Rubén Cortés
El sistema político castrochavista de este gobierno se ve mejor en Pemex, que en todo lo demás:
1.- La industria del petróleo está dirigida por un especialista en raíces de las plantas.
2.- Este camarada, de 10 por ciento de capacidad técnica y el resto de fidelidad al jefe, produce 1.8 barriles diarios de petróleo; mientras que durante el gobierno pasado se producían 2.5 millones de barriles diarios.
3.- El desprecio por el conocimiento en la principal industria nacional, provocó que hoy Pemex se haya atrasado medio siglo. Por ejemplo, en julio pasado bajó a su nivel mínimo de 44 años en la producción de crudo.
Es un desastre absoluto, y es producto de la reforma energética que implantó este gobierno para eliminar la que había consensuado el anterior con todos los partidos políticos, y después de cientos de foros públicos entre especialistas y obreros del sector.
Lo curioso es que el presidente dijo que su reforma sería fenomenal porque produciría 2.5 barriles diarios de petróleo: o sea, los mismos barriles que con la reforma que eliminó. Pero ni siquiera lo consiguió, y ahora produce apenas la mitad.
Sí: repitió la barrabasada de la cancelación del aeropuerto de Texcoco, al cual sustituyó remendando el aeropuerto militar de Santa Lucia y convirtiéndolo en comercial, un proyecto que Financial Times consideró “la mayor estupidez de la historia”.
El aeropuerto de Santa Lucía costó 116 mil millones de pesos, mientras el total de dinero perdido por la cancelación del aeropuerto de Texcoco fue de 332 mil millones, según la Auditoría Superior de la Federación.
Castrochavismo a pulso: el dictador Hugo Chávez hundió a Venezuela, empezando por la industria del petróleo: en abril de 2003 echó a 17 mil 871 profesionales del monopolio estatal PDVSA, y usó el presupuesto de PDVSA en sus programas sociales.
PDVSA necesitaba una inversión anual de cuatro mil millones de dólares para mantener su nivel de producción de antes de Chávez, pero Chávez metió aquellos cuatro mil millones de dólares en sus planes de compra de voto en las capas más pobres.
Dos décadas después de aquella estupidez histórica de Chávez, su dictador sustituto, Nicolás Maduro, declaró a PDVSA en “emergencia nacional” y colocó como director a El Aissami, un político buscado por narcotráfico en Estados Unidos.
Bueno, pues Maduro acaba de encarcelar a El Aissami porque dirigía una red delictiva que desviaba a sus bolsillos, y no a los de Maduro, la comercialización del petróleo venezolano vendido a través de varios intermediarios.
En eso consiste el castrochavismo: en gobernar sólo con base en sentido de cártel político, no en efectividad técnica. Un error. Y un error lleva a otro, hasta que juntos forman…
Una cadena de errores.