El salón en donde pasa leyendo, haciendo escritos y revisando casi toda la madrugada el jefe del ejercito Constitucionalista es sencillo, a diferencia de lo elegante y detallado de la gran casona apenas unos pasos del Teatro de la República, en otrora ocasión esta casa seguro lució sus mejores arreos, ahora convertida en palacio del asiento del ejecutivo de la capital provisional de la república, seguro le da cobijo de sus elegantes haciendas en Coahuila y su casa de gobierno en la Ciudad de México.
Entre debates y entregas de escritos se le van los días, pero al terminar sus redacciones y correcciones, ya dentro de la madrugada saboreando el frescor queretano, se le vienen a la mente sus locuras que lo han hecho famoso entre quienes le conocen ¡Desarrollar la armería nacional! Y continuar escudriñando los diarios del extinto Francisco Ignacio Madero, aquel asesinado por el usurpador Huerta, cuando un puñado de familiares hicieron por rescatarlos de la cárcel de Lecumberri y entre la balacera, un grupo de desconocidos abrieron fuego a los carros de los prisioneros, murió acompañado de su vicepresidente José María Pino Suárez, los autos destrozados por las balas y un custodio junto a un desconocido también perdieron la vida.
Carranza quiere tener una fábrica de armas, toda una secretaria de construcción de municiones, balas, pistolas, rifles, cañones, un sistema que le permitiera al país no tener que depender de la compra a extranjeros – que, siendo los norteamericanos proveedores naturales, ahora el ejército constitucionalista depende de la compra de armas a Japón- que al paso del tiempo ¡Seamos independientes de armamentos y desarrollo de nuevas armas! En ello se le van los dineros, el tiempo, personas, trabajadores e inversión de sus ideas en lograr que sea México una potencia en armas.
Estados Unidos, tal vez el lugar en dónde se encuentran las mejores armas actualmente, sabe que México las necesita, para los carrancistas o para los villistas, zapatistas…etc. ¡Sabe el vecino del norte que sus armas son corazón de conflictos! Así que el negocio fluye de sobremanera.
Por otro lado, el propio Carranza ya lleva varios pedidos a la empresa Mitsui Bussan, misma que lo asesoró en el proyecto de construir una armadora japonesa de municiones en la propia Ciudad de México, allá cuando el licenciado Manuel Pérez Romero en 1913 a nombre de Carranza fue a exigir a los japoneses la entrega de armas que había comprado el usurpador Victoriano Huerta. Cuando se dieron cuanta los ejecutivos que Carranza no era aún reconocido por Japón como país, hicieron que el licenciado Pérez Romero tuviera que pagar los pasajes hasta las oficinas corporativas de Nueva York de la empresa Mitsui, en dónde también le negaron la compra porque alegaban “¡Carranza no es el presidente legítimo de México!” haciendo que Pérez Romero regresara al país derrotado ¡Sin armas!
El propio jefe del ejército constitucionalista deseaba que los fusiles norteamericanos Springfield M1903 fueran estudiados y una vez comprendida su ingeniería ¡Se comenzaran a reproducir por la nacional armadora de municiones del gobierno! Así lo hizo y comenzaron los trabajos, obreros, administradores e ingenieros comenzaron la producción desde 1915, los almacenes estuvieron ubicados en Chapultepec, la fundición de artillería y la fábrica de cartuchos en Belén y la fábrica de pólvora en Santa Fe. Para el ejército constitucionalista ninguna de las armas hechas en estas fábricas tuvo resultados alentadores – ¡Siendo más peligroso dispararlas que recibir un disparo! – se burlaba el propio general Álvaro Obregón.
¡Pero Carranza sabía que un país independiente en la elaboración de armas ya tiene una batalla ganada! – o al menos eso escribía a todos sus oficiales que deberían de utilizar las propias armas. Ante esta situación, resguardando un poco el armamento nacional, los generales optaron por hacer los pedidos a Estados Unidos y Japón para lograr tener las mejores armas ante las inclemencias de que tanto Zapata como Villa ¡Caudillos vivos y peligrosos! Obtenían sus armas y municiones del tráfico ocasionado por Estados Unidos ¡Fructífero negocio!
