La dirigencia del PRI ha llamado a repensar lo ya pensado. Ha caído en el gambito del presidente, hábilmente pensado para allanar el camino hacia continuidad de su proyecto electoral, mediante la división o extinción de la alianza opositora.
El asunto viene de la decisión del PRI de convocar a la reflexión sobre la reforma eléctrica propuesta por el presidente, y propone debatir lo mismo que su partido propuso y llevó a la Constitución, revisar las que fueron sus certezas y convicciones, sobre las cuales llegó a consensos, que ahora se dice fueron obtenidos por sobornos, entre paréntesis, supuestamente entregados por un corrupto que dice lo conveniente para salvar su pellejo, pero todos coincidieron en la necesidad de abrir a la iniciativa privada la generación de electricidad como medida necesaria para garantizar el suministro futuro, hacerlo con energías limpias y aceptaron además, que reconvertir la infraestructura existente para producir con menores costos requería de recursos económicos fuera del alcance de la situación económica de la empresa, lo que no ha cambiado.
El dirigente nacional del PRI, en su artículo publicado el día 14 de octubre en El Universal, lo reconoce y reproduzco; “los grandes consumidores eléctricos tienen la posibilidad de suscribir contratos bilaterales con cualquier suministrador calificado, ser socios autoabastecidos o comprar directamente en el mercado. Esta libertad y flexibilidad los ha llevado a disfrutar de energía barata para ser competitivos, generar empleo y poder brindar sus servicios y productos a un menor precio que si tuvieran que pagar más por su electricidad.”
De la misma forma, acepta que la CFE, “tiene el monopolio constitucional en transmisión y distribución. Es decir, es la única dueña de la infraestructura de transporte de electricidad y la única capaz de prestar ese servicio y es correcto que así sea. Opera con una tarifa regulada por la Comisión Reguladora de Energía (CRE). La participación de los privados se limita a la generación y a la comercialización de energía. Los usuarios pequeños son atendidos por el suministrador de CFE conocido como CFE Suministrador de Servicios Básicos (CFE SSB), mientras que los consumidores con una mayor demanda pueden optar entre varias opciones de suministro entre las cuales está también CFE SSB”. Es decir que pueden comprarle a CFE pero no lo hacen, por la sencilla razón de que es más caro.
Llama a preguntarnos una obviedad; si queremos los mexicanos tener acceso a energía más barata y si ésta puede venir de operadores privados o del monopolio estatal. En pocas palabras, la dirigencia nacional del PRI le hace al tío Lolo. Todas esas consideraciones y respuestas se encuentran en la exposición de motivos de la reforma eléctrica que su partido impulsó y hoy se intenta revertir. La actitud revisionista de sus propias convicciones y de los consensos de su partido, explica porqué ahora ese instituto político está en sus más bajos niveles de aceptación y con perspectiva descendente.
No es de ahora, pero lo que antaño eran vaivenes entre el centro y la izquierda moderada, la socialdemocracia que representaba el PRI, fue perdiendo identidad, se tornó actor acomodaticio al servicio de los intereses de sus cúpulas, alejándose cada vez más de la militancia, debilitando sus estructuras y perdiendo contacto e identificación con sus bases.
Ahora, la percepción es que el partido ha pasado a ser un escudo y salvaguarda de intereses particulares, arrinconado y dispuesto a negar y traicionar no solo sus principios, sino el proyecto de nación que se fue construyendo, incluso con la participación de los otros partidos. Decir que sí a la alianza electoral opositora, pero a la vez, prestarse a discutir obviedades es de una hipocresía insultante.
El presidente no necesita una reforma para que los productores independientes de energía dejen de comercializar sus excedentes, ni para que la CFE priorice la energía que sube a sus redes de distribución, le basta con bajar el switch. La CFE ya cobra por el uso de su red eléctrica y puede negarle el acceso a quien quiera. Lo que no le gusta es que haya un organismo regulador, la CRE, que norme y le impida obrar, sin contrapeso alguno, en el mercado.
En su afán de empoderar a la CFE, poco le importa que la industria, que genera empleos y divisas pague cara la electricidad que consume, o que productores y empresas que generan empleos y riqueza, no produzcan su energía y paguen cara la misma, repercutiendo en el precio al consumidor, el pueblo pobre al que dice engañosamente que bajará las tarifas. Basta revisar un recibo para darse cuenta que el subsidio existente es alto y concluir que la demagogia nacionalista encerrada en la actual iniciativa presidencial, con la cual disfraza su intención electoral, costará más y gravitará negativamente sobre las finanzas nacionales.
Por eso la intención revisionista de la dirigencia nacional del PRI, suena a complicidad convenenciera, a mezquindad ideológica y política. Triste papel para un partido que con sus errores y aciertos construyó un país de instituciones democráticas y puso límites, con dialogo y consensos, al autoritarismo y mesianismo de sus presidentes.