Las tradiciones del Querétaro de 1916, próximas a celebrarse el 23 y 24 de diciembre nutren de esparcimiento a toda la población de esta pequeña ciudad de violáceos atardeceres, así que una comitiva encabezada por los encargados de las festividades solicitan una audiencia con el jefe supremo y asiento del ejecutivo Don Venustiano Carranza, quien se ocupa de los debates durante todo el día pero se da tiempo de arreglar y administrar los recursos para la paz y tranquilidad de este recinto del bajío.
La comitiva está conformada por personajes ilustres de la ciudad, comerciantes, maestros, damas de la vela perpetua, mayordomías de parroquias y algunos relevantes aristócratas de la ciudad ¡Algunos inclusive descendientes de grandes héroes de los tiempos anteriores! Que dicen algunos ¡Siempre son mejores! Recibidos en la gran casona que, apenas está a unos cuantos pasos del Teatro de Iturbide ¡En el elegante salón de refulgentes candelabros! Tiñen de multicolores las paredes, piano de cola, cortinas y barrocos marcos de los espejos biselados ¡Que a la usanza! Se cuelgan con algunos grados de inclinación para que se observen las personas.
Don Venustiano Carranza se presenta con todas las galas de su grado ¡El constituyente ha teñido sus barbas de canas! Alcanzó a llegar con algunos destellos de su rubio pasado, inclusive la gente de la ciudad lo compara con el barbado Maximiliano, otrora emperador fallido, aunque de menor estatura ¡Pero bragado e impetuoso como el mismo!
¡Todos se levanta a su entrada! La primera reacción del jefe supremo es saludar a cada invitado, recibir de viva voz a que se dedican, ubicación de sus negocios y al instante una relación de cómo ellos han aportado a la estadía y confort de los diputados del constituyente ¡Por supuesto que hay reclamos de los gamberros constituyentes! Pero la visita no versa hoy al caso. Las señoras lucen elegantes vestidos de brillantes lentejuelas ¡Muchos de ellos estrenados en las tertulias que ofrece el propio general! Los caballeros de finos fracs con sus polainas, sombreros en el brazo izquierdo que le hace recordar a Carranza las noches porfiristas de las cuales gozó de sobremanera.
Todos se sentaron en los sillones de textiles en azul y bordados en hilo de marino con detalles de talla en estofado fino, una vez todos acomodados comenzaron a llegar pequeñas galletas con requesón y jaleas, acompañados de una fina crema de membrillo ¡Famosa en estos lugares!
-Díganme de favor queridos encargados de estas fiestas tradicionales ¿Qué celebramos estos días? De seguro tendremos la oportunidad de tomar en cuenta que los ejercicios del constituyente no van a parar esos días ¡Estos diputados no creen ni en sus conciencias! ¿Ustedes piensan que harán los ejercicios de sus tradiciones?
El primero en hablar fue Don Enrique Rodríguez, dueño del comercio La Palestina una de las tiendas de abarrotes que ha conseguido los mejores vinos para los constituyentes ¡Que se ha llenado los bolsillos de dinero! Quien liderea la visita.
-Señor presidente – así ya le dicen todos, se cansó de corregir, ahora los deja- llevamos muchos años llevando a cabo estas tradiciones ¡Somos un lugar católico! – hace mueca Carranza mientras se peina sus barbas con las manos- consideramos que niños y jóvenes gozan junto con los mayores de estas caravanas, que hemos preparado durante todo el año, algunos de los carros alegóricos recorren las calles de la ciudad entre cantos y serpentinas, a la voz de dar a conocer algunas temáticas concernientes de temas literarios, algunas óperas y en sí algo cultural que aporte a nuestra ciudad ¡Luego terminamos con una gran posada! A la que por supuesto señor ¡Usted está invitado! – a Carranza eso de las posadas no le gusta ni le interesa- eso sucede el veintitrés de diciembre desde las nueve de la noche ¡Cerramos toda la ciudad! – ¡Espere señor! – le para el general- Me está diciendo que ese día cierran toda la ciudad – ¡Sí señor! Además, hacemos misa y novenarios – ¿En ese día habrá servicio a mis diputados? …- todos se quedaron mirando y algunas de las señoras miran hacia arriba, el forro del techo falso que cubre las vigas- El general le dijo a su secretario:
– ¿Por qué no sabía nada de esto cabrón? Me lo debieron de haber pasado desde marzo o abril cuando tuvimos que soportar toda la semana santa con la ciudad ¡Cerrada en su totalidad! ¿Esto volverá a pasar? – El secretario sudaba del comentario – ¡Este…! Disculpe usted mi general ¡De seguro a Ocampo de brigadas se le pasó el comentario! – continuó apenado.
