Segunda parte
En esta segunda parte, abordaremos la política ambiental pues en los últimos veinte años se ha dado una enorme proliferación de tratados multilaterales ambientales e instituciones intergubernamentales dentro y fuera del Sistema de la ONU (que poco cumplimiento han tenido) y se requiere racionalizar la gestión ambiental internacional. Adicionalmente, los países en desarrollo enfrentan crecientes presiones para incorporar temas ambientales en sus políticas, en sus acuerdos de integración y en las negociaciones comerciales.
Algunos estudios plantean que el avance más importante en el último decenio ha sido el desarrollo de nuevos principios jurídicos en el ámbito internacional, en especial el Principio 7 de la Declaración de Rio sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, relativo a ‘las responsabilidades comunes pero diferenciadas, en donde se reconoce explícitamente la deuda ambiental que los países desarrollados tienen con el resto de la comunidad internacional como consecuencia de los efectos acumulativos de sus procesos de industrialización.
Pero también se constata que el desarrollo institucional y la capacidad de gestión ambiental de los países han sido insuficientes para contener los costos ambientales de la expansión económica y concentración urbana experimentados en períodos recientes, sobre todo en los países en desarrollo. Todavía está pendiente el fortalecimiento de la plataforma institucional y capacidad requerida para que las naciones puedan controlar las externalidades negativas que generan estos procesos. Esto queda de manifiesto en el peso relativo que tiene el tema ambiental en el presupuesto de los países, en donde se aprecia claramente la fragilidad y falta de continuidad de la institucionalidad ambiental. En este sentido, en los países de menor tamaño, la ayuda externa resulta fundamental.
Pero también es posible que, en parte, de esta reducida discusión y reflexión intelectual, se deba a la proliferación de generar políticas públicas ambientales con la IA (véase el libro de Innovación en inteligencia artificial para la sostenibilidad del 2024. Que contiene un capitulo sobre la Inteligencia Artificial para la Política Hídrica.)
No obstante lo anterior, la cuestión ambiental hoy en día es muy amplia y compleja como para generar una sola solución o respuesta. De ahí que para cada tema deberá aportarse propuestas.
Es muy frecuente encontrar políticas ambientales que contienen una lista de medidas y acciones a realizar, pero que no desentrañan la cuestión de fondo, es como cuando te recetan un montón de medicamentos que atenúan el padecimiento, pero no resuelven de fondo la enfermedad.
Las políticas ambientales actuales se han orientado a un enfoque regulatorio, pero dentro de ellas, podemos clasificarlas en políticas limitativas, es decir, en políticas ambientales que establecen parámetros cuantitativos ya sea para su aprovechamiento (extracción) o para emitir contaminantes, pero el resto de las políticas ambientales, sólo contemplan nuevas regulaciones (sujetas a autorizaciones, licencias y permisos en el ámbito administrativo. Aquí el rol del Estado es vital para direccionar los diferentes procesos que se requieren para construir una nueva racionalidad socioambiental que conduzca a una economía sustentable.). Y si sabemos que el problema de fondo es el crecimiento exponencial que implica mayor extracción o emisión de contaminantes, entonces, se puede intuir, que las políticas ambientales mas recomendadas o propicias, serían aquellas que fijan límites.
La relación sociedad-naturaleza, y por tanto el problema, de su aprovechamiento, es decir, obliga a identificar y relacionar límites, procesos, cambios y ritmos. Pero cabe preguntarse qué papel juega la activa intervención de los procesos naturales por si misma, pues la naturaleza también actúa, responde, cambia y se adapta.
Recientemente sabemos que hay iniciativas normativas (políticas ambientales) y jurídicas para declarar y otorgar derechos a la naturaleza por si misma, aunque su observancia siga en manos del ser humano. Tales iniciativas buscan introducir cabalmente a la naturaleza como un componente central, no sólo como escenario o paisaje sino como dinámica con legalidad y derechos propios.
