En su discurso del 18 de marzo, y en varias conferencias mañaneras, el presidente López Obrador ha comentado porqué el presidente Lázaro Cárdenas se inclinó por el Secretario de Guerra y Marina, Gral. Manuel Ávila Camacho, en lugar de su favorito, e ideológicamente más afín, el Gral. Francisco J. Múgica, Secretario de Comunicación y Obras Públicas, como candidato del Partido de la Revolución Mexicana para el período 1940-46.
Tres circunstancias explican la decisión:
1.- La fortaleza de la oposición. Las políticas cardenistas, como la reforma agraria, la educación socialista y la nacionalización del petróleo, habían propiciado que las fuerzas conservadoras se unieran en contra del gobierno. La expresión más evidente fue la fundación del Partido Acción Nacional (PAN) en 1939.
2.- La Segunda Guerra Mundial. Ante la guerra en Europa, era necesario promover la unidad nacional y la alianza con Estados Unidos.
3.- El ejército. Se había constituido una alianza de militares, empresarios y políticos, alrededor de la candidatura del popular empresario y General Juan Andreu Almazán que ponía en riesgo la estabilidad del país.
La candidatura de Francisco Múgica alentaría a las fuerzas conservadoras, dividiría al país y podía llevar a México a una nueva guerra civil, por lo que Cárdenas prefirió un perfil más conservador con el que los empresarios, iglesia y grupos de derecha se sintieran menos amenazados. Pero, al optar por el moderado Ávila Camacho, López Obrador lamenta que Cárdenas haya propiciado el abandono del “auténtico ideal revolucionario y las acciones en beneficio del pueblo” y la instauración de “la paz de las componendas y de la corrupción”.
El presidente López Obrador está empeñado en que esto no le pase y confía en que su sucesor sea un “Múgica”, un personaje con su mismo ADN, que pueda continuar su política sin zigzaguear y que profundice la “revolución de las conciencias” sobre la que basa el éxito de su Cuarta Transformación.
Cinco elementos alimentan su confianza:
1.- Popularidad. En su quinto año de gobierno, el presidente continúa gozando de altos índices de respaldo y muestra capacidad de llenar plazas y transformar programas sociales en lealtad política. Aunque sabe que su popularidad no se transferirá automáticamente al candidato de Morena, no duda de que le alcanzará para asegurar la presidencia.
2.- Oposición inexistente. Las políticas de López Obrador no han alimentado un movimiento opositor fuerte y unificado. La insatisfacción y molestia de las clases medias no ha sido capitalizada por los partidos de oposición que, con liderazgos desprestigiados, buscan más la protección de su franquicia política que la construcción de una alianza electoral viable, como lo demuestra la forma en que Morena ha arrasado en las elecciones estatales del sexenio.
3.- Empresariado ambivalente. Las conversaciones críticas de los empresarios hacia el presidente se mantienen en el ámbito privado y no tienen eco en otros círculos sociales. A cinco años de gobierno, el presidente se da el lujo de encarar a empresarios, como lo hizo con los banqueros, para señalar que en su gobierno han tenido utilidades históricas. Son muy contados los sectores, como el energético o de la construcción, que argumenten que el gobierno de López Obrador haya sido el desastre que se anticipaba en 2018. Con organizaciones muy cuestionadas y poco representativas, los empresarios han preferido mantener un bajo perfil político y dedicarse a recuperar “de lo perdido, lo que aparezca”. No parece haber suficiente rencor ni estados de resultados decepcionantes en la iniciativa privada que motiven el financiamiento de un fuerte movimiento contra el gobierno.
4.- El ejército. Nadie puede pensar que hoy México esté en peligro de una asonada militar como en 1940. No obstante, el involucramiento de las fuerzas armadas en actividades económicas las convierte en un actor en la sucesión presidencial, como no había ocurrido en décadas. Su participación en la construcción de infraestructura, las pensiones militares que dependen del Tren Maya y el personal ocupado en la operación de aduanas, aeropuertos o aerolínea, lleva a las fuerzas armadas a apostar por la continuidad de estos privilegios. En las condiciones actuales, será más fácil sacar al ejército de las calles que de la nómina.
5.- El T-MEC y nearshoring. La variable internacional también favorece a López Obrador. Estados Unidos y Canadá han sido cautelosos y tolerantes con las actitudes y políticas del gobierno mexicano, aunque afecten sus intereses económicos y violen los términos del T-MEC. Por el conflicto en Ucrania y el nearshoring, los socios comerciales de México han minimizado las posiciones ideológicas de López Obrador a fin de construir un vecindario seguro.
Por estas circunstancias, tan diferentes de las que vivió el presidente Cárdenas, López Obrador puede darse el lujo de pensar que no habrá mayor sobresalto en México si su movimiento lo continúa una persona con un ADN similar al suyo. Él quiere reescribir la historia nominando a un Múgica que continúe su transformación sin concesiones. El gran dilema de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto es cómo y qué tanto, acercarse al perfil que desea López Obrador y, parafraseando a Múgica, atreverse a decir: “Quitaos canallas, la Cuarta Transformación necesita todo el radicalismo para salvar el país”.
@aocaranza
CEO de OCA Reputación