático. En un cruel giro de los acontecimientos, los riesgos ambientales profundizan las desigualdades existentes, marginando aún más a aquellos que ya están en situación de desventaja.

Es innegable que no podemos evitar ni modificar los fenómenos hidrometeorológicos, pero sí podemos atenuar sus efectos mediante acciones de adaptación. La vulnerabilidad, definida como la probabilidad de que una comunidad expuesta a un fenómeno natural sufra daños humanos y materiales, está directamente relacionada con el nivel de desarrollo de estrategias de adaptación a la variabilidad climática. La vulnerabilidad se encuentra intrínsecamente vinculada con la fragilidad de factores como la infraestructura de vivienda, las actividades productivas, la organización social, los sistemas de alerta y el desarrollo político-institucional, entre otros. Esto resalta la urgente necesidad de implementar políticas públicas preventivas en estos escenarios.

En términos económicos, es esencial entender que el costo de no prevenir y no tomar medidas adecuadas ante estos fenómenos hidrometeorológicos supera por creces al de la prevención planificada. Cada peso invertido en la reducción del riesgo de desastres puede generar un ahorro de hasta siete veces por lo que implicaría en costos de recuperación. Estrategias como la creación de sistemas de alerta temprana, diagnósticos socioeconómicos y ambientales actualizados, la mejora de la infraestructura de retención y distribución del agua, y la gestión integrada de cuencas, pueden ser eficaces para prevenir y mitigar los efectos de los fenómenos hidrometeorológicos.

Querétaro merece un futuro en el que sus habitantes no teman a la próxima tormenta o sequía. Es nuestro deber asumir el control y trabajar para construir un estado resiliente y preparado frente a los desafíos hidrometeorológicos que se presenten. En nuestras manos está la posibilidad de transformar la adversidad en oportunidad. Querétaro puede convertirse en un faro de resiliencia y ejemplo a seguir en la lucha contra la crisis del agua y los embates del clima. El camino es claro, la inversión en prevención y adaptación es el puente que nos llevará hacia un futuro donde la incertidumbre climática ya no amenace la seguridad y el bienestar de nuestra comunidad.

Etiquetas: aguaCLIMAlluviassequíatormenta

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