“Unos magos vinieron de Oriente a Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el recién nacido, el rey de los judíos?, porque vimos en Oriente su estrella y hemos venido con el fin de adorarle. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”.
Así reza el evangelio de Mateo que nos narra la llegada de los tres reyes magos que, según la tradición cristiana, viniendo de oriente y siguiendo una estrella, llegaron a Belén un 6 de enero para adorar al Niño Jesús nacido en Nochebuena. Sus nombres eran: Melchor, el de más edad, con barba larga y canosa; Gaspar, de barba castaña; y Baltasar, de tez oscura. A Melchor, le correspondió regalar oro, con el que reconocía al Niño Jesús como Rey de Reyes; Gaspar llevó el incienso, cuyo aroma se ofrecía a la divinidad e identificaba a Jesús como Dios; y Baltasar fue el encargado de la mirra, que señalaba su mortalidad como Hombre.
Un juego como el fútbol, tan bélico y tan sacro, ha tenido también sus divinidades y en este caso, también ha tenido sus Reyes Magos. Viniendo de diferentes partes del mundo y siguiendo una estrella, su sueño, su propia estrella, han venido a dejarnos su gracia, su magia y sus regalos a todos los aficionados al balompié.
El primer Rey, el más grande de todos. El de más edad, nacido en 1940 y ganador de tres mundiales, vino desde Brasil y a ritmo de samba nos regaló a los aficionados oro puro desde que tenía diecisiete años. Oro del bueno, oro digno de su apodo: “O´Rei”.
El segundo Rey, el de cabello rizado y alborotado, con tango en las venas y futbol en las piernas, vino desde Villa Fiorito a regalarnos incienso. Ese aroma que se ofrecía a la divinidad e identificaba al hombre como “D10S”. El Rey mago que cambiaba casi cada objeto a una pelota y la dominaba como tal. Nacido en 1960, vino desde Argentina a regalarnos regates, un mundial y el mejor de todos los goles. El “pelusa”, el Rey Mago que toco la mano de Dios.
Y el tercer Rey, el más pequeño de todos. El Rey que no podía crecer, nos ha regalado seis balones de mirra, seis balones con ese perfume de indiscutible fútbol total. Nacido en 1987 y desde Rosario, ha venido el rey mago más leproso de todos, el más culé y el más virtuoso. Con agilidad felina y con sus pies de bailarina, nos ha regalado joyas y poesías con un balón a todos los que amamos el balompié. La “pulga”, el único Rey que nos sigue regalando joyas cada semana, el rey mago de Cataluña, el que sostiene una ciudad con una zurda, el rey que ha hecho del Bernabéu su jardín, el único rey mago que se ha convertido en messias.
Todos los que amamos este deporte, hemos recibido regalos, joyas y emociones imborrables de estos tres reyes magos. Pelé, Maradona y Messi, los tres siguieron su estrella y nosotros, los aficionados, somos los afortunados de que haya sido así.
Feliz día de Reyes.
Que el balón y las letras sigan rodando.
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