El sábado veintisiete de enero de 1917 en la sexagésima quinta sesión ordinaria del constituyente se llevó a cabo la discusión del asunto religioso, sabía muy bien el general Venustiano Carranza que era una de las sesiones que mayor ámpula causaría – así lo escribió en sus apuntes que revisó en la madrugada- el asunto versa que estos artículos veinticuatro, ciento veintinueve o ciento treinta se encuentran en la línea de ¿Qué tanto se logra mediar en el asunto interno? Cómo es sabido México de 1917 está constituido por su totalidad en quienes profesan la religión católica, sin olvidar que en gran parte del siglo diecinueve los conflictos se dieron justo por esta visión “¿Hasta dónde dejar que participe la iglesia?”
A pesar que la mayoría de los carrancistas se dan opinión pública que no profesan religión alguna sus esposas le consideraron lo contrario, acérrimos militares, diputados de alcurnia sana, bigotones coroneles que representan al pueblo ¡Son amenazados por sus esposas y madres de votar en contra de cualquier indicio de desaparecer la religión católica! Carranza lo sabe, el secretario lo sabe ¡Todo el constituyente lo sabe!
La veta porfirista que pasa por la mente de Carranza le hace no olvidar que, durante todo el proceso de ciencia y avance de México a pesar del liberalismo agrario y la exportación ¡La iglesia es preponderante a la razón de la moral! Pero claro que no lo debe externar, el orden y tranquilidad para gobernar que acompaña a la razón social de la iglesia había logrado mantener en calma -la que medianamente se observa- a gran parte del país, aunque no hubo una reconciliación por parte de Porfirio Díaz tajante, las relaciones se relajaron y se caminó en concordia y respeto ¡El posible claro!
¡Gran parte del constituyente considera en discurso al periodo de Porfirio Díaz como traidor y entreguista al capital! Lo que este artículo acerca de las libertades religiosas daba por existente que la iglesia sería apabullada desde el primer debate.
Carranza recuerda que en 1892 un grupo de obispos mexicanos enviaron una carta al presidente Díaz felicitándolo por haber copiado el modelo capitalista de los estadounidenses, luego solicitaron el retorno de los bienes nacionalizados por las leyes de reforma y al final solicitan abiertamente la participación política de la iglesia ¡Todo les fue negado! Pero las relaciones se mantuvieron en calma, sabedor Carranza que mucho de esta “buena relación” se debía a que la esposa Carmen Romero de Rubio fue una católica fehaciente, recia y de condición que le era fácil intervenir en las decisiones de su esposo.
– ¿Será lo mismo? – se pregunta – ¿Estaremos ante los debates ocasionados por mis diputados? O ¿Serán simples alfiles de sus esposas y madres? – No dejó de sonar estas cuestiones en toda la noche. Sin dejar a un lado que el presidente Madero que tanto admira el jefe del ejército constitucionalista fue electo proveniente del Partido Católico Mexicano.
Al comenzar los trabajos del constituyente para este artículo se observaron varias corrientes, por un lado, el pensamiento en todo del Teatro Iturbide que al “Ganar la Guerra” los ejércitos constitucionalistas podían poner los artículos a como les plazca o en otras palabras ¡Imponer sus condiciones! – de la cual Carranza no está de acuerdo, él era más bien democrático, busca el poder hacia los civiles y dejar al ejército al mando de ellos- los llamados “Ilustrados o positivistas” son anticlericales de razón, totalmente fuera cualquier indicio de participación religiosa – lo demostraron en el artículo tercero acerca de la educación- donde ellos consideraban a la iglesia como poco científica, por no decir menos- La tercera corriente que permitía la existencia de la iglesia pero completamente fuera del mando político – ésta es la de mayor porra en las gradas, fueron quienes se oponen en el artículo 130 a la prohibición de la confesión y a que los sacerdotes en México estuvieran casados- ¿Acaso sus madres y esposas influyeron en esto? – se pregunta Carranza al escucharles.
Habló el diputado por Yucatán Miguel Alonzo Romero, quien está a favor de que ningún representante del culto religioso realizara confesiones – auriculares les llamaron- porque utilizan los datos obtenidos para sus propios beneficios o en contra del gobierno ¡El teatro estalló! Palavicini trata de mantener orden junto con Lizardi y Medina, pero el grosso de diputados alegan que nada tiene que ver los sacramentos en la constitución – ¿Son acaso ecos de sus esposas? – Carranza anota en su cuaderno- cuando llegaron a la parte de que todos los sacerdotes en México deberían de estar sin matrimonio ¡La porra volvió a rugir! Lizardi argumenta:
“…limitar una garantía de libertad obligando al matrimonio va en contra de las libertades mismas consignadas en el capítulo primero y qué confesar algo para obtener una opinión es frecuente incluso consultando a una persona cercana; que el problema era el consejo recibido que puede indudablemente incitar a la comisión de actos inmorales…”
– ¡Vendido a los curas! – le gritan – ¡Vete a confesar tus pecados fuera de este recinto! – otros más. José Múgica Velázquez corrió al orden y leyendo el dictamen trató de conminar a la razón:
“…Por tal motivo desaparece de nuestras leyes el principio de que el Estado y la Iglesia son independientes entre sí, porque esto fue reconocer, por las Leyes de Reforma, la personalidad de la Iglesia, lo cual no tiene razón de ser, y se le sustituye por la simple negativa de tal personalidad a las agrupaciones religiosas, con el fin de que ante el Estado no tengan carácter colectivo. La ley respeta la creencia en el individuo y las prácticas que esa creencia le impone; pero la colectividad religiosa, como persona moral, desaparece de nuestro régimen legal.
