COLUMNA TABLERO
Querétaro con el guía religioso adecuado
- Faustino, un obispo con olor a oveja
- Cuando la radio tocaba música sacra
- Las trampas de la fe o salvar el alma
- Muerte o cárcel a delincuentes: FDS
Pastores.
Tres obispos han dirigido nuestra Diócesis en casi 60 años con sus estilos tan distintos pero al final de cuentas en sintonía con los tiempos de Roma y de Querétaro: Alfonso Toriz Cobián (+), Mario de Gasperín y Faustino Armendáriz. Este columnista ha tenido la oportunidad de entrevistarlos, comenzando con Toriz -1958/89- el séptimo de la historia, que enfrentó cambios importantes en el quehacer religioso y la separación de muchos sacerdotes.
De carácter afable, en el Querétaro de una iglesia, un partido, una universidad y un periódico, entendió las nuevas opciones y convivió con ellas.
Así, recibía a los reporteros de Noticias, que en sus cabezas de primera plana lo nombraba ya no como el señor obispo, sino como Toriz y al gobernador, Juventino simplemente.
Todavía recuerdo aquella entrevista publicada el 24 de febrero 1980, en la que le preguntamos sobre sus gustos deportivos y se declaró (jalisciense al fin) partidario de las Chivas y hasta de la fiesta brava. A algún compañero, profundamente religioso, le disgustó la impertinencia.
No hay preguntas indiscretas, pensé, sino respuestas indiscretas.
En lo de fondo, don Alfonso gobernó la diócesis en el más amplio sentido de la palabra. Sin concesiones. Y la dejó hasta que la salud se le melló y fue internado en el Sanatorio del Sagrado Corazón.
Ahí recibió al veracruzano Mario de Gasperín Gasperín, su relevo, que de rodillas le pidió le diera la bendición antes de acudir a la polémica misa de su ungimiento, el 5 de mayo en el Estadio Corregidora, por la que el extinto Partido Popular Socialista exigió juicio político en contra del gobernador Mariano Palacios Alcocer.
Fue don Mario un obispo participativo en las cosas del César. Tanto que hasta lanzó una carta pastoral diciendo cómo debería votar un católico. Cuidadoso, se ufanaba de patrullar permanentemente su diócesis, cuidando de las almas.
No aceptaba –y hasta la fecha- fotografías inoportunas, como la otra mañana que lo encontramos en nuestra Plaza de Armas, en guayabera. Debería ser captado con la vestimenta apropiada y la actitud correcta.
Abierto hacia los medios, el octavo pastor de la Diócesis aceptó bendecir en 2007, hace casi diez años, las nuevas instalaciones del diario más antiguo de Querétaro, en la Avenida Constituyentes, entonces bajo nuestra dirección, acompañado del inolvidable padre José Morales Flores, el entonces vocero Saúl Ragoitia y el periodista Jaime Septién.
Por edad y conforme al derecho canónico, don Mario se retiró en 2011, siendo relevado por Faustino Armendáriz Jiménez, un norteño –de Magdalena de Kino, Sonora, la tierra de Colosio- nombrado por Benedicto XVI, pero más cercano al estilo del Papa Francisco. Como él huele a oveja.
Desde su llegada comenzó a caminar y ha encabezado, como ninguno, la centenaria romería al Tepeyac, desde la Sierra Gorda.
Memorioso.
Recibió a PLAZA DE ARMAS, El Periódico de Querétaro, en el Obispado de Tamaulipas, en Matamoros, semanas antes de asumir. Siempre recuerda en nuestros encuentros la primera entrevista realizada por El Armero Sergio Arturo Venegas Ramírez y Teresita de Jesús Moreno.
A su antecesor, De Gasperín, le tocaron la primera y la segunda alternancia gubernamental. A él, nuestro noveno obispo, la tercera transición del PRI al PAN. Dialoga con representantes de todas las corrientes políticas y está al tanto de sus dichos y hechos.
Faustino es un pastor moderno. Predica no solamente en los templos sino también en las redes sociales y vive y comparte su fe con todos, con los poderosos y los débiles, como el jueves santo del año pasado, en el penal de San José El Alto, al lavarle los pies a 12 internos a los que llamó a perdonar a sus jueces.
Mucho ha cambiado Querétaro en las seis décadas de los últimos tres obispos. De la iglesia única, el partido único, la universidad única y el periódico único, pasamos a la pluralidad y a la diversidad en todos los sentidos y siempre con el guía religioso adecuado.
Gracias a Dios.
-ALFONSO TORIZ COBIÁN-
Para el libro.