La idea de Carranza no era del todo mal, hacer saber a la opinión internacional que México producía sus propias municiones era una manera elegante de comunicar que esta independencia armamentista, al menos en papel, ya se tenía camino ¡Eso genera respeto!
Carranza en 1916, bajo una estrategia que le puso los pelos de punta a los norteamericanos cuando se enteraron, compró a la empresa Colt’s Patent Firearms Manufacturing Company una máquina para fabricar armas y municiones, solo que para que no se dieran cuenta que era para México ¡Instituyó una empresa falsa en Cádiz, España! Para que fuera la intermediaria, una vez adquirida y armada por la propia Colt´s Manufacturing en Madrid ¡Se desarmó y se trajo a México! Con la salvedad que quienes vieron como la armaban ¡Hicieran un manual para cuando se rearmara una vez llegara! Todo salió como se planeó.
¡Estados Unidos mantenía el boicot en contra de México de no venderles instrumentos ni materia prima de guerra! Pero Carranza supo cómo hacerse de sus implementos, así que raudo ¡Mandó comprar arreos de guerra a diferentes países de centro américa! Lo cual también representaba toda una odisea ¡La Fábrica Nacional de Cartuchos abrió sus puertas con pedidos diarios de diez mil piezas para las fuerzas del ejército carrancista! Ante los embates de Zapata y Villa que no atinan de dónde sale tanto tiro.
¡Toda esta idea le revuela a Carranza en su cabeza! Acordarse de todo el esfuerzo realizado merecía que los artículos de la nuevas Constitución referidos a las armas ¡Debería ser el centro de la defensa nacional! Considerando que casi la mayoría de sus constituyentes son militares, caciques o caudillos de sus regiones ¡Hombres de armas pues!
Una vez terminó de redactar los esbozos de algunos artículos concernientes a las actividades de los militares en un sistema político que el propio Carranza vislumbra un poder ejecutivo de civiles ¡Que a sus generales no les gusta! Hizo por darse tiempo de su lectura favorita:
¡Los escritos de Madero acerca de lo paranormal y fantasmas!
-Francisco Ignacio Madero- menciona el general Venustiano a sus cercanos en reuniones- fue un presidente inteligente, lleno de suspicacia hacia mejorar la nación completa, un visionario que cimbró el sistema porfirista para rescatar lo bueno y desaparecer lo que hacia daño, fue para sus adentros una persona excepcional ¡En sus diarios escribe sus filias y fobias hacia una espiritualidad que ya nadie profesa! La capacidad de hablar con fantasmas, comunicarse por medio de médiums con el más allá de la muerte ¡En fin! – pensaba Carranza- Vamos a ver que nos dice mi presidente Madero.
