Dentro del despacho presidencial, una imponente oficina fuertemente comunicada con todos los artilugios modernos —inclusive unos aparatos satelitales que permitían la comunicación sin necesidad de cables, entre varios puntos de la república— se percibía un aroma de incongruencias y falta de posicionamientos claros, todo acerca del levantamiento del Ejército de Liberación Nacional, el EZLN, debido a que los informes previos de más de treinta y cinco mil indígenas en la selva de Chiapas estaban fuertemente armados y organizados.
¡La información se había soslayado!
Los reportes estaban desde el CISEN —el centro de inteligencia del gobierno federal— continuamente se informaba cómo en México, varios pueblos indígenas se armaban, se organizaban y nadie se esperaba que resultara un conflicto de esta magnitud.
¡Cuando el enfoque principal del sexenio era el tratado de libre comercio! el México de primer mundo, se decía.
El presidente Salinas — difícil de hacer enojar— en esa ocasión dejó de ver un claro sentido de molestia ante los hechos del levantamiento en San Cristóbal de las Casas y la declaratoria de guerra del subcomandante Marcos —Rafael Sebastián Guillén Vicente según datos de inteligencia—.
Salinas enfundado en un elegante pantalón de color gris Oxford, mangas arremangadas, pluma Mont a la bolsa de esta, lustrosos zapatos de color negro y una ligera chamarra de descanso de color azul marino —así como un fino reloj suizo de correas negras regalo del presidente norteamericano— dejaba claro su enojo con el movimiento de sus dedos.
Sus expresiones corporales daban a todos los presentes —entre ellos el general de estado mayor presidencial Antonio Riviello Bazán, quien tenía al mando la incursión bélica a Chiapas, mostrando un alto sentido de patriotismo, y una fuerza desmedida del poderío militar a los indígenas— un grado de toma de decisiones, tal vez, una de las más importantes de su ciclo.
—Termine el asalto a Chiapas general.
Todos los presentes se asombraron
—Pero señor presidente estamos a punto de fulminar al ejército de liberación.
—¡Dije paren! — el golpe de la mesa con su mano derecha de Salinas dejo claro que ya no era un simple comentario de su tan famosa frase de trabajo “¿Ustedes que opinan?” —¡es una orden! paren el ataque—.
De inmediato el general Rivielo se levantó y tomó uno de esos nuevos aparatos de comunicación, que venían con un portafolio negro, que permitía hablar a Chiapas sin necesidad de operadoras ¡comunicación directa!
Marcó las claves de seguridad y al otro lado le contestó S-3 —nombre clave del comando de la operación en la selva—.
—¡Aquí S-3!
—Termina el asalto a subversivos ¡terminen el asalto! repito ¡terminen el asalto y replieguen tropas!
—¡En el instante Sr!
Desde el noveno día después del levantamiento del EZLN, el gobierno federal ya había colocado un desplazamiento importante, aunque siempre se consideró una “asalto bajo”, las baterías fueron bien coordinadas y la pericia militar daba una ventaja al gobierno federal.
El presidente Salinas volvió a dirigir la voz hacia los presentes en el despacho.
—No puedo, ni debo, dejar a un lado la propia comisión de derechos humanos que este sexenio ha diseñado, así como la imagen de un” gobierno represor” —señal que hizo con sus manos— que en nada nos beneficia con nuestros aliados, debemos a toda costa, constatar que el gobierno federal está en condiciones de solucionar sus propios asuntos, sin el uso desmedido de la fuerza.
—No le pedimos explicaciones sr presidente — le dijo el general Antonio.
—Gracias general, deben de saber lo que pasa a nivel internacional y las consecuencias de la pacificación de la zona, que ya de por sí es conflictiva, la sospecha de la incursión de armamento desde Centroamérica está confirmada.
Volvió a sonar el teléfono —este que no tenía cables — contestó directamente Diamante 1.
—Sr presidente habla el Obispo de Chiapas Samuel Ruiz ¿me escucha claro? — le reviró una voz desde el otro lado.
Selva de Chiapas 10 de enero de 1994.
El vuelo de los tres helicópteros MH-60 Seahawk de reconocimiento de las fuerzas armadas, rugían con su potencia ensordecedora, permitían mostrar a los subversivos el poderío de asalto al que se enfrentaban, el sonido era tal, que los habitantes de algunas poblaciones de inmediato daban alarma de posibles ataques aéreos.
Halcón I, Pantera II y Águila II —nombres clave— se dirigían a una zona secreta dentro de la selva, cerca de los poblados de Ocosingo, en donde inteligencia militar hablaba de efectivos militares prisioneros.
«… fuerte presencia subversiva…escoltas armados grado tres… toda una plaza de prisioneros…” decía el informe»
El objetivo era rescatar a los efectivos, lograr esterilizar la zona de posibles levantamientos, fusileros paracaidistas que harían la maniobra estan fuertemente armados con todo un sistema de captura, visores nocturnos lo último en asalto, los entrenamientos en Francia, China y parte de las cumbres del Everest hacen de este cuerpo de elite, una garantía para el rescate de mandos que habían sido hechos prisioneros por el ejército de liberación.
¡De pronto los rotores de los helicópteros dejaron de rugir!
Un avanzado sistema de silenciadores —hacía que por lo menos durante veinte minutos se lograra dejar de escuchar los motores— con esto, el asalto sería de mayor sorpresa.
Las tres naves rayaban el aire dejando solo una pequeña línea de nubes, el sonido que dejaban era solo como un fuerte viento, dentro de los helicópteros la orden era el salto en desplazamiento con una caída libre a más de 25 metros ¡en movimiento! una altura demasiado baja para paracaídas.
