Como cada año, el pasado 8 de marzo miles de mujeres salimos a las calles no sólo de Querétaro sino del mundo entero, para hacernos visibles, para llorar a nuestras hermanas muertas, para cantar por todas desaparecidas, nos unió el dolor, la digna rabia, el hartazgo de vivir violencia machista en todos los espacios y todos los niveles pero sobre todo la esperanza ciega de que un mundo mejor para nuestras hijas puede ser posible. En la entidad específicamente, todas las voces resonaron al unísono para sentenciar que las calles son nuestras, que nuestro cuerpo es nuestro y solo nuestro, que no estamos solas, sonaron para recordarle a los hombres que ¡no es no!, que las niñas no se tocan, no se violan, no se matan y que ¡nos queremos vivas!. Algunas compañeras desde la digna rabia incendiaron las instalaciones de la fiscalía especializada en homicidios, en esa unidad se encuentran encarpetados muchísimos portafolios de investigación de feminicidios que son disfrazados de homicidios porque la autoridad se niega a reconocer que estos asesinatos, sí son un asunto de género, los documentos y carpetas se encuentran respaldados en el sistema así que no tiene nada de qué preocuparse estimadx lector(a). La fiscalía, todas sus unidades, representan más que un aliado, un nuevo reto que enfrentar cuando de violencia de género se trata, son innumerables las experiencias de mujeres que son revictimizadas, minimizadas en sus denuncias o en las que los impartidores de justicia terminan “ayudando” a los agresores a mantener sus privilegios sobre las víctimas, en fin, la quema de este edificio simboliza el reclamo, la exigencia de justicia, queremos que esas instancias hagan su trabajo, juzguen con perspectiva de género y no sigan obstaculizando el derecho de las víctimas para acceder a la justicia. A todas las que se atrevieron a prenderle fuego, gracias, gracias por quemar simbólicamente a un sistema que sigue olvidando a Carmen de Concá, a Nancy de Tequisquiapan, a María de Amealco, gracias por calcinar al sistema que mantiene sin justicia ni protección a las víctimas de violencia digital como Rosy, Ana, Lizbeth, Mónica, Ximena, Karen, Susana, Carolina, Esther, Claudia y tantas más.
Ahora bien, la marcha, sí, fue un espacio para sentir el sororo rugir del amor feminista, para desahogar el coraje, para sentirnos seguras pero ¿Qué sigue?, después de la manifestación Gobierno del Estado envió un comunicado diciendo que: “se respetaban todas las formas de expresión y que las demandas serían atendidas”. Aquí surgen varias dudas: ¿Cuáles demandas, de quiénes y por qué hasta ahora?, ¿De las cómodas al sistema? ¿Enserio creeremos su falso discurso? Vivimos en uno de los estados más represivos, aunque eso no salga en los periódicos, hace poco reclamabámos (sí, cientos de mujeres) por la implementación de la Ley Garrote, una legislación que encubre la represión social, sí incluidas las activistas. Las exigencias del 8M no son nuevas en el estado, por años se le exigió al Gobernador la activación de la alerta de género ante la cual, junto con sus legisladores a modo, fue omiso. Así que ¿Qué nos queda después del 8M? por una parte tener memoria, no olvidar el actuar del gobierno en turno que si no es el causante al cien por ciento de la violencia de género en el estado sí es cómplice de la misma por acción u omisión. A la sociedad queretana después del 8 de marzo, le corresponde ser empático, dejar de llorar por sus monumentos y llorar de coraje ante tantas víctimas de violencia de género, comprender que somos más importantes las mujeres que sus paredes, le toca ya no perpetuar estereotipos absurdos, así como dejar de ser títeres del gobierno y los medios de comunicación vendidos al sistema. A nosotras las activistas feministas nos quedan dos opciones claras, primeramente desde lo individual: nos toca seguir luchando como siempre, nos queda resistir porque el mundo si tiene cura, mantenernos firmes ante la adversidad pero sobre todo nos toca repensar, replantearnos la congruencia de nuestras acciones porque éstas repercuten inevitablemente al movimiento, nos toca comprender que el feminismo va más allá de protagonismos personales, de intereses partidistas o electoreros. Por otra parte desde lo colectivo, es aquí donde considero está el reto principal y desde donde me atrevo a llamar a la reflexión: es importante retomar el origen de nuestro movimiento, aquel que planteaba para avanzar, debemos regresar a la formulación de demandas, a la construcción de agendas interdisciplinarias, interseccionales para incidir políticamente, nos compete cerrarle las puertas por todos los flancos a la infiltración de la derecha, esa negadora de derechos, nos toca generar posicionamientos claros, para que aunque barran las cenizas, aunque laven las paredes, aunque recojan los escombros, aunque reparen sus monumentos nuestra consigna, nuestra exigencia de ¡Justicia! continué resonando claro y fuerte, a pesar de los sabios granujas del presente, se lo debemos a todas las que ya no pueden marchar o gritar a nuestro lado.