– ¡Prosigan señores! – cruzó la pierna el general un poco molesto – Pues mire señor general eso pasa el día veintitrés, pero luego tenemos el día veinticuatro en dónde también cerramos la ciudad – ¿De nuevo? -Dijo el jefe supremo- Todos comienzan a ponerse nerviosos ante la molestia que ya muestra el general ¡Prosiguió el comerciante!
-Ese día veinticuatro nosotros celebramos la noche buena con un desfile de carros bíblicos…- ¡Se levantó el presidente, de inmediato trajo a Ocampo su administrador! – A ver cabrón, mira, estos distinguidos señores y sus amables esposas me vienen a decir que cierran la ciudad el veintitrés y veinticuatro de diciembre ¿Por qué razón no me avisaste hijo de la chingada? –. El secretario Ocampo ha sido mano derecha en asuntos administrativos del general, desde sus ejércitos es el encargado no solo de los pagos y beneficios en batalla, grados de mando, pensiones a las viudas de hechos ocurridos en el campo de batalla, la adopción del estado de los huérfanos a institutos pagados por el gobierno de Carranza – claro, con el apoyo económico de Estados Unidos- también fungió como avanzada a esta ciudad para diseñar los lugares para la pernoctación de los diputados, así como de sus acompañantes, comidas y todo lo relacionado con la operación de la ciudad.
En una tímida respuesta ¡Sabedor de la boca de fuego con la que acostumbra el general señalar los detalles! Le respondió: – ¡Mi señor general en la carpeta que le presenté está todo lo referente a las fiestas y tradiciones! Desde el doce de diciembre en la que llaman la Gran Cañada con los bailes de un gallo hecho de papel ¡Hasta los desfiles de carros alegóricos y bíblicos! Está todo en la carpeta señor. Caminó el licenciado Ocampo al librero que luce la gran sala y sacó el informe de avanzadas fechado en julio de 1916, buscó la página, detalles, dejó en sus piernas el libro.
El presidente lo tomó, leyó y cerró – ¡Miren ustedes que detalle el mío! En efecto señores está en el reporte de avanzada el que ustedes cuentan con tradiciones y costumbres que de ninguna manera deseamos se suspendan ¡Es su quehacer prolífico que les da entidad y distinción! Deseo solo preguntarles ¿Podríamos cambiar la hora? Se que no es de su menester, pero mis diputados no son los más tempraneros que digamos, comenzamos trabajos legislativos y debates durante todo el día ¡Las propuestas al pleno terminan como a las tres de la tarde! Luego salen a comer, regresan a las cuatro y no nos vamos hasta como a las nueve, si nos tardamos ¡Diez de la noche! ¿Porqué no comienzan sus desfiles a las once de la noche? ¡Así aprovechan a mis constituyentes que observen sus tradiciones y participen de ellas! – Se miraron entre ellos, comenzó un barullo en la sala, interrumpió el general -Si acceden prometo que serán recompensados de mayor manera, estamos teniendo algunos inconvenientes con la carne de cerdo ¡Esta escaseando! Hemos decidido mi gabinete de esta capital provisional asignar algunos dineros de más para la compra en la Piedad Michoacán y Manuel Doblado Guanajuato, si ustedes aceptan este cambio de hora ¡Haremos que el negocio de los puercos se quedé entre los distribuidores locales! Yo se los compro por libra, el introductor le gana ¡Todos contentos!
