- El gobernador tiene varios flancos abiertos
- Vendrá Santiago Nieto con López Obrador
- Alejandro Ochoa, un alcalde en desgracia
- Desde Manuel Trejo, ningún edil en prisión
“El final se acerca ya”: Sabino
Sí hay quinto (año) malo.
Francisco Domínguez Servién está cosechando lo que sembró: Un partido dividido, asuntos judiciales con varios flancos abiertos y un gobierno estatal plagado de casos de corrupción documentados por la Entidad Superior de Fiscalización (ESFE).
Así las cosas, no es un secreto -sobre todo entre panistas-que el sectarismo marcó la elección intermedia en 2018, cuando sus aliados fueron en las principales carteras al senado, alcaldías y diputaciones locales y federales.
Hizo a un lado el perfil del nefasto alcalde vendedor Marcos Aguilar Vega y decidió impulsar los perfiles de Mauricio Kuri y Lupita Murguía, en acuerdo con el candidato presidencial del PAN, Ricardo Anaya Cortés.
Pero no solo eso, en el camino cortó cabezas como la de Armando Rivera Castillejos, que decidió no jugar más en el equipo, hasta que deje la dirección técnica el señor Domínguez.
Las presiones y diferencias no quedaron en el tema electoral: Cuando Marcos Aguilar Vega, hoy diputado federal, decidió asomarse y cabildeaba la posibilidad de dejar al PAN para ir como candidato al gobierno estatal por alguna otra firma, el gobernador ordenó la detención del ex secretario de Gobierno de su administración municipal, Manuel Velázquez Pegueros y otros más por presuntos actos de corrupción.
Solo así se aplacó el ex alcalde.
La misma receta utilizó esta semana, cuando ordenó detener al locuaz edil de Colón, Alejandro Ochoa Valencia, del que le cuento enseguida.
Así ajusta cuentas el señor gobernador: Siempre controlando todo.
En esas estaba, con una sucesión más o menos tranquila. De hecho, el senador Mauricio Kuri participó en un encuentro con el director Jurídico de presidencia de la República, Julio Scherer, en el que se habló de la elección queretana del 2021. Y, como sucede en ese tipo de citas, el contenido de la misma debió quedar en secreto.
El problema es que a Kuri lo acompañaron tres empresarios queretanos que han comenzado a presumir su participación y divulgaron detalles de la reunión, que incluyen una especie de pacto Scherer-Kuri, para una elección benéfica al senador.
Eso, revelar lo que ahí comentado, podría romper el supuesto acuerdo.
Pero siguiendo con Domínguez Servién, éste ha visto cómo su suerte ha cambiado en el último mes.
De ser, dicen sus apologistas, “el mejor gobernador de México”, pasó a ser el rostro de la corrupción por las llamadas reformas estructurales. Él, siendo senador, habría recibido decenas de millones de pesos y la gubernatura de Querétaro por votar a favor de los intereses del PAN.
De hecho, Milenio hizo un interesante recuento de los gobiernos entregados por Enrique Peña Nieto a quienes apoyaron sus temas legislativos:
En 2015 se reveló el audio de una supuesta conversación telefónica entre Francisco Domínguez Servién y Carlos Mendoza Davis cuando aún eran senadores porque hablan del Pleno. Mencionan a alguien identificado como Kors –ahora sabemos que sería el entonces secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien les entregaría algo.
Según el subtitulado del audio, al destacar la imagen de Domínguez se lee que “se compromete con seis mensual” hasta “el día de la elección”. Mendoza cuestiona: “¿Qué te compromete después?”, a lo que el queretano responde: “Pagar chingón”, para después preguntarle a su vez si ya fue con esta misma persona y decirle que él le explicará la retribución por un apoyo.
Domínguez Servién y Mendoza Davis fueron parte de la burbuja panista que en el Senado se alió con el PRI, un grupo de calderonistas y personajes prominentes en sus estados que no habían dado el salto definitivo para hacerse del gobierno local.
