Cinco años de retos tanto académicos como personales- acompañados de una pandemia, un paro estudiantil y una cirugía- perfectamente resumen lo que representó para mí estudiar una licenciatura. De haber sabido lo que pasaría si cursaba Ingeniería en Nanotecnología, probablemente me hubiera rendido mucho antes de empezar. Incluso llegué a pensarlo varias veces durante mi paso por la universidad. No obstante, conforme avanzaron los semestres, la nanotecnología pasó de ser mi profesión a mi vocación, la cual fue la principal razón para no desistir.
La motivación no sólo fue suficiente para sacar adelante una licenciatura. El esfuerzo y la dedicación siempre estuvieron acompañándome a lo largo de mis estudios universitarios; no obstante, hubo una principal lección que aprendí para salir adelante. Adaptarme a un sistema más orgánico y flexible, cuando estoy acostumbrado a que mi vida sea lo más estructurada y cuadrada posible, fue la principal enseñanza que me dejó mi paso por la universidad. Tal como Chris Sanders plasmó en la última película que dirigió: para sobrevivir, me convertí en más que aquello para lo que fui programado.
Sin duda alguna, el ser reconocido como uno de los mejores egresados de una carrera de ingeniería del país es producto de un lustro de trabajo duro, resiliencia y pasión. Este galardón conmemora el largo camino que tuve que recorrer para formarme como ingeniero en nanotecnología, un camino que no recorrí solo. Es gracias al apoyo de mis padres, abuelos, hermana y profesores que hoy puedo decir que he culminado satisfactoriamente mis estudios de licenciatura. Por ello, este reconocimiento es un logro que comparto con todas aquellas personas que confiaron en mí, incluso cuando yo no creía en mí.
Así como es motivo de alegría, esta distinción también implica responsabilidad. Ahora figuro como uno de los referentes de lo que es un ingeniero en nanotecnología, lo cual es todo un reto considerando la cruda realidad en la que vivimos. Este mundo ha dejado el idealismo de lado y prioriza el pragmatismo. “El fin justifica los medios” parece ser motivo suficiente para ignorar a la ética profesional. Hoy en día sobreabunda la mala praxis y se recompensa a aquellos que sacrifican sus principios y valores para alcanzar el “éxito profesional”.
Las amargas experiencias que he tenido al desenvolverme bajo este panorama han logrado dejar marcas en lo más profundo de mi ser. Estoy herido, pero no dejaré que este sistema me venza. Este reconocimiento me ha venido a recordar lo que debo hacer. Honraré todo lo que he logrado hasta el momento al aplicar todas las lecciones que he aprendido durante mi larga trayectoria académica y mi incipiente camino profesional.
¿Lograré adaptarme a esta indiferente realidad sin que mi esencia se vea alterada? ¿Encontraré el equilibrio entre idealismo y pragmatismo para que mis ideas eventualmente ayuden a resolver problemas que aquejan a la humanidad? ¿Podré contribuir a eliminar la mala praxis que impera en el ámbito profesional? Sólo el tiempo lo dirá…
Rodrigo Díaz Díaz, Egresado de Ingeniería en Nanotecnología
de la Universidad Autónoma de Querétaro







