Hay frases que definen todo el contenido de un discurso, y hay discursos que ocultan en una retórica “renovadora”, la verdadera intención tras las palabras y actitudes. En la reciente Asamblea Nacional del PRI hubo un deslinde tajante del neoliberalismo, expresado secamente por el coordinador de la bancada priista en la Cámara de Diputados. Rubén Moreira, resumió en un tuit la decisión de la 23 Asamblea Nacional: “le dimos una patada al neoliberalismo que nos impusieron desde el poder”.
Además de reflejar el oportunismo y la actitud convenenciera y marrullera de la cúpula priista, esa frase revela la condición humana de quienes ahora dicen representar a la militancia priista. Ninguno de ellos es ingenuo o improvisado en la política nacional. Su militancia en el PRI es de largo alcance, Alejandro Moreno presume más de 36 años en posiciones de dirigencia y representación popular y lo mismo puede decirse de Moreira y no se diga de Murat padre, a los que la “imposición del neoliberalismo” siempre les quedó como anillo al dedo.
Lanzarse así contra las decisiones que ellos mismos aplaudieron y apoyaron desde sus respectivas responsabilidades solo refleja la actitud de servilismo y oportunismo que caracteriza a esa generación trepadora de las escaleras del poder, sin un mínimo de convicción y solo con ánimos de aprovechamiento para el lucro personal y el fortalecimiento de su ego. Es muy cómodo refugiarse en el propio discurso del gobierno actual, para culpar, al igual que lo hace el presidente López Obrador, al neoliberalismo de todos los males y desviaciones que nos tienen en la situación actual. Eso les permite eludir que la principal causa de la debacle priista, de la paulatina pérdida de presencia en las clases populares, del abandono de las causas sociales, es la indiferencia, la socarrona participación en la política de pasillos y cafés y sobre todo, la desmedida ambición y corrupción de la que han sido parte, cuando menos por omisión o consentimiento. No señores, no fue el neoliberalismo y deslindarse vergonzantemente de él, no los libra de la responsabilidad o de la irresponsabilidad ante su propia militancia.
En su discurso ante la Asamblea Nacional reciente, Alejandro Moreno, además de revestirlo con lugares y frases comunes, se solazó en exhibir los logros de los gobiernos priistas que colocaron a México entre las 20 economías más potentes del mundo, que introdujeron la seguridad social y que extendieron la cobertura de los servicios eléctricos, llevaron las comunicaciones al nivel del siglo XXI, sin embargo elude decir que fueron los gobiernos priistas que hoy tachan de neoliberales los que lograron tales hazañas.
Durante años, el discurso revolucionario de reivindicación de masas, fue el sustento del ideario priista, pero cuando las reivindicaciones sociales fueron avanzando, se hizo necesario modernizar discurso y actitudes al mismo ritmo que la sociedad cambiaba de rural a predominantemente urbana. La filosofía del régimen cambió y se siguió construyendo, pero la renovación del pensamiento no tuvo el acompañamiento de la clase política dominada por mercaderes y oportunistas.
El diseño de país estaba bien, los presupuestos equilibrados y la salud de las finanzas así lo indicaban, el andamiaje estructural y legal, estaba construido, incluso la pobreza y la desigualdad empezaban a descender, el problema fue, lo que hicieron los políticos con ese diseño y sus presupuestos, convertidos en bolsa abierta para los audaces e irresponsables. Deben reconocer que no fue el sistema neoliberal, fueron los hombres del poder los que causaron el hartazgo de la sociedad, solo así se explica que se haya volcado para apoyar con votos al político que se asumió, y sigue haciéndolo, como diferente, que presume honestidad (?), que se acerca a la gente y por ello tiene niveles altos de aceptación a pesar de los pésimos resultados de su administración.
La sola frase que patea al neoliberalismo, haciendo suyo el propio discurso gubernamental, exhibe a la “oposición” en sus intenciones. Carentes de propuestas que puedan vencer el clientelismo gubernamental y ansiosos por no perder sus islas de poder, anuncian una actitud colaboracionista pretendiendo que con eso habrán de conservar o rescatar, algo de poder, votos y simpatías que tienen perdidas. La miopía que les caracteriza no les da la visión de largo alcance que la nación necesita y que la clase política, de cualquier sello, que siga a esta administración, necesitará para recuperar y salvar al país de una crisis que se avizora ante una economía sostenida por alfileres y una situación financiera que no cruje porque las obligaciones se han estado difiriendo.
Con el gobierno de un solo hombre, las instituciones en crisis, el traslado de responsabilidades a la estructura militar y el casi 70 por ciento de los votantes a favor, no les sorprenda que la situación para la oposición empeore, así hagan mayores intentos con mimetizarse con el régimen o medrar bajo su sombra.
Ante eso, los que creemos que puede haber esperanza en un cambio por la acción de la oposición organizada, creo que tendremos que esperar a una nueva generación de políticos porque ésta ya pateó el pesebre, y el que traiciona una vez traiciona siempre.