El gran derrotado fue el PRI: perdió protagonismo en la negociación que fue conducida por los operadores del presidente Peña y, dos años más tarde, inició su debacle: primero en seis gubernaturas ante el PAN –entre ellas la de Querétaro- y en 2018 cayó al tercer lugar en la elección presidencial.
En 2016, registra el conteo de Milenio, otros antiguos senadores lograron convertirse en gobernadores: en Tamaulipas Francisco García Cabeza de Vaca, en Aguascalientes Martín Orozco, incluso los ex priistas abanderados por el PAN lograron la victoria: José Rosas Aispuro y Carlos Joaquín González en Quintana Roo. El PRI también perdió Veracruz en ese año a manos del PAN y después también tendría que entregar el gobierno de Nayarit a ese mismo partido.
Hoy, tras el mega proceso por el irán documentándose y quedará exhibido, seguramente, el expediente Querétaro, donde Francisco Domínguez cobró y “pagó chingón”, mientras el voto ciudadano era tirado por el retrete de la Secretaría de Gobernación.
Así, la ruta crítica del aún gobernador Domínguez, se complica: Tiene un PAN estatal dividido y agraviado y, por otro lado, se viene una investigación a fondo por el tema Lozoya. Con dos agregados: El miércoles estará aquí el presidente Andrés Manuel López Obrador y probablemente hablarán en privado del tema. No creo que le vaya bien a Domínguez Servién.
Dos, se viene la investigación contra su gran amigo, al que no niega y del que ha reconocido públicamente haber recibido financiamiento, Javier Rodríguez Borgio…. y su relación con Los Zetas de España.
Mañana escribiremos de eso.
Pancho Sufre.
-OÍDO EN EL 1810-
Seguridad.
Éste será el tema de la reunión que encabezará el Presidente Andrés Manuel López Obrador en Querétaro el próximo miércoles. Le acompañará, entre otros colaboradores, el titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto Castillo.
Doy fe.
-¡PREEEPAREN!-
Por fin.
Alejandro Ochoa Valencia -el primer alcalde en prisión preventiva de las últimas décadas en Querétaro- es un hombre sin escrúpulos, sin lealtades y sin partido. Y no, no es un preso político, como se pretende. Es un político preso, de medio pelo, pero político. Está en la cárcel por los millones de pesos desviados presuntamente del erario público, como detectó la Entidad Superior de Fiscalización del Estado en la revisión de la cuenta pública de 2017, uno de los cinco años que duró al frente del Municipio de Colón.
A Ochoa, al igual que otros personajes de este sexenio, se le atribuyen tropelía y media, escándalos y más, por los que debió procederse hace mucho, pero al gobierno de Pancho Domínguez le falló, aquí también, el timing y eso explica que se vea todo como una simple venganza política. Revancha, sí, en la decisión de actuar, pero hay fundada presunción de delitos cometidos por el munícipe en el desempeño de sus funciones.
Vayamos por partes.
Alejandro Ochoa, con más ambición que talento, es -como le decía-un hombre sin escrúpulos, sin lealtades y sin partido. Y si no les gustan sus principios, tiene otros, Groucho Marx dixit.
Formado, es un decir, al lado de las hermanas Montes Trejo -Ana Luisa y Elvia- en el comercio, especialmente en la compraventa de granos y tierras, ha navegado por diversas organizaciones políticas. Estuvo en el PAN, luego en el PRI, en donde hasta fue dirigente de la CCI gracias a Gloria Peralta, luego otra vez en el PAN y últimamente estaba en pláticas con Morena y partidos chiquitos en su loco proyecto de ser ¡gobernador del Estado!
Ahí fue donde la puerca torció el rabo, diría el porcicultor. Porque no es lo mismo sumarse al proyecto de Pepe Calzada, como lo hizo en 2009 al irse del PAN al PRI junto con Héctor Samuel Lugo Chávez y luego hacer el paso de la muerte con Pancho Domínguez en el 2015, que desear la silla del señor.
Fuentes regularmente bien enteradas me cuentan que Ochoa fue a ver al gobernador para comentarse su sueño de relevarlo y que el jefe del Ejecutivo lo escuchó entre divertido y sorprendido, dándole, ahora sí que, el avión.
