Bere López Aguayo
“Lo que no entra por los oídos, entra por el bolsillo.”
– Gabriel Marcelo
(Chofer de Uber en Buenos Aires)
Dentro de las múltiples quejas y problemáticas que aquejan a una comunidad, existen unas que son especialmente difíciles de atender. Aquellas en las que su cumplimiento por parte del vecino implica voluntad sin consecuencias; en lugar de obligatoriedad y consecuencias inmediatas.
Seguramente el 99.9% lo hemos vivido en algún momento de nuestro coexistir en zoociedat: (i) El astuto vecino que siempre saca su basura días antes y los perros callejeros riegan por toda la calle (porque no se quiere parar temprano a sacarla en tiempo); (ii) la señora copetona que pasea diario a sus perros y jamás recoge las popós de tu jardinera (porque huele feo y se puede embarrar sus recién manicureadas manos); (iii) el muchachito aspirante a piloto de la F1 que maneja a 120km/h en una calle de 40km/h y ya van tres veces que casi te atropella en tu caminata matutina (porque ya va tardísimo a su escuela, se le acabaron los retardos)… así puedo continuar tooodo el día y jamás terminar.
Sobre este tema comentábamos el día de hoy con un amabilísimo, culto y atento chofer de Uber en Buenos Aires (capital de la bella nación Argentina que como todos sabemos, viven momentos muy difíciles). Nosotros; como buenos mexas, quejándonos de lo lento que manejan (específicamente en Bariloche – donde los minutos de GoogleMaps duran 10 cada uno). Santas lecciones cívicas Batman. Nos comentó que no manejan tan rápido porque aquí las multas por hacerlo con muy caras y sí las aplican; puedes perder tu licencia fácilmente; vaya, existen consecuencias y son inmediatas aún en lugares remotos donde no hay polis (pero sí cámaras). “Lo que no entra por el oído, entra por el bolsillo,” nos dijo Gabriel Marcelo. Tómala compadre. Me quito el sombrero y aplausos de pie.
Solo nos motiva el miedo caray. A menos de que vivamos en un condominio (donde existen multas grandes e inmediatas por cualquier infracción, por mínima que sea, al reglamento); en las colonias no hay mucho para donde hacerse. Dependemos del valor cívico, educación y sentido de consiederación y respeto hacia el vecino.
La única manera en que podemos empujar y resolver esta vergonzosa realidad es actuando. Saquemos prudentemente la basura el día y hora que toca, no antes. Paseemos a nuestro amado perrito con correa y recojamos sus popós, obliguemos a nuestros hijos a que se paren temprano y manejen con prudencia rumbo al colegio… Como le digo a mi hija: “no te esperes a que te obligue a lo que tienes que hacer si ya sabes: ¡hazlo y ya!” (Creo que le empezaré a cobrar por incumplimiento, jajaja.)
PostData: Empiecen por pagar sus cutoas de colonos. No son no obligatorias; pero bien que reciben el servicio y reclaman después.