Prendió el jefe del ejército constitucionalista uno de sus cigarros preferidos, se sirvió otra copa de coñac y trató de disfrutarlos antes de adentrarse a los incógnitos parajes de la mente de Madero, al fondo se escuchan los movimientos de su amada Regina al dormir y sentirse incómoda por los aromas del tabaco ¡No se acostumbra! Tampoco recrimina. La casona, sus ruidos del rechinar de maderas, chisporroteos de la chimenea que da calidez a su habitación, así como el frío viento de la madrugada del nocturnal queretano le hacen el propicio clima para degustar el sabor de lo sombrío, Madero escribió en la hoja izquierda, en la parte de arriba una frase de prevención:
“…cuidado Francisco, esto que escribes puede ser la ventana a algo que no podrás siquiera controlar ¡Sé cuidadoso! …” – ¡Qué mamada! – pensaba Carranza, mientras seguía leyendo el escrito el diario de Madero- “… fechó al día 3 de diciembre de 1903. Estoy en la ciudad de Parras, lugar de mi nacimiento, la chamana Otilia me ha pedido que escriba cerca de la cuna que me vio nacer, ahí se abre una puerta que me llevará a lograr contactarme con mi abuelo, un próspero hacendado, él mismo me dirá cuál será mi futuro…” – ¡Vaya que mi presidente Madero si estaba bien metido en esto!- Pensó, mientras se toma otro gran sorbo de su coñac- “… he podido contactar a mi abuelo…”- ¡Ah caray! – se sorprendió “… no fue sencillo, tuve que concentrarme mucho y mantener mi respiración fija ¡Solo respirando y exhalando por la nariz! Fue apareciendo poco a poco, primero como un ligero esbozo, después nítido ¡Cómo si me viera en un espejo! Al sentirlo real le pregunté su nombre y alguna seña que solo mi abuela supiera ¡Me consteló claramente todo! Después hice por tocarlo ¡Me dijo que no intentara! Causaría mucho terror si lo hiciera ¡No lo volví a hacer! ¿Puedes hablar con otros muertos? Le dije ¡Sí! Me contestó …”
¡El general está atrapado en la lectura! Continuó leyendo.
“… me explicó que no solo puede hablar con otros entes, sino que tiene la voluntad de que si yo pienso en alguien ¡Lo puedo atraer con el mismo ejercicio en como lo atraje a él! ¿Quieres decir que si pienso en George Washington vendrá? ¡Sí! Me contestó, decidí esa noche no hacerlo, estaba cansado y aún me falta mucho camino para llegar a Ciénegas, así que lo dejé para la noche siguiente…”
Al buscar la hoja que seguía ¡Alguien la había arrancado! – ¡Que la chingada! – se susurró. Siguió hojeando el diario, leía algunos pensamientos democráticos, algunos esbozos de como unos artículos de algún plan, al seguir leyendo encontró la fecha contigua ¡Cómo si a propósito Madero había dejado un espacio! “… 4 de diciembre de 1903, estuve haciendo mis ejercicios de respiración y logré nuevamente contactar a mi abuelo, solo que esta vez lo vi más desalineado, sus ropas como si estuvieran llenas de polvo, su cabellera larga, ojeroso y en algunas partes ¡Descarnada su piel! Pero su voz seguía igual, le conté mis intenciones de platicar con algún presidente de otro país ¡Hizo como una mueca! No la distinguí, así que pensé en algún presidente que me viniera a la cabeza, pero no logré acordarme, nuevamente intenté, pero no dio frutos, solo que esta vez se apareció una nueva visión ¡No la había imaginado! Ni la llamé ¡Solo apareció!… ¿Quién eres? Le dije… ¡No contestó!, nuevamente intenté ¿Quién eres? Esta vez me observo, solo que sus ojos parecían se movían rápidamente en sus cuencas, así que no la miré ¡Clavé fijamente la mirada en sus labios! Tratando de leer sus respuestas, después de un rato, sin contestar ninguna de mis cuestiones ¡Se esfumó! …”
– ¡Pinche Gertrudis casi me matas de un susto! – le recriminó, su ama de llaves le avisa que su baño ya está listo, solo que ella vio la puerta abierta e hizo por tocarle el hombro ¡Carranza espantado pegó un salto! – ¡Mujer del demonio! …Muchas gracias, ahora me preparo…- ¡Aún nervioso divaga lo que leyó! Se preparó para afeitarse con su filosa hoja, lo caliente del agua de la tina empaña su espejo que tiene que limpiar con su pequeña toalla a cada momento, así que lucha entre limpiar y pasar la filosa hoja por su rostro ¡Solo apenas a dar forma a su robusta barba! Se desnudó y entró a ala tina ¡Un relajante momento que valora! Sus tiempos en la batalla lo alejaron de este armonioso momento.