De esta manera, se trata de imponer como hechos o, en otros términos, como restricción de las decisiones disponibles o como mecanismos ineludibles de reducción de complejidad. Con lo cual se ofrece la posibilidad de considerar al ambiente como una estructura que a la vez permite y constriñe al ser humano.
Ambas estructuras, la social y la de la naturaleza, se condicionan una a la otra, produciendo con ello una coevolución para entender los procesos.
En la actualidad, en un hecho ambiental, va implícito un vasto conjunto de asuntos que incluyen su función, organización, utilidad, reproducción y diversidad. No es el hecho por si mismo, sino lo que implica sobre todo en cuanto a sus interrelaciones.
Así también, hay políticas ambientales que versan sobre un enfoque espacial como resulta la regulación del territorio, como herramienta, y para fines de la planeación y regulación del uso del suelo (el ejemplo son los Ordenamientos Ecológicos del Territorio a nivel nacional, estatal y municipal, que han tenido mayor eficacia que la evaluación de impacto ambiental, y tienen un carácter limitativo en cuanto al uso o actividades).
Otra tendencia de la política ambiental, son los impuestos verdes, que se sustentan básicamente en la autoregulación vía el costo económico, pues no hay un enfoque limitativo, sino sólo un escalamiento económico, pues mientras mas emitas contaminantes mas se pagara. Y en esta misma línea de mecanismos y figuras económicas ambientales, se encuentran los Bonos de Carbono, que han servido, según los críticos ecológicos, para realizar un greenwashing o lavado verde, pero no para disminuir la cantidad de emisiones y en obviedad, quienes tienen mas recursos económicos podrán comprar mas bonos de carbono. Por último, se ha propuesto un enfoque de soluciones basadas en la naturaleza, (es uno de los mas recientes paradigmas) el cual no es erróneo, no obstante, según investigaciones, demuestran que las soluciones basadas en la naturaleza y el sector terrestre en general podrían sólo contribuir hasta con un 30% de la mitigación climática necesaria para el año 2050 (Las soluciones basadas en la naturaleza parten de la noción de que cuando los ecosistemas son saludables y están bien administrados brindan beneficios y servicios esenciales.)
Pero cada vez está más claro que la naturaleza debe estar en el centro de estos esfuerzos, y que las soluciones basadas en la naturaleza, sean incorporadas de manera reflexiva junto con las soluciones tradicionales y los objetivos basados en la ciencia, lo cual podría ser clave en la solución ambiental. Al reconocer el valor de los ecosistemas y trabajar en armonía con la naturaleza, se puede encontrar soluciones efectivas y duraderas para los problemas que se enfrentan. El desafío radica en formular nuevos paradigmas y estrategias, así como tomar medidas concretas y urgentes, y promover políticas que fomenten la implementación de estas soluciones en todas las escalas, desde lo local hasta lo global.
A guisa de conclusión, lo que podemos señalar es que hay que incrementar la discusión y reflexión intelectual para crear nuevos paradigmas a fin de enfrentar la crisis ambiental. Y como ya lo señalé, no hay una respuesta única, por ello, hay que enfocarnos en políticas ambientales por tema, de corte limitativo y basado en la naturaleza; la actualización y creación de leyes que establezcan las regulaciones pertinentes y favorezcan la coevolución; el uso consciente y racional de los recursos naturales y la educación ambiental de las futuras generaciones, como las principales estrategias para reducir el impacto ambiental negativo. En sí, se trata de estrategias variadas que se complementen entre sí, basadas en nuevos paradigmas.
Y en una nueva investigación se revela que los beneficios que la vida silvestre proporciona a nuestra vida cotidiana y son vitales para las personas, están muy subrepresentados en los debates científicos y políticos. Y el último Informe Planeta Vivo demostró que las poblaciones de vertebrados monitoreadas se redujeron en un promedio del 73% desde 1970. Estas cifras demuestran una pérdida de diversidad genética que debilita la resiliencia de la vida silvestre. Y ya han pasado dos años desde la adopción del Marco Global de Biodiversidad y aún nos falta una ruta clara para movilizar los recursos necesarios para su implementación.