Siguió el barullo ¡Accedieron! – ¡Bueno pues no se diga más mis señores! Señoras – Se levanta haciendo una reverencia a cada una de ellas, se despide de abrazo de los caballeros y al ya casi retirarse uno de los comerciantes le pide un solo minuto, es el ferretero Otilio Muñoz quien cuenta con la ferretería y vidriería de mayor tamaño en la ciudad de nombre El Universo – Señor presidente deseo solo hacerle saber que el material que fue adquirido a mi negocio, me dedico a los instrumentos para reparar todas las casas en donde pernoctan los diputados ¡Aún no se me liquida como lo habíamos firmado! – Carranza ni siquiera hizo mueca alguna, se levantó y nuevamente llamó a Ocampo – A ver cabrón ¿Cómo es que no le has pagado el señor Otilio Muñoz? ¿Quién chingados firmó este pedido? – astuto el comerciante llevaba la nota- Lo firmó el arquitecto Díaz Palacios – contestó el secretario – Pues ahorita lo llevas al dispensario, liquidas la cuenta y me traes al arquitecto ¡Chulos vamos a quedar con deuda a todos los comerciantes de esta ciudad! – volteó a ver a Don Otilio y le despidió un saludo elegante, haciendo que todos le escuchen:
“… estamos colocando mis señoras, señores, la primera piedra de la Revolución Social que está enclavada en nuestro suelo patrio, se ha hecho cristalizar el esfuerzo colectivo ante nuestro lema Constitución y Reformas, que deseamos se plasme en esta carta magna ¡No se retiren pensando que solo hacemos malestar a esta sublime ciudad! Son los ideales fertilizados con la sangre de todos los mexicanos que dieron su vida cayendo en los campos de batalla…”
¡Se quedaron asombrados del nivel de oda que les dejó el general! Ellos son gente culta ¡La elite de la ciudad! Mujeres y hombres educados con los cánones más altos de la costumbre académica ¡Saben distinguir al buen pensador!
Al retirarse ¡Vaya sorpresa les tenía reservado el general! ¡Un jugoso y basto desayuno para todos los presentes, organizado por supuesto por la hermosa Regina ¡Flor de Carranza! Quien de pie de la mesa de honor les hace la visita y va sentando a cada uno de ellos ¡Gustosos todos disfrutan de la sorpresa! Carranza se acercó a su Regina una vez todos tomaron lugar, en cercanía le dijo al oído:
– ¿Quién consideró buena idea este desayuno del cual no sabía nada? – ella riendo y haciéndole oler su cabello con aroma contestó: ¡Estás con quienes representan la ciudad! Sin el gobernador que a todo te dice que sí, ni el presidente municipal del cual no le hemos visto estos últimos días ¡Anda una sonrisa! Sentarte con ellos un rato no te quita nada – A lo lejos ya una de las esposas le habla a Regina – Señorita Regina ¡Venga de favor! Queremos preguntarle el origen de estos deliciosos tamales ¡No los probamos de por acá! – ella con su sonrisa que encanta les hace la plática.
El licenciado Ocampo, regañado y hambreado se sienta con el general en la mesa de honor para preguntarle cuestiones que están saliendo de las investigaciones de las mujeres fallecidas y los dos cuerpos encontrados en la ribera del río.
– ¡Tienes un tino cabrón de agriarme los desayunos! – Disculpe general – contestó – la casona en donde pernocta el general Álvaro Obregón -que fue la construida para la Marquesa del Villar del Águila- pareciera es el último lugar que visitaron las damas o algunos testigos eso nos han dicho, son de las damas feministas que partieron a Veracruz señor, aquellas que se comprometieron a levantar la voz para una igualdad y mejores oportunidades.
