Nacido en Chilpancingo, se graduó del Colegio Militar en 1963, como subteniente de infantería, y hasta 1970 fue oficial de servicio en el 50 Batallón, con sede en Guerrero. Fueron años complicados, por el auge de movimientos guerrilleros en aquel estado. A finales de los setenta estuvo comisionado en la 35 Zona Militar y casi una década después, en 1987, fue enviado a la Agregaduria Militar de la Embajada de México en Estados Unidos, de donde regresó para comandar el 18 Batallón de Infantería. Dos de los superiores que aprobaron su ascenso al generalato son Ricardo Maldonado Baca, ex comandante militar en Chiapas, en la época posterior al alzamiento zapatista, y Jaime Jiménez Muñoz, ex comandante en Oaxaca, entidades donde Aponte Polito prestó servicios también.
Como general estuvo destacado en Sonora, Chiapas, Quintana Roo y Sinaloa. Siendo comandante de la Novena Zona Militar, con sede en Culiacán, pronunció un discurso de enorme impacto mediático a nivel nacional en diciembre de 2005, donde denunciaba la corrupción en las policías locales. Lo hizo ante el gobernador priísta Jesús Aguilar Padilla, a quien “reprendió” por haber dicho que los elevados índices delictivos eran “normales”. “Un día normal –reprochó– debe ser aquél en que no se presentaran muertos en hechos violentos. Eso sería lo normal, eso nos llenaría de orgullo y satisfacción. Pero para poder evitar esos males debemos, primero, autoanalizarnos y darnos cuenta si lo que estamos realizando está bien. Que no se tome como normal la comisión de los delitos, sobre todo los violentos: asesinatos, secuestros, robo de vehículos, porque sabemos que las autoridades tienen conocimiento de cuáles son las bandas delictivas”.No pasó mucho tiempo antes de ser relevado por el entonces secretario de la Defensa Nacional, general Clemente Vega García (durante el sexenio foxista), para enviarlo a Querétaro, a cargo de la XVII Zona Militar, aunque cuando Guillermo Galván asumió la titularidad de la Defensa, el 1 de diciembre de 2006, lo “rehabilitó”, poniéndolo al frente de las “tropas del desierto”, como se denomina en el Ejército a los efectivos de las cinco zonas militares de Sonora y Baja California Norte y Sur, que a su vez conforman la Segunda Región Militar, con sede en Mexicali.En tal posición, Aponte Polito ordenó implementar la denuncia ciudadana vía telefónica como medio de recopilación de información por cuenta del Ejército. Esto habría permitido a los elementos de inteligencia militar confirmar que los soportes del narcotráfico eran los propios policías municipales. Enseguida, en operativos militares fueron desarmados los miembros de los cuerpos de seguridad locales, para analizar si sus armas habían sido accionadas en actividades criminales.
Sobrevino la reacción de autoridades locales, irritadas por estos operativos y el protagonismo del general, quien aparecía con frecuencia ante los medios informativos para denunciar a los agentes supuestamente coludidos con las bandas de secuestradores, narcotraficantes y asaltantes.
El entonces procurador de Justicia de Baja California, Rommel Moreno, le exigió pruebas de aquellas denuncias públicas. En respuesta, Aponte Polito emitió la primera carta pública precisando nombres y circunstancias, y formulando diversas interrogantes sobre las acciones de las autoridades contra la delincuencia.
POR: AGENCIAS