Hoy en día vemos, leemos y nos enteramos de declaraciones, críticas, acusaciones, juicios, campañas, denuncias masivas en las plataformas de las redes sociales, decálogos y otras acciones más entorno al cuidado, protección, conservación, defensa, propagación, capacitación, programas de manejo, estudios y demás, en torno al medio ambiente, la naturaleza, los animales, el cambio climático, biodiversidad, suelos, mares, bosques, ecosistemas, bancos genéticos, polinizadores, humedales, selvas, ciudades, y otros tantos tópicos que se relacionan, pues cada día es mayor el número de personas conscientes de que la crisis económica, financiera, política, social y ambiental, que puede resumirse en una crisis civilizatoria global, tiene también que ver con valores y normas éticas comunes. Un buen número de personas observan, lo que los expertos han documentado y resumido en lo que llaman los tres fallos del sistema capitalista (Dunning 2011), consistentes en 1. Fallo de los mercados: riesgo moral, política macroeconómica equivocada, especulación excesiva (inmobiliaria y bursátil), etc.; 2. Fallo de las instituciones: funcionamiento ineficiente de los sistemas de regulación y supervisión, infraestructura jurídica y financiera inadecuada, falta de rendición de cuentas o transparencia y modelos de información financiera inadecuadas y; 3. Fallo de las virtudes morales, que está en el centro del fallo de los mercados y de las instituciones. Fallos de esta clase son el capitalismo de casino y la corrupción; la falta de veracidad, confianza y responsabilidad social, y la codicia excesiva de los inversores o las instituciones, el falseamiento de los balances y la manipulación ilícita de los mercados.
Como colofón podemos decir que sin moral las leyes no se sostienen y ninguna disposición legal tiene efectos contundentes en ausencia de una conciencia moral basada en ciertos principios éticos.
Desde la creación y uso del concepto de Ética, se han pronunciado y enunciado un conjunto robusto de principios, valores y reglas, que implica o comprenden varios elementos tales como a) Comportamiento: conductas, actitudes o acciones de la persona voluntarias o no b) Justo: Se refiere a la disposición de dar a cada uno lo que le corresponde y c) Correcto: que es lo adecuado. Lo objetivo, lo que guarda correspondencia de algo.
En resumen, las teorías éticas tradicionales adolecen hoy día de diversos problemas al haberse quedado estancadas en unas categorías éticas incapaces de responder a los problemas ecológicos actuales y que es necesario repensar. En primer lugar, la idea de que la condición humana, resultante de la naturaleza humana y de las cosas, permanece inmutable a través del tiempo. En segundo lugar, y en base a lo anterior, se puede determinar claramente el bien humano. Finalmente, el alcance de la acción humana y, por tanto, su responsabilidad está estrictamente delimitado
El mundo en el que vivimos está cambiando de forma acelerada, por impulso del avance tecnológico, la globalización, la desigualdad y el calentamiento del planeta. La velocidad, la compresión, la profundidad y la escala de los cambios a los que se ven sujetos los ciudadanos de hoy ponen en cuestión continuamente muchas cosas que creíamos o sabíamos hasta ahora.
Este proceso genera incertidumbres, desajustes y conflictos tanto a nivel social, enfrentando a sectores que toman actitudes y visiones diferentes respecto a los cambios, como a nivel personal. Y esta inquietud se ha visto exacerbada por la crisis económica-financiera y ambiental que, entre otros problemas del sistema global, ha puesto de manifiesto las carencias éticas en la actuación de muchas entidades y ha situado de nuevo a los valores en el primer plano de las demandas de los ciudadanos, como brújula para sortear las incertidumbres y como factor de estabilidad para afrontar la crisis civilizatoria y los conflictos que de ello se derivan.
Por ello, hoy es una condición para el desafío actual, la ética y en particular, de una ética ambiental acorde con el devenir histórico.