Carranza recuerda que hace tiempo durante el plan de Guadalupe firmado por la legitimidad el veintiséis de marzo de 1914, una vez todos los gobernadores y diputados apoyaron a Huerta, el estado de Coahuila reconoce al general como presidente, con esto comienzan las grandes batallas constitucionalistas; un grupo de mujeres denominadas “Feministas” Elena Torres Cuéllar, Elvia Carrillo Puerto, Rosa Torre González, Florinda Lazos León, María del Refugio García Martínez, Julia Nava de Ruiz Sánchez, Atala Apodaca Anaya y Esperanza Velázquez Bringas, protegidas por su ejército las envió al Estado de Veracruz en donde florecieron sus escritos hasta el propio constituyente, en sus exigencias esta la relevancia que la nueva Carta Magna.
Para el decreto de diciembre de 1914, en Veracruz, Carranza adiciona al Plan de Guadalupe un artículo que permite el goce de la Constitución a hombres y mujeres.
“…Expedir y poner en vigor, durante la lucha, todas las leyes, disposiciones y medidas encaminadas a dar satisfacción a las necesidades económicas, sociales y políticas del país, efectuando las reformas que la opinión pública exige como indispensables para establecer un régimen que garantice la igualdad de los mexicanos entre sí y, en general, todas las demás leyes que se estimen necesarias para asegurar a todos los habitantes del país la efectividad y el pleno goce de sus derechos, y la igualdad ante la ley…” Lo colocó en el numeral “2”.
– ¿Sabemos cómo se llamaban las mujeres encontradas? – preguntó a Ocampo – Envié telegramas a Veracruz para que me den razón de ellas, por si alguna de sus protegidas no aparece, estamos solo a espera de recibir con clave la respuesta- ¡Me parece perfecto! Manda llamar a Álvaro ¡Esté cómo esté! ¿Entendido? – ¡Sí señor general! – hizo el saludo, partió y el jefe supremo continuó degustando con los invitados al desayuno.
Para las tres de la tarde y ya con algunos debates encima del constituyente llegó su secretario de Marina y Guerra, ataviado con la mayor gala de orden, con su manga derecha encogida en un elegante doblez ¡Hizo el saludo y se sentó a la mesa de la comida! Cuentan con tan poco tiempo, que el general debe ser directo ¡Le avienta dos telegramas a Obregón! Quién apresuradamente los abre.
– ¿Qué significa esto mi general Carranza? – ¡No te hagas pendejo! Las dos hijas de Esperanza Velázquez Bringas estuvieron en tu casa, ella en Veracruz no tiene noticias de ninguna de las dos, de seguro te las trajiste ¡Ya me lo habían reportado! ¡Pero no quise hacer caso! Dime cabrón ¿Qué hiciste? Ya no son tiempos de guerra ni de barbarie, estamos construyendo el orden y la paz – Obregón ni siquiera se inmuta, acostumbrado a lo resistente de vivir la vida en batalla ¡Ninguna noticia altera el orden! Son hombres hechos de disciplina, arrojo, pero también frialdad y lejos de la posibilidad de que existan sentimientos que se les llaman conmiseración.
-Mire mi general, que estuvieron en mi casa ¡Po´s sí estuvieron! Pero de que mi mano les hayan apretado el pescuezo, pues no ¡De ninguna manera! Ora que sí desea le investigue con gusto pongo en la silla del acusado a todos mis pelados coroneles ¡Si alguno sale como responsable! Me lo chingo sin juicio – ¡Arregla lo que tengas que arreglar! Anda vete a los debates que están por comenzar, me arreglo y ahí nos vemos – Obregón se sintió señalado por Carranza ¡No le da satisfacción! Cuando se despidió le hizo una pregunta:
– ¿Qué sabemos de mis dos hombres encontrados muertos en la ribera del río mi general? – Carranza sintió el arpón del desquite.
Continuará…