¡Después de un rato de tranquilidad se quedó dormido!
Al despertar un mundo de personas están dentro del baño – ¿Pero que chingados pasa? – trata de hacer esfuerzo ¡Dos de sus hombres le detienen! – ¡General tranquilo! Mi general tranquilo somos nosotros – Él los voltea a ver, pero no atina lo sucedido ¡Detrás de las personas que hacen por ponerle una jeringa en su brazo! Está su Regina, sentada en el banco de vestir llorando, con un pañuelo en su boca ¡Gertrudis trata de calmarla! – ¿Qué chingados pasa? – pregunta… ya nadie le contesta ¡Se queda dormido!
Son casi las dos de la tarde en la habitación del general Venustiano Carranza, las cortinas cortan la luz, la oscuridad puede apenas dejar pasar el hilo de luz que dividen las cortinas ¡Hacen un reflejo hacia su gran espejo! Ahí parada fumando un cigarro largo está su Regina, quien al verlo reaccionar se acerca.
– ¡Tranquilo amor! Tranquilo, estoy aquí – lo abraza – ¡Ya todo pasó! Ven quédate en paz – lo arrulla- ¿Qué chingados pasó mi niña? – le dijo. Ella le observa y trata de saber como decirlo, pero le comenta: – ¿Has estado combinando cocaína con tus bebidas? – Sabes muy bien que no me gustan esas costumbres de aristócrata americano- le contestó mientras se dejaba abrazar por su joven, ella aun sollozando:
– ¡Estabas leyendo tu diario ese raro de Madero! Cuando de pronto te levantaste, comenzaste a defenderte como si te estuvieran dando tiros ¡Movías tus manos y tus brazos! Gritabas ¡Virginia! ¡Virginia no! Luego caíste dentro de la tina del baño ¡Ahí llegaron todos! Tus coroneles trataron de hacerte reaccionar, pero ¡Sentí que te perdía! …- comienza a llorar…- llegó el doctor y te inyectó para que te durmieras – ¿Qué hora son? – Regina volteó a mirar el reloj de la habitación que resalta por su brillo potente de las manecillas fosforescentes – ¡Van a dar las tres! – ¡Pero qué demonios! Rápido pásame mi ropa y diles que me preparen algo de comer – ¿Pero a dónde vas? – ¿Cómo que a dónde? Al Teatro mujer ¡Pues ni modo! ¿Qué a dónde? – ¡No! No, espera, ya se avisó al constituyente que no estarás en sesiones – Pero ¿Cómo se les ocurre? – de inmediato se vistió y tomó para el teatro que está a simples pasos.
A pesar del caos en la casa de Carranza los trabajos del constituyente continuaron, esta vez en lo referente a los fueros de los militares, el debate descansa en que los diputados civiles desean que no exista un fuero permanente y obviamente los militares – los más- aplican a que todo perteneciente a las fuerzas armadas gocen de fuero por integridad a la persona.
Una vez tomó el asiento del ejecutivo su lugar de costumbre, los debates continuaron por toda la tarde, comieron algunos ambigús que trajeron los encargados del catering ¡Les llegó la noche! Un elegante y fino señor lleva ya rato llamando la atención del general Carranza, sentado en el palco contiguo, dónde casi siempre se sientan los comerciantes o algún importante invitado, con su sombrero de copa saluda al general ¡Quien educado devuelve el saludo! El elegante señor se paró y al acercarse a saludar de mano un escalofrío recorría la nuca de Carranza, le dio un sobre y salió de la misma manera de cómo se le vio, casi llegando al portón de cristales dorados volteó e hizo la mueca de tomarse su sombrero en señal de despido. Cuando tomó sus cosas el jefe del ejército constitucionalista simplemente abrió el sobre, leyó su contenido.
“… hoy en la noche de favor le pido, concéntrese en la página dónde viene la fecha 7 de diciembre de mi diario ¡Encontrará fabulosa narración!”
Continuará…