En Querétaro, la oposición no se organiza, se amotina. No construyen, sabotean. Se disfrazan de periodistas, pero viven de convenios. Se dicen académicos, pero actúan como caciques. Visten de víctimas, pero escupen odio desde la comodidad del presupuesto.
Uno de los más serviles de este ecosistema —camaleón de convenios— fue quien inventó el mote de “qromadores” para etiquetar a quienes cuestionan la narrativa de Morena. El insulto le sienta mejor a él: porque odia lo que no puede controlar, y envidia lo que jamás gobernará.
Este personaje, promotor de su hija como candidata sin arraigo, ha cobrado más de 780 mil pesos del estado, y mantiene a dos de sus operadoras como aviadoras. Su historial comienza con convenios firmados por su compadre Pepe Calzada y termina hoy como troll oficialista. Incluso su hija le dio la espalda tras verlo con su amante y le quitó hasta la revistilla que editaba con recursos públicos.
Pero esto no es solo él. Es todo un club. El regidor Fernando Flores Pérez bloquea a quien le cuestiona sus vínculos con “El Monedas” y el encubrimiento que recibió tras intoxicar al hijo de la diputada Herlinda Vázquez Munguía, gracias a Gilberto Herrera y Luis Humberto Fernández.
Carlos Delgado, exdelegado federal, fue exhibido por enviar fotos desnudo a becarias de “Jóvenes Construyendo el Futuro”. Y Alberto Jurado, Oficial Mayor de Cadereyta, cobra como abogado… sin serlo.
No informan, envenenan. Tras el accidente en Los Arcos, donde murió una joven, difundieron versiones sin pruebas sobre la víctima. Su fuente: el odio. Su objetivo: fabricar culpables para ganar likes.
Y ese odio ya no es política: es delito. Apología de la violencia, uso indebido del cargo, incitación al odio. Violaciones diarias al artículo 6º constitucional.
Por eso trajeron a Querétaro al bufón de la polarización: Gerardo Fernández Noroña. A decir que “estos cabrones no venden a su madre porque no cotiza en bolsa”, y que los periodistas son “centaveros sin llenadera”.
¿Quién pagó esa visita?
Mientras tanto, Gilberto Herrera se graba en el Consejo Nacional de Morena hablando de planes y estructuras que nadie aprueba ni ejecuta. Miente. No representa a nadie. Sólo se aplaude.
Lo que sí es verdad es que la FGR ya le sigue los pasos por el desvío de 320 millones. Cuatro de sus operadores caerán pronto. ¿Y él? Ni sus bots, ni los TikToks de AVSE o el porro de “El Negro” lo van a salvar.
Tampoco su alcaldesa, aquella cuyo padre fue asesinado por sus nexos con el narco en Jalisco. ¿Y aún así culpan al PAN de todo? Odian lo que no pueden ser. Dicen ser del pueblo, pero cobran como élite. Los municipios de Morena han gastado más en sueldos y aviadores que en obra. Y se atreven a hablar de corrupción.
Por eso el mote les queda: qrodiadores. Porque no proponen, destruyen. Porque no debaten, escupen. Porque no sueñan con Querétaro, lo sabotean.
Pero la historia no la escriben los odiadores. La escriben quienes trabajan.
Y a estos les queda claro: la cárcel tiene WiFi, pero no impunidad.