Aquella entrevista con Alfonso Toriz Cobián, el séptimo obispo de Querétaro, publicada el 24 de febrero de 1980 en el periódico Noticias, parece de hoy. Rescato un párrafo:
“En estas horas ensombrecidas por el fantasma de la guerra, estamos como niños, durmiendo sobre un barril de pólvora y con la certeza de que basta un poco de irresponsabilidad de una de las potencias para que todo pueda acabar”.
Qué horror.
-BLANCAS Y NEGRAS-
Otro Querétaro.
Sí, comentaba con El Armero, que todavía en los años 70 sólo se escuchaba música sacra o instrumental suave en la radio local y el ave maría al unirse las manecillas del reloj dividiendo al día.
Algo queda de aquello cuando hasta en los mercados y en tiendas como Lady Gafa y Clonópolis privilegian por estas fechas la exhibición y venta de películas religiosas, mexicanas y extranjeras, junto con la extraordinaria Coco, sobre las tradiciones de muertos. Primero la fe.
Y es que todavía hay testigos de cuando las agrupaciones civiles cercanas a la Iglesia protestaban por la programación de cintas como Lolita, de Stanley Kubrick, y desalentaban la entrada de los queretanos a las salas de la calle 16 de septiembre.
O, contrario sensu, cuando aquél delegado de la Secretaría de Educación Pública le pidió al profesor Eduardo Loarca Castillo (que hoy es colonia brava) que programara villancicos laicos en los carros bíblicos y él cronista de Querétaro lo mandó a freír espárragos.
Por no hablar de los primeros enfrentamientos entre los católicos y los miembros de la llamada Iglesia de Querétaro, cuando presuntamente se destruyeron imágenes religiosas y se echaron vidrios al paso de la Procesión del Silencio.
Y más atrás el cierre de templos, reabiertos en los años 30 por el gobernador Ramón Rodríguez Familiar o el primer muerto de la cristiada, que era queretano, según el ex embajador de México ante la Santa Sede, Mariano Palacios Alcocer.
¡Ah! Sin olvidar a la queretanísima Concepción de la Llata, la Madre Conchita, involucrada en el magnicidio de Álvaro Obregón. Este reportero hizo un extenso trabajo publicado por El Universal en 1982, con la orientación del muy querido historiador Manuel M. de la Llata, su primo.
Del Querétaro del siglo XX en el que “un ambiente cargado de silencios nublaba la fisonomía otrora risueña de la ciudad” al llegar el Viernes Santo y retornaba el Sábado de Gloria a la alegría mundana, escribió Luis Vega y Monroy.
Esa ciudad levítica, que llegó a ser la tercera del reino, la de los queretanos-queretanos como el ex delegado del INAH Manuel Naredo veían y ven la hora en el reloj de San Francisco, como hoy nuestros hijos y aún nosotros en los celulares y tabletas.
Mucho ha cambiado Querétaro cuando en pleno Domingo de Ramos, hace un año, agredieron a tubazos al líder de los comerciantes de la Avenida Ezequiel Montes, don Arturo Rueda.
Ese es el Querétaro real.
-LA FRASE DE LA SEMANA-
Contundente.
Muerte o cárcel para los que vengan a delinquir a Querétaro: Francisco Domínguez Servién, gobernador de Querétaro, luego de la ejecución de tres personas en la exclusiva plaza comercial Antea.
Mídanle.
-EL HISTORIETARIO-
Las trampas de la fe.
Rodrigo Guerra López, experto en temas de teología era coordinador de asesores y secretario privado del entonces gobernador Ignacio Loyola Vera (1997-2003), cuando se elaboraban reformas a la ley de educación estatal que habrían llegado a los oídos del obispo de Querétaro, Mario de Gasperín Gasperín.
¿Has visto recientemente a don Mario? Preguntó el primer mandatario panista al doctor Guerra.
-Sí, la semana pasada.
¿Y qué no debería yo saberlo?
-No, señor. Lo veo porque es mi confesor.
Pues confiésale tus pecado, cabrón. No los míos.
De este interesante diálogo tuvimos noticia gracias a un amigo común que también contó el segundo episodio.
El doctor Rodrigo Guerra, sumamente confundido por la reclamación del gobernante buscó el consejo de uno de los santones del Partido Acción Nacional: Carlos Castillo Peraza, a quien contó su pena.
-A ver, muchacho. ¿Cuál es tu meta en la vida?
-¡Salvar mi alma!
-Entonces dedícate a otra cosa. A la política uno viene a salvar ¡el pellejo!
Genial.
-JUGADA FINAL-
Ley del revólver.
A la fiscalía general del Estado que no entiende que todos somos mexicanos y desea tratar a la victimas no oriundas de Querétaro como a los fuereños de las películas del Viejo Oeste, un guanajuatense y michoacano ¡Jaque Mate!