Sí, claro, Alejandro, camina, le habría dicho. El caso es que se la creyó, anunció su aspiración y exigió un proceso abierto, pensando que ganaría la candidatura, a pesar de que, tengo otros datos, obtuvo menos votos en su segunda elección a la presidencia municipal que en la primera.
Pero eso no importa. Alejandro decidió jugársela toda y hasta criticó la conocida intención de Pancho de impulsar a Mauricio Kuri como candidato de unidad, recordándole la derrota de Manuel González Valle en 2009.
Y como ni así, entonces decidió irse otra vez del PAN (aunque ahora digan que nunca fue militante) y ofrecer su “capital político” a otros partidos, en donde no se sabe haya sido aceptado, a pesar de esa defensa del diputado federal de Morena, primo de las señoras Montes de Ezequiel Montes.
Desesperado, Ochoa -al que nomás le dieron el avión- amenazó con embargar el Aeropuerto Internacional de Querétaro por supuestos adeudos del predial, como mucho antes lo hizo con el mismísimo Jefe Diego Fernández de Cevallos, a quien erróneamente se le quiere atribuir ahora el “muertito”. Y no solo eso, loco de descontento con su cargamento, vino a la ciudad y le montó, la semana pasada, una protesta a Tonatiuh Cervantes, el influyente secretario de Desarrollo Social, quizá el colaborador más cercano, en de los asuntos personales de Domínguez.
Esa fue la gota que derramó el vaso.
Entonces sí, exhumaron las observaciones de la ESFE del 2017 (faltan los años más interesantes).
Atrás quedaron los escándalos, como aquél de su enfrentamiento con policía federales en Avenida Candiles, acompañado de su secretaria-asistente-traductora, conocida como la Señorita Laura; lo del video de aquél colaborador -Oscar Retana Rivera, “el buen anfitrión”- pidiendo moches mientras cortaba algo parecido a la cocaína y ofrecía alcohol, droga y sexo; lo de sus agresiones en contra de periodistas, las quejas de empresarios por supuestas extorsiones y mucho más.
Todo se le perdonaba a Alejandro Ochoa, quien tuvo además la habilidad para acercarse a la Iglesia, aprovechando la ubicación estratégica de la Basílica de Soriano y lanzar su iniciativa para colocar un Cristo de cantera de más de 30 metros, más alto que el de Brasil, en el Cerro de las Cruces. Bueno, hasta se vestía de centurión romano y participaba en los ritos de Semana Santa.
Hoy vive su propio Víacrucis.
-¡AAAPUNTEN!-
Histórico.
Pasó casi medio siglo para que otro presidente municipal queretano cayera en la cárcel.El único antecedentes es el de 1973, cuando el gobernador Antonio Calzada Urquiza procedió en contra de Manuel Trejo Vega, que fue su interino en el Ayuntamiento de Querétaro del 25 de febrero al 30 de septiembre de 1973.
Cercano al mandatario estatal Juventino Castro Sánchez, Manuel Trejo Vega fue regidor del arquitecto y supervisor enérgico de todas sus cuentas, sin imaginar que sería el sucesor.
En cuanto llegó al gobierno estatal, Antonio Calzada Urquiza procedió en su contra y lo encerró en la antigua cárcel de la Casa de la Corregidora, en el mismo edificio en donde ambos despacharon.
De allá para acá hay varios desaforados, incluido uno de Tequisquiapan, Francisco Alday. Y mucho antes el alcalde capitalino Arturo Domínguez Paulín, siendo gobernador Agapito Pozo Balbás. Pero ninguno de los dos pisó la cárcel. Sólo Manuel Trejo Vega y ahora Alejandro Ochoa .
Sic transit gloria mundi.
-¡FUEGO!-
Protocolo.
El agente que le leyó sus derechos a Alejandro Ochoa Valencia le preguntó si era extranjero (¡!), si entendía el español (¡!) y si necesitaba intérprete (¡!). Solo faltó que el detenido contestara que ya tenía traductora. (La Señorita Laura).
¡Porca miseria!