Andres Garrido del Toral
Los queretanos no nos arrugamos y hemos dado muestra de calidad en dos eventos nacionales recientemente llevados a cabo: El Coloquio Nacional del Seminario de Cultura Mexicana y la Feria Internacional del Libro en el Palacio de Minería.
En el primer evento, en el que me tocó participar a mí también con la vida cotidiana de Querétaro en 1916-1917, se lucieron con ponencias bien estructuradas y no leídas, amenas y elocuentes, la doctora Luz Amelia Armas Briz, el maestro Valentín García Márquez, el maestro Rogelio Flores Pantoja, el doctor Marco Antonio Sánchez y el dottore Edgardo Moreno Pérez, científicos serios que cumplieron a carta cabal. El evento pudo haberse llevado a cabo en Santiago de Querétaro –y eso lo reclamaron muchos asistentes-, pero la muerte de Rafael de Teresa y el congestionamiento que sufrió Querétaro por tantos eventos nacionales hicieron que fuera más práctico y económico el celebrar el encuentro en la CDMX. La presidente de la Corresponsalía Querétaro no pudo asistir, la inteligente historiadora Patricia Luna Sánchez, pero la presidente nacional, Silvia Molina, nos atendió dignamente y recibimos felicitaciones por nuestras intervenciones. No fuimos a repetir lo de siempre, que conste.
El otro evento, el de la FILPM, fue un gran esfuerzo por parte de artistas, literatos y creadores que coordinados por la bella y diligente Paulina Aguado Romero, secretaria de Cultura local, llevaron dignamente el nombre de nuestra entidad en un marco digno y competitivo frente a los gigantes nacionales e internacionales de la cultura.
LAS SIRENAS DE TILACO: He mandado al Encuentro Nacional de Cronistas de las Ciudades Patrimonio de la Humanidad en Puebla de los Ángeles los días 23 y 24 de marzo, un trabajo exponiendo la tesis de que hace falta una Ley General de la Crónica Nacional. Existen en el país cronistas de ciudades, municipios y hasta de los estados, pero no encontramos la figura del Cronista de la Nación y mucho menos un Consejo Nacional de la Crónica, a pesar de contar con figuras nacionales que bien pueden desempeñar esta importante función de manera oficial; y digo oficial porque de manera informal esa noble actividad ha sido desarrollada por importantes personajes de nuestro México, ya sean de la Capital de la República o del interior.
Pero también encuentro que ninguna entidad federada de las 32 que existen cuenta con una Ley de la Crónica, siendo Puebla el estado más cercano a ese ideal con un Reglamento hecho por el Poder Ejecutivo del Estado en cita. Existen sí referencias a los cronistas municipales y de las ciudades en leyes municipales, hechas por las legislaturas de los estados, pero en un marco jurídico insuficiente que da lugar a actos de injusticia como el deponer injustificadamente de sus cargos a cronistas con reconocidos merecimientos, nombrar en su lugar a gente que nada o poco sabe del tema, dar pocos elementos materiales a los cronistas para desempeñar sus labores o simplemente ser ignorados en la administración pública.
Se dan casos en que los cronistas se reeligen indefinidamente sin hacer méritos en el día a día y que no dan espacios a nuevas generaciones de jóvenes cronistas que inyecten sangre y bríos a esta apasionante actividad.
Una Ley General de la Crónica Nacional expedida por el Congreso de la Unión daría lugar a que obligadamente las legislaturas locales, incluyendo la de la Ciudad de México, elaboren y pongan en vigencia las correspondientes leyes de la materia y los gobernadores y Jefe de Gobierno las reglamenten. Así mismo, los ayuntamientos expedirían los reglamentos municipales respectivos.
LA CASA DE LOS PERROS: En un acto audaz y valiente, Braulio Guerra Urbiola se subió –no solamente al muro divisorio con los Estados Unidos-sino al escenario internacional al soltar una serie de propuestas bien pensadas que reformen nuestra relación frente al imbécil de Donald Trump. A través de memes y otros instrumentos de redes sociales se ha aplaudido o criticado al original legislador queretano que demostró no solamente condición física envidiable sino que le escurre agua en la azotea. Pero no vamos a desperdiciar el talento y fortaleza corporal de Braulio, raudos y veloces los queretanos de a pie, es decir, la perrada, le pedimos a Guerra Urbiola que nos trajera cosas del otro Laredo aprovechando que sabe cruzar el muro.
