Félix Salgado Macedonio, impulsado y protegido por el presidente Andrés Manuel López Obrador, se registró como candidato de Morena al gobierno de Guerrero, sellando un insulto mayor a millones de mujeres, y provocando un agravio social y político que irá creciendo. Salgado Macedonio fue exonerado por López Obrador y por Morena, antes que por un juez, por haber presuntamente abusado y violado a cuando menos cinco mujeres, que presentaron denuncias en su contra. El líder de Morena, Mario Delgado, lo defendió aduciendo que tenía derecho a la presunción de inocencia, lo que es cierto. Pero a lo que no tiene derecho es a la carta de impunidad que le extendieron en Palacio Nacional.
Desde un punto de vista ético, el presidente y Morena, debían de haber mantenido en reserva su candidatura hasta que un juez resolviera las denuncias, pero el tiempo electoral no les daba, por lo que, sin importar el creciente movimiento de mujeres, respaldadas por muchos hombres, en contra de tal premio para quien tiene tan dudosos antecedentes, lo arroparon. Éticamente, por utilizar la línea de pensamiento a la que siempre recurre López Obrador, debía de haber sido excluido de la contienda, aún si resultara inocente. Empero, la ética del presidente, como la de su partido, es como la moralidad del legendario cacique Gonzalo N. Santos, un árbol que da moras.
López Obrador impuso al controvertido senador por compromisos previamente adquiridos con él, concretados finalmente porque el delgado federal y su principal adversario Amílcar Salazar, cuya familia, encabezada políticamente por su hermana Irma Eréndira Sandoval, secretaria de la Función Pública, cayó de la gracia presidencial tras revelarse sus múltiples propiedades, cuyo valor no corresponden a sus ingresos. No acusó a la familia Sandoval de corrupta -el presidente tiene un enorme respeto por su finado abuelo, el respetado comunista Pablo Sandoval- pero congeló a la secretaria, cuya permanencia en el cargo está en el aire, y a su familia.
Para Salgado Macedonio, las debilidades en la honestidad de los Sandoval, significó su viabilidad en Guerrero. El senador tenía tiempo de haber salido de la órbita de confianza de López Obrador, quien procuró de manera muy eficaz no verlo. Las cosas cambiaron por la revelación de las propiedades de los Sandoval y la defensa pedestre que esgrimieron la secretaria y su esposo, el vociferante John Ackerman. López Obrador lo abrigó y ordenó que Delgado procesara la candidatura. El líder Morena, a quien tratan con desprecio y obscenidades en Palacio Nacional, jugó su decadente prestigio hasta la ignominia para sacar adelante la candidatura del senador y recuperar credibilidad ante el presidente.
Desde un principio, la figura de Salgado Macedonio fue altamente polémica y cuestionada. La nula empatía del presidente hacia sus señalamientos hizo que creciera la oposición al senador. Miles de mujeres mexicanas y extranjeras enviaron una carta a 12 dependencias y organismos por lo que consideraron el “encubrimiento” de autoridades y partidos políticos de hombres denunciados por actos de violencia sexual contra las mujeres, como Salgado Macedonio, reportó que la agencia del Servicio Especial de la Mujer, que da a la información una perspectiva de género.
La carta, firmada por activistas, colectivos, asociaciones civiles, feministas, académicas, actrices y mujeres de distintos ámbitos, fue entrada ayer, y de acuerdo con el Servicio Especial de la Mujer, exigió, como la mira puesta en Salgado Macedonio, que no se permita que ningún candidato con acusaciones de violencia sexual pueda aspirar a un cargo de elección popular. Una representación de las mujeres en protesta estuvo ayer en Palacio Nacional para pedirle al presidente que no se ungiera al senador, a quien llamaron “depredador sexual”, como candidato al gobierno de Guerrero.
Todas las protestas han sido estériles. No debería de extrañar. El gobierno de López Obrador es el mejor que ha habido para la simulación de género, y entre los peores en resultados desde que la violencia contra las mujeres es un tema de preocupación nacional. El año pasado, según los informes oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hubo 27.4% más delitos por violencia de género que en 2019, al subir de tres mil 180 a cuatro mil 50 durante el año; es decir, un incremento en números absolutos de 870; es decir, 2.3 más por día.
La misoginia del presidente no es desconocida, y su apoyo a Salgado Macedonio es un apoyo que, sin embargo, debería alarmar. El candidato de Morena, más allá de si las denuncias en su contra son ciertas -cada vez hay menos duda de ello-, es un sátrapa de la política, que no tiene filtro ni límites. Hace no mucho en el Senado, cuando ya tenía encima dos denuncias por acoso y violación sexual, observó a la invitada de un senador, con la que estaba trabajando un tema legislativo, y se le acercó para, de la nada, ofrecerle matrimonio porque, dijo, “iba a necesitar una primera dama”. ¿En qué cabeza cabe semejante estulticia?
No cabe duda que para que alguien, que en el contexto en el que se encontraba, es capaz de proferir semejante estolidez, es porque se sabe blindado e impune. En eso sí tiene razón Salgado Macedonio. Que digan misa las mujeres. Él cuenta con la protección de Morena, por decisión del presidente López Obrador y su moralidad torcida.
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