De este modo, sin lesionar la libertad de conciencia, se evita el peligro de esa personalidad moral, que sintiéndose fuerte por la unión que la misma ley reconocería, pudiera surgir siendo otro peligro para las instituciones…”
¡Pateó el avispero!
Los diputados comenzaron a gritar desde las tribunas: -¡El Congreso no puede dictar leyes estableciendo o prohibiendo cualquiera religión! ¡El matrimonio es un contrato civil! ¡Los ministros de cualquier religión deben ser ciudadanos comunes! – ¡Múgica llama al orden! Comenzó a subir el tono cuando los acuerdos llegan a tal velocidad que los dictaminadores no alcanzan a escribir con prontitud: -¡Los ministros que tengan grados académicos dentro de su culto no tendrán validez oficial en nuestras instituciones! ¡Dentro de las confesiones no se pueden tratar asuntos políticos! – en estos tiempos algunas confesiones se hacen por escrito- ¡Prohíban los grupos religiosos con fines de tener algún liderazgo social o de ayuda!-.
¡Aquello era una terapia grupal! Los anticlericales desean todo se quede por escrito, liberales alzan la mano para que cada vez se queden más lejos de participar en la vida política cualquier miembro de culto ¡Pero con libertad de ejercicios religiosos! – ¿Sus esposas tal vez? – escribe Carranza en su cuaderno de notas nuevamente.
Al final de la sesión se dejaron claras varias conclusiones: Se manifiesta en todo momento reconocimiento y respeto al catolicismo del pueblo mexicano, además se acusa al clero de fanatizar a la niñez y a la juventud con explicaciones sobrenaturales, enseñanzas contrarias a la verdad y a la ciencia, se acusa además a la Iglesia de haberse alejado de los principios fundamentales de solidaridad y justicia que predicó Jesucristo a quien se hace un elogioso reconocimiento ¡Aquí una gran mayoría se santiguó! – Carranza lo anotó.
Se afirma que ha acumulado riquezas y apoyado a todos los regímenes dictatoriales y conservadores enemigos del pueblo mexicano, hubo también consenso en que desde el comienzo de la Revolución Constitucionalista la Iglesia la ha combatido y calumniado dentro y fuera de México – aquí Carranza se sorprendió, pero evito cualquier mueca- La puntilla: La personalidad jurídica de la Iglesia fue negada por el Constituyente, hubo medios aplausos y casi se escucharon algunas manifestaciones en contra ¡Pero se llegó al fin!
Todos los constituyentes al terminar cada sesión vuelven a pasar lista por escrito, signan su asistencia, firman los acuerdos del día, algunos en lo cansado de la sesión ya andan por salir a tomar una cerveza fría o un buen pulque en todos los negocios que rodean el Teatro, fritangas, corderos asados ¡Tacos! Son la delicia de los constituyentes. En el transcurso de su permanencia en la pequeña ciudad de verdes frescores, rodeada por azules cerros ¡El frío ha llegado con dureza! No hay motivo para dejar de beber.
Los más entusiastas – numerosos- en la camorra y la beberecua son los diputados de Veracruz y las zonas de los afrodescendientes, Saul Rodiles, Heriberto Jara, Cándido Aguilar que venía con su esposa, Marcelo Torres y por supuesto todos sus suplentes: Jenaro Ramírez, Augusto Aillaud, Epigmenio H. Ocampo, por citar algunos. Ellos ávidos de contar peripecias una vez lleguen a sus lugares de origen no están familiarizados a las costumbres rancias de la pequeña ciudad, cenas con postín y agasajos, lentas lecturas de las noticias en compañía de algunos ilustres personajes, algunos conciertos de camerata… ¡Que aburrición!
Los diputados veracruzanos utilizan el antiguo convento de los agustinos como domicilio oficial en la provisional capital de la república, al ser una de las comitivas de mayor participación ocupan el lugar de mayor tamaño. Uno de los mayordomos de la casa agustina les ha indicado que en el barrio de San Francisquito a los pies del gran acueducto existen algunas casas de diversión y tambores ¡A lo cual ni tardos ese día deciden ir a visitar!
