En el reino caleidoscópico donde convergen el dibujo, el arte y la imaginación, Pedro Friedeberg se erige como un inquieto creador de nuevos espacios. Reconocido por sus creaciones caprichosas y una mezcla distintiva de diseño intrincado, Friedeberg cautiva inexplicablemente la mirada del espectador en cada una de sus obras que, de una manera pudieran parecer complejas adivinanzas, llenas de pistas, y de signos donde uno asume algún tipo de codificación. Según Pedro, no hay mensajes ocultos.
Un viaje por espacios propios:
No son de nadie, sino de él mismo. Nacido en Florencia, Italia, en 1936, Friedeberg es un fascinante tapiz de conocimientos. Criado en la Ciudad de México, se inspira en el caos y la agorafobia, el exceso de iconografía milenaria azteca o maya heredada de cualquier mexicano (los mexicanos nacen donde se les pega la gana decía Chavela Vargas), los colores vibrantes, las texturas y el folclore de su entorno. En su juventud, hace un intento de estudiar arquitectura en la Universidad Ibero Americana, en 1957, pero no le parece razonable parecerse a Mies van der Rohe, Philip Johnson, Kahn y Jacobs en la terrible simetría del Edificio del Seagrams, prefiere a Gaudí y la Sagrada Familia. Abandona la carrera aburrido en el tercer año, eso habla bien de él.
Su generación de artistas en el tiempo se le conoce como el movimiento de la Ruptura en México. El movimiento de la Ruptura surge en la década de los años 50 , y aglutinaba a un grupo artistas mexicanos y extranjeros refugiados de otros países en México, refugiados por esto de la Segunda Guerra Mundial, que influyeron en el arte mexicano. Estos artistas de la Ruptura pretendían tener valores más cosmopolitas, chic y apolíticos, buscaban generar un rompimiento de discurso de los límites impuestos por el Muralismo y generar una entrada franca al formato chico, de caballete, para colgarse en galería. Es lo que podemos considerar como la gestación del arte moderno en México de una manera vista desde un vértice de importación internacional. Y es la obra que le da inventario a las galerías para generar un mercado del arte hasta nuestros días, por ejemplo, las Galerías de Antonio Souza o las Pecanins. Cabe mencionar, que México es una realidad continuamente fragmentada y que hay otros movimientos artísticos que también se dan en México, además del Muralismo y la Ruptura, algunos más extremos, más intelectuales, más mexicanos y más interesantes, ya que México se nutrió de grandes generaciones de intelectuales, escritores, músicos y poetas extranjeros. Tenemos una diversidad creativa de movimientos que vale luego la pena mencionar como los “Estridentistas”, los “Grupos”, “Realismo Mágico” o los “No Objetuales”, pero sobre todo, lo importante de la historia del arte mexicano, son saber de los agentes de cambio de otros países como García Márquez, Álvaro Mutis, Tina Modoti, Rodolfo Halffter, Simón Tapia Colman, Conlon Nancarrow, Helsig Gas, Mathías Goeritz, todos generaban una gran sopa de pensamiento, intercambio de ideas, rivalidades, posturas, sobre todo la línea de trabajo era libre, era un gestación que formaba una gran nube de arte, que no hay manera de delimitar o agrupar claramente, y normalmente lo que mejor define todo es la palabra “independiente”.
Manos como iconos, son signos y son símbolos:
Friedeberg vive fascinado por las grecas, un adorno consistente en una faja más o menos ancha en que se repite la misma combinación de elementos decorativos, y especialmente la compuesta por líneas que forman ángulos rectos. Su obra está llena de alfabetos, señales, banderas, huellas, caballos, soles, elementos básicos de composición, ordenados en una línea de arranque, elementos visuales en yuxtaposición, en búsqueda de significado, y de resignificado, todos en una lucha muy delicada por el espacio, tensión evidente, que se transmite a la mirada del observador y genera esa ansiedad en la mirada, donde un milímetro puede ser la diferencia.
En un estilo Barroco, Hiperbarroco y Rococó, agorafóbico, la suma de grecas, signos, formas y símbolos nos remiten siempre al laberinto, lugar formado artificiosamente por calles y encrucijadas, para confundir a quien se adentre en él, de modo que no pueda acertar con la salida. Sin embargo el concepto de laberinto tiene un karma milenario que no deja nunca su carga de significado. El laberinto aparece simultáneamente en varias partes del mundo, de forma notablemente similar, se pueden encontrar laberintos, laberintos en pinturas rupestres y laberintos en artefactos del mundo antiguo; desde la Edad del Bronce en España, hasta Irlanda y la India; del norte de África hasta el suroeste de Estados Unidos. En estas culturas y, en muchas otras el laberinto transmitía ideas sobre un meandro, el camino mismo como destino. Herodoto en el siglo V, escribe sobre los laberintos, diciendo como las pirámides de Egipto no pueden tener descripción y cómo el laberinto egipcio supera a las pirámides.