—¡Adelante cóndores! a la orden.
De uno en uno —desde las tres naves— fueron cayendo los escuadrones de águilas, halcones y panteras al objetivo… ¡la misión ameritaba toda una coordinación! misma que ya había sido entrenada hasta el cansancio.
—¡Adelante señores que no tenemos toda la noche! —dijo líder de la misión.
El terreno de la selva es extremo, no solo por la maleza y las raíces de los Guarumbos o de los Guanacastes —árboles de gran tamaño y ecosistemas que les habitan— sino por que de verdad no hay donde pisar ¡lodo! agua, guano de varios animales, le daban a la misión un toque de mayor resistencia.
—¡Vamos señores dos minutos para el asalto! — por la radio los avisos eran estructurados y alineados a la estrategia —¡adelante visores! ¿la plaza es segura? —.
Los equipos de avanzada tenían la zona bien estudiada, mapas de tercera visión, objetivos marcados y vigilancia constante presencial con cámaras a distancia y propios elementos de las fuerzas armadas que acampaban en las copas de los árboles.
—¡Se observan varios tiradores ocho en total! hay apostados francotiradores en los árboles algunos fusiles de repetición, lanza granadas, todos los objetivos armados.
—¡En treinta segundos el asalto! atentos a las órdenes, comienza el conteo.
De manera precisa y como verdaderos felinos los escuadrones lograron colocarse alrededor y por encima del rancho en donde, previamente inteligencia, había dado los informes de ¡prisioneros de guerra!
—¡Es momento! vamos al asalto ¡ahora!
El ingreso de las panteras fue por la parte sur, doce hábiles fusileros daban en el blanco al ir caminando —su misión era terminar con los francotiradores— cada uno que anulaban, cuando caían a la espesa selva se les observaba su armamento de calibres altos.
—¡Fuertes armamentos del enemigo! uniformes de guerrilla centroamericana, manchas azul y blanco, alta capacidad de ataque.
—¡Enterados!
El segundo asalto fue por la parte este, doce halcones tenían como misión repeler el fuego de los tiradores apostados en los diferentes del pequeño cuartel ciudadela, a estas alturas el fuego ya era cruzado, potentes líneas de fuego iluminaban la selva, solo dando recepción en los cuerpos del enemigo.
El último asalto lo hicieron las águilas, quienes habían puesto tiras desde diferentes árboles, de tal modo que crearon puentes de tirolesa, en donde esperaban cautelosos lograr bajar a la zona de ataque, una vez recibieran la orden, desde la parte superior las águilas descendieron y a la vez disparaban en contra de los subversivos, al estar en tierra el dominio de la plaza era ya casi en su totalidad.
¡Las panteras fueron sorprendidas con una ráfaga de disparos de fusiles de repetición! perdieron la vida cuatro de ellos.
—¡Tenemos caídos!
—¡Enterado!
Con los dedos en los ojos les indicaban a los tiradores la ubicación en la selva del fuego enemigo, aventaron una bengala e iluminaron a los tiradores, ¡se observó de donde salía las flores de fuego y los halcones terminaron por anular el ataque! al encontrarse los escuadrones dentro de la casa principal de la plaza ¡ya habían tomado el área!
—¡Plaza tomada y anulada!… repito: ¡plaza tomada!
—¡Entendido escuadrones! reporte de situación al mando.
Cuando ingresaron a la casa principal de la ciudadela cuartel— una vez retirados los cuerpos de los que escoltaban a los prisioneros— lograron abrir los cerrojos de grandes puertas de madera al tirar los candados y entraron precavidos de saber que cabía la posibilidad de un ataque a mansalva, cuando alumbraron con sus linternas, vieron con sorpresa a decenas de mujeres indígenas con niños en brazos, otros pequeños de la mano de otras niñas ¡no había prisioneros!
—¡Reporten escuadrones! — nerviosos los de comando central por esperar una emboscada.
—¡Mujeres civiles y niños…! ¡solamente!
Para comando central la estrategia era clara: grupos guerrilleros de Centroamérica raptaron esposas e hijos de los indígenas para colocarlos como carne de cañón, en este intento de los norteamericanos de hacerse del sur de México desestabilizando la región y lograr apoderarse del Istmo, en una jugada maestra de Reagan, así se comprendió, así se reclamó.
El 16 de enero de 1994 el gobierno federal ofreció la amnistía para quienes hubieran participado en el levantamiento y el 21 de enero, daban comienzo las pláticas en la Catedral de San Cristóbal de las Casas, con Víctor Manuel Camacho Solís como representante del gobierno y el obispo Samuel Ruiz García, como mediador del conflicto.
El Candidato Colosio era fuertemente opacado por la presencia en los medios de comunicación masiva de Camacho Solís, consecuencia de la pacificación de Chiapas, los medios nacionales e internacionales se volcaban hacia Víctor Manuel, a tal grado, que se llegó a especular que habría un relevo en la candidatura: Camacho Solís por Colosio.
Sanborns de los Azulejos, apartado privado para asuntos relevantes, cena privada 28 de enero de 1994.
—¿Pero Colosio de donde sacas que deseo ser quien te desplace y obtenga tu puesto de candidato? — un enfrentado Camacho Solís para con su amigo de varios años.
—¡El rumor es fuerte Víctor Manuel! — contestó el joven candidato a la presidencia.
—Pero vamos, no hagas caso, tú mejor que nadie sabes cómo se manejan estas cosas, son solo especulaciones de la prensa.