Después de ver la enésima repetición de su colmado Zócalo, tras escuchar los mismos lugares habituales -el lugar habitual es el lugar común del individualista–, uno se da cuenta de algo sencillo: el presidente comienza a luchar contra el sol del poder: se niega a reconocer el ocaso y celebra, con monótona insistencia y cursilería, el triunfo del pueblo hace cinco años y la alborada de su gobierno.
Decir, esta conmemoración es para celebrar el triunfo del pueblo es una zarandaja. O una mentira. El pueblo no ganó nada. El conjunto nacional –120 millones de personas–, no expresaron voluntad absoluta en favor de Morena. Morena ganó con esa cantidad de sufragios. Los demás, no. Noventa millones de mexicanos también son pueblo.
Pero independientemente de eso, sobre lo cual ya se ha abundado mucho en los sesenta meses, se afirma: el presidente le habla a su base, al conjunto duro de sus electores. Y yo no lo creo. Esos no necesitan ningún estímulo para su chairismo.Ya están convencidos y así van a morir cuando les llegue su tiempo.
No; el presidente colma el Zócalo porque le resulta satisfactorio, porque esa multitud no son sus seguidores, es su espejo.
En una de sus más delirantes frases, Andrés Manuel López Obrador dijo al comienzo de su mandato presidencial: yo ya no me pertenezco; le pertenezco al pueblo.
Por eso ahora nos ha dicho: el aniversario del triunfo del pueblo, porque el pueblo soy yo. El Zócalo no es un espacio lleno de gente; el Zócalo es un espejo de vanidad, Narciso reflejado en la multitud, con el rostro mitológico se reflejaba en el choque del agua contra la luz.
Una idea refuerza mi punto de vista sobre la inutilidad de hablarle a la base. La reproduzco de Luis Estrada, Director de SPIN. La escribió el año pasado, pero como todo es repetitivo en estas celebraciones, tanto como en las conferencias matutinas, vale todavía:
“…Poco después de cumplir cuatro años al frente de su administración, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) cumple hoy 1,000 conferencias de prensa, conducidas de lunes a viernes, desde Palacio Nacional, de acuerdo con las cifras de seguimiento que hemos llevado a cabo desde SPIN.
“Durante la evolución de las conferencias, el presidente AMLO encuentra en este último año su momento más crítico, no sólo en términos de audiencia, puesto que cada vez menos personas se interesan en verlo, sino en el contenido ya que ha incrementado, dramáticamente, los ataques a sus adversarios, reales e imaginarios, en vez de resaltar logros y avances de su gobierno…”
“Esto de los ataques a los adversarios, se nota de manera muy clara en el mensaje del quinto aniversario de su victoria. Leámos:
“…traficantes de influencia y políticos corruptos del más alto nivel del antiguo régimen, y a él le obedecen los encargados de los partidos, muchos abogados marrulleros del Poder Judicial, intelectuales acomodaticios y periodistas alquilados o vendidos.
“Aunque a todos ellos los une el clasismo y el racismo, como paradoja, eso mismo los obnubila, les impide aceptar y ver que poco a poco, entre todos los que enarbolamos la bandera del humanismo mexicano, poco a poco fuimos promoviendo un cambio de mentalidad que se consolidó con los hechos de un gobierno guiado por ideales y principios, honesto y promotor de la justicia social.
“En vez de entender esta nueva realidad… los reaccionarios de nuestro tiempo cada vez enseñan más el cobre, ofenden la inteligencia de la gente, insultan, actúan con prepotencia y creen que con campañas de mentiras y calumnias van a reconquistar el gobierno.
“Tan sencillo que sería el que ofrecieran disculpas por todas sus fechorías y sinceramente se comprometieran a cambiar, a no discriminar a nadie, a no humillar, a no engañar ni a robar a los demás”.
Lindo, lindo…