Este armero y placero bien perjumado le pidió un galón de Bleu de Channel; Erick Salas un muro a escala para hacerse de más postes eléctricos públicos; Juan Marcos Granados un instructor de la West Point para sus huestes policiales; el Rector Gilberto Herrera Ruiz las escrituras de la Universidad de Arkansas y sus terrenos; Alejandro Oscoy unas conejitas de Play Boy en cueros; el diligente y eficiente Hugo Burgos un plano de la ruta de Junípero Serra por la Alta California; los priístas una póliza de seguros para el desempleo; los panistas le pidieron los estatutos del Partido Republicano; los del Yunque un manual del Ku Kux Klan; el Instituto Queretano del Transporte soluciones mágicas para el transporte público; Celia Maya un metro como el de Nueva York; el dentista secretario de Salud un curso de Medicina pública en Houston; los periodistas de Querétaro una réplica gigante de la Estatua de la Libertad para montarla en Plaza de Armas; los cetemistas la biografía de Samuel Gompers y José Luis Aguilera la vida de Hoffa y un título de Harvard porque el que tiene lo ha de haber obtenido en la Universidad de Santo Domingo, Ciudad de México. También le pidieron a Braulio los magistrados y magistradas del Tribunal Superior de Justicia togas y birretes de la Corte Americana, jurados populares y una silla eléctrica de Texas; los diputados locales un estudio de cómo crear senados estatales como es el caso de ocho estados de la Unión Americana, para saltar de una cámara a otra como chapulines; Juan José Ruiz le pidió un manual de Ciencia Política y de marketing político; López Dóriga, Peña Nieto y Andrés Garrido un curso de pronunciación del Inglés; Antonio Murúa una tonelada de hamburguesas; Alejandro Echeverría una plática con el Fiscal de Nueva York; la Facultad de Derecho profesores de juicios orales; Yeyo Olvera Montaño una solterona de Orange, California, de cuarenta años de edad; los ociosos y golfas de casino una maqueta de Las Vegas (con las nagas incluidas), el sacerdote de El Calvarito los planos de la catedral de San Patricio para hacer una igualita en su templo; las juanitas municipales las memorias de la señora Michelle Obama para ver si aprenden; la Facultad de Bellas Artes una marquesina de la Quinta Avenida; Radio U.A.Q. una antena chingona como la de la C.B.S.; Radio y Televisión Querétaro equipo técnico como el de CNN; los sufridos queretanos le solicitaron a Braulio trailers modernos y sin doble cabina, además de millones de toneladas de carpeta asfáltica de concreto hidráulico para colocarla en la carretera de la muerte MEX-QRO; los usuarios del INDEREQ una fosa de clavados de ocho metros de profundidad; Hiram Rubio García y Polo Casillas unos galones de Bourbon; y los habitantes de Carrillo Puerto playas con arena de Miami.
América Vizcaíno y sus ambientalistas la Gran Manzana de New York; el delegado del Centro Histórico de Querétaro la tecnología e infraestructura del Río San Antonio; Jesús Llamas una motocicleta de vago de Chicago; los habitantes de Peñamiller un sistema de riego por aspersión; los de San Joaquín unas trokas no tan jodidas; los vecinos de Cadereyta el geiser de Yellowstone; el club de los moleros un búfalo; Juan Antonio Isla Estrada la biblioteca de El Capitolio; Roberto Rivera Domínguez “Flinn”, una cajota de chocolates con trufas; Los Gallos Blancos le pidieron los eggs de Los Patriotas; y los estudiantes del ITESMUQ una efigie tamaño natural de Mónica Lewinsky.
EL RINCÓN DE ANDRÉS:
Le gustaba en el verano
alejarse de su casa
y subir a la montaña,
ver llegar a la mañana
el cantar de las cascadas
y el arrullo de las cañas,
ver crecer a los trigales,
su rio lleno de agua.
Y cantar por las veredas
su libertad y esperanza,
y enamorar a una Estrella
entre la noche y el alba,
los inviernos los pasaba
al calor de una cabaña.
Y se sentía poeta
entre todos los poetas,
conquistador de cariños,
de profesión Peregrino,
por compañero el destino
y amigo de sus amigos,
amante al llegar la noche
de la estrella y del rocío.
Era de vida bohemia,
de corazón repartido,
era su alma la lluvia
que regaba los caminos.
Autor Julio Iglesias