Los diputados al trasladarse hacia el barrio hacen toda una romería que llama la atención de alguaciles y militares que custodian la ciudad, el coronel Villa de inmediato les hace la requisición.
– ¿Quiénes son? Identifíquense- al mostrar las credenciales que los acreditan como diputados del constituyente de inmediato les hace el apercibimiento – Señores tenemos órdenes de no dejarlos salir del casco de la ciudad, me apena la disposición ¡Pero tenemos órdenes de no dejar salir a ningún diputado! Aunque solo fueran al barrio, por cierto ¡Uno de los más peligrosos!
Tomó la palabra el diputado Heriberto Jara.
-Mi señor coronel Villa me temo que en las jerarquías de rango esta credencial nos coloca como su mando, o al menos, en el papel constituye que usted está para el cuidado y salvaguarda de quien muestre esta acreditación ¿No es así? – El coronel trata de no caer en el juego de mandos, ya le ha pasado y los resultados no le han sido satisfactorios- ¡Señor diputado solo cumplo mis órdenes! Animo a su razón de la envestidura que se la otorgado, conmino a la buena compostura de sus señorías.
– ¡Acompáñanos si tu labor es protegernos! – le reviró Jara – Solo es cuestión que nos indiques el camino y nosotros regresaremos antes del gallo ¡Es una promesa! – El coronel decidió acercarse a su capitán y platicar, al final decidieron acompañarlos con un piquete de soldados.
Todos hicieron por tomar el camino de la Alameda que había sido preparada con una banqueta sólida, queda alta porque es para los carruajes, pero todos hicieron el esfuerzo, los mandos van en monta y hacen solo por custodiar, cuando se acercaron pudieron observar que otros diputados ya ocupan lugares en algunas de las casas pequeñas, pero de grandes patios que han sido arregladas para la ocasión de visitantes tan distinguidos.
Llegaron a la dirección que el mayordomo les indicó, una casona de grandes muros color azul turquesa brillan de contraste con ventanas y puertas de color rosa brillante, un fulgor sale desde adentro, el olor a hierbas no se hace esperar ¡Pareciera los diputados por Veracruz conocen bien estos lugares! Una mujer se les presentó, sus rasgos son del Papaloapan ¡Así que hicieron de inmediato amistad! Entraron y un lugar lleno de mesas y bebidas se esparce por lo largo, al fondo un pequeño escenario lleno de tambores, después de sentarse algunos de ellos pidieron las bebidas y disfrutaron de un pequeño espectáculo de malabares con fuego, realizado por una mujer con los pechos de fuera y una simple falda de carrizos ¡Todos están extasiados!
El coronel Villa se siente un poco nervioso de estar con sus soldados en espera de que terminen los diputados – ¡Seguro se la amanecen mi coronel! – le dijo su capitán – Ten paciencia capitán, solo es cuestión de tiempo, estos lugares espantan hasta al más diablo, seguro en un rato más salen – Uno de los soldados hace por patrullar simplemente el barrio, es un lugar pintoresco, que se mira tiene mucho de existir, casonas antiguas del virreinato y pequeñas puertas hacen todo un laberinto de subidas y bajadas.
¡Un grito le llamó la atención al capitán! – ¡Andad todos! – hicieron por socorrer al exigente soldado que grita de dolor ¡Al llegar al galope descendieron y su sorpresa fue mayor! El soldado está cruzado por una lanza desde su pecho que la atraviesa y tiene salida por el costado de su cadera ¡Una mujer desnuda en el suelo se desangra! A lo lejos se mira como un grupo de encapuchados huyen – ¡Ah por ellos dijo el coronel! Tráiganlos ¡Hicieron por darles alcance! Fueron amarrados de las muñecas y llevados por la callejuela que de costado da hacia la arbolada densa de la Alameda.
De inmediato el coronel regresó con algunos hombres y entraron al lupanar donde habían dejado a los diputados ¡Rápido señores diputados! Todos fuera ¡Hay hostilidades! De inmediato salieron sin decir palabra, se dirigieron por las calles por donde habían llegado y llegaron al exconvento agustino ¡A salvo!
¡De regreso por los detenidos observó el coronel un piquete que hace la ronda por la cascada! – ¡Eh ustedes! Acercaos- Son hombres del general Álvaro Obregón quienes al ver el grado solo hicieron por ayudar – ¿Qué hacen aquí? ¿No les toca la residencia del mi general Obregón? – les preguntó, ellos guardaron silencio, se quedaron obedeciendo. Al acercarse a los encapuchados que habían atacado a la mujer y al soldado con la lanza, hizo el coronel con el quinqué para verles los rostros ¡Había uno que le parecía conocido!
– ¡Mi general! Pero ¿Qué demonios…? – en ese momento los hombres del Álvaro Obregón que había encontrado cerca de la cascada ¡Dispararon metralla hacia todo el piquete del coronel Villa incluyéndolo! Todos murieron.
Continuará…