Observar la obra de Pedro, es una sensación de tratar de salir de ese imaginario, o tratar de resolverlo en el caso de la presencia de alfabetos, pero siempre intervenido por espejos que no permiten definir el principio o el final, hay cierta sensación de un camino infinito.
Pedro es un arquitecto de la antigüedad, que diseña las sillas, las mesas, las jaladeras de los cajones, las ventanas, una suma de detalles pensados para llegar a un todo. No se puede explicar el arte de Friedeberg sin generar a su vez un texto barroco. Hay que recordar que el gran secreto de la humanidad, es el secreto de la construcción, de la arquitectura, los masones se inician al guardar el gran secreto de la construcción de catedrales góticas cuando una catedral podría tardar 300 años en hacerse. Dentro de la catedrales de Friedeberg hay sillas, telones, altares, torres, letras, amontonados en una gran tramoya que se turnan en distintos momentos la salida al escenario. Por tomar un ejemplo hay la obra de las sillas donde agota todas las formas de las sillas dibujando sesenta sillas de todo tipo, cuando Kosuth solamente usa tres.
La arquitectura es una forma de integración de todas las artes,Formado como arquitecto, sin computadora o auto CAD, la obra artística de Friedeberg a menudo refleja su profundo oficio de los principios arquitectónicos. El dibujo y la capacidad de expresión. Sus intrincados patrones y diseños laberínticos transportan a los espectadores a espacios fantásticos donde la realidad se desliza hacia otros pasillos. El verdadero artista, como diría García Lorca, los que nos son modistos del arte, trascienden las categorizaciones tradicionales, son nuevas experiencias a la mirada y luego a la mente. Friedeberg genera un sello inconfundible, “es un Friedeberg”, en sus dibujos, pinturas y esculturas, igual hasta sus muebles y diseños arquitectónicos, su creatividad tiene una personalidad propia y un estilo definido. Cada pieza, dibujo, maqueta, juguete, es un portal a su propuesta de un realidad alternativa que le pertenece, que invita a los espectadores a abrir ese portal y a pedir más, a escapar de lo ordinario y sentarse sobre su silla mano, entrar a tomar té y a conocer de nuevo a Alicia. Hay un karma de la generación de Pedro, que vivía un México en transición en lo sesentas, un super boom de economía, una dictadura perfecta, la carrera espacial, la bomba atómica, un México que trata de ser moderno, el campus de la UNAM como el inconsciente colectivo de un centroide de talento arquitectónico y cultural. Es un México visto por su potencialidad y no por lo que es.
El sentido del humor es un nivel adicional de inteligencia, Friedeberg pertenece a una generación de artistas que tenían un gran sentido del humor y Friedeberg lo utiliza como un elemento de composición e inclusive una manera de relacionarse con su cliente y con su mercado. La carga importante de su obra es la actitud. Yo la primera referencia que tengo de Friedeberg de manera concreta como persona, es por su socio Javier Girón amigo de mi padre y la anécdota de la galería de arte “La Chinche”, la cual según el relato de Javier mismo “nadie atendía la galería”, sólo la usaban para jugar ajedrez, Pedro y él. En el relato sigue diciendo que gente caminando en la calle, como “Manuel Arango”, que pasaba por ahí, les dejaban notitas escritas por debajo de la puerta cerrada, por no haber nadie atendiendo la galería, cuando había interés de comprar alguna obra colgada ahí. Misma nota que probablemente no leían nunca.
Legado e impacto:
El arte debe de ser un proceso de actitud, en una especie de análisis semiótico de Umberto Eco, uno debe de tratar de leer la poética del artista, la lectura de una obra es un rastro de su experiencia. Como figura clave del movimiento de la Ruptura en México con su universo caprichoso. Friedeberg prefería dar instrucciones por teléfono a quienes producían su obra, es decir, era ya un ejecutivo del arte, ahora usual de cualquier artista, y no respeta las fronteras del diseño, interiorismo, política, etc. En sus propias palabras: “Mi arte es irracional, es metafísico, absurdo, mágico y místico. Es un juego entre el consciente y el inconsciente”. -Pedro Friedeberg
Conclusión:
Pedro Friedeberg nos invita a desviarnos hacia lo extraordinario. A través de sus creaciones Frideberescas, nos invita a cuestionar, explorar y abrazar las posibilidades ilimitadas de la imaginación. Mientras navegamos por el laberinto de su arte, no sólo somos testigos de lo fantástico sino que nos convertimos en parte de ello como viajeros imaginativos.