Este lunes 7 de octubre corresponde al Día Mundial del Hábitat y de acuerdo a la información oficial, en el marco de las actividades del segundo periodo de sesiones de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Hábitat (ONU-Habitat) en Nairobi, Kenia, se anunció y firmó el convenio para la celebración del Día Mundial del Hábitat 2024 en la ciudad de Querétaro, el 7 de octubre de 2024.
Ahora bien, la ONU-Hábitat se encarga de promover una urbanización sostenible, bajo la premisa del Objetivo 11 de los ODS, que trata sobre ciudades y asentamientos humanos inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.
Y lo más reciente que se ha dado a conocer es la Nueva Agenda, en la cual se toma en cuenta el contexto actual caracterizado por un crecimiento sin precedentes de la urbanización, y en el contexto de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, el Acuerdo de París y otros acuerdos y marcos mundiales para el desarrollo, en donde se llegó a comprender que las ciudades pueden ser fuente de soluciones a los problemas a que se enfrenta nuestro mundo en la actualidad, y no su causa, bajo la condición de sí está bien planificada y bien gestionada, pues la urbanización es un instrumento poderoso para lograr el desarrollo sostenible, tanto en los países en desarrollo como en los países desarrollados. Así las cosas, se considera que La Nueva Agenda Urbana presentó un cambio de paradigma basado en la ciencia de las ciudades, al establecer normas y principios para la planificación, construcción, desarrollo, gestión y mejora de las zonas urbanas en sus cinco pilares de aplicación principales: políticas urbanas nacionales, legislación y normativas urbanas, planificación y diseño urbano, economía local y finanzas municipales e implementación local.
La Nueva Agenda puntualiza que se alienta “la participación, promueven la colaboración cívica, generan un sentimiento de pertenencia y propiedad entre todos sus habitantes, otorgan prioridad a la creación de espacios públicos seguros, inclusivos, accesibles, verdes y de calidad que crean las condiciones adecuadas para las familias…(ONU-Nueva Agenda Urbana,2020) ” Asimismo se plantea como principio el “Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente, promoviendo el uso de la energía no contaminante y el uso sostenible de la tierra y los recursos en el desarrollo urbano, protegiendo los ecosistemas y la diversidad biológica, entre otras cosas promoviendo la adopción de estilos de vida saludables en armonía con la naturaleza, alentando modalidades de consumo y producción sostenibles, fortaleciendo la resiliencia urbana, reduciendo los riesgos de desastre, y poniendo en práctica medidas de adaptación al cambio climático y mitigación de sus efectos.” (ONU-Nueva Agenda Urbana,2020)
Se reconoce como una acción a instrumentar “la configuración urbana, la infraestructura y el diseño de edificios se cuentan entre los factores más importantes impulsores de la eficiencia de los costos y el uso de los recursos, a través de los beneficios de la economía de escala y la aglomeración y mediante el fomento de la eficiencia energética, la energía renovable, la resiliencia, la productividad, la protección del medio ambiente y el crecimiento sostenible de la economía urbana.” (ONU-Nueva Agenda Urbana,2020)
En definitiva, los principales retos ambientales en las ciudades es el agua y la energía. Lo cual no implica que minimicemos el cambio climático, la biodiversidad urbana, la movilidad y la contaminación en sus diferentes modalidades.
La planificación territorial bajo criterios ambientales es fundamental, y se avanza gradualmente, poco a poco, pues resulta complejo instrumentar todas las medidas necesarias en un mismo tiempo para dejar de generar impactos o externalidades ambientales negativas.
De ahí que hay que priorizar lo central a atender en la planificación urbana del hoy. Y ello también implica pensar en la producción local de los alimentos, para esa concentración de la población en el espacio llamado urbe.
Sin duda, la concentración de población lleva consigo un conjunto de contradicciones, intereses opuestos, y una gran cantidad de necesidades, que incluyen la seguridad y la salud mental.
La ecología urbana hoy aparece como la ventana emergente ante los grandes desafíos de la sociedad aglomerada en las urbes.
En un artículo de varios años, se expone de manera muy clara y concisa el fenómeno del proceso de urbanización señalando lo siguiente: “La urbanización masiva de los territorios es uno de los más importantes procesos socio-ambientales de la actualidad. De hecho, muy apropiadamente, William Rees (1997) define la migración de personas para las ciudades como el más significativo evento ecológico del siglo 20. El conjunto de impactos causados por ese proceso, en escala local, regional y global es tajante. Según Vitousek (1994), la constante conversión de suelos en cultivos y ciudades es uno de los tres mayores impactos ambientales globales de origen humana, además de las crecientes concentraciones de CO2 en la atmósfera, y de otros cambios en los ciclos biogeoquímicos. En las próximas décadas, la urbanización será el impacto humano globalmente más significativo a la diversidad biológica, principalmente en los trópicos, si profundos cambios en políticas y planificación de los usos de suelo no ocurrieren” (Angeoletto, 2015).
Para luego citar en palabras del ecólogo barcelonés Jaume Terradas (2001), la caracterización de las “ciudades como ecosistemas heterotróficos, disipativos, que se organizan aumentando la entropía alrededor del planeta. Distintamente de los ecosistemas autotróficos (esencialmente estructurados por cadenas alimentarias compuestas por organismos fotosintéticos que hacen la conversión de energía solar en energía química, que a su vez alimentan grupos de organismos heterótrofos), los ecosistemas heterotróficos dependen de áreas externas a ellos para la obtención de energía, alimentos, fibras y otros materiales, y para la deposición de los desechos y contaminantes.”
Y finalmente señala “Aunque ocupen un área ínfima de la biosfera (algo entre 1% e 5% de la parte terrestre del globo, (según Odum, 2007), las ciudades influencian toda la biosfera, a través de sus inmensos flujos de entrada y de salida. En resumen, ciudades son ecosistemas que poseen ambientes de entrada (territorio donde se recogen materias primas diversas) y de salida (puntos de la biosfera que reciben los residuos del metabolismo urbano) mucho más grandes de que otros ecosistemas heterotróficos. Por ello, se puede afirmar que ciudades y sus procesos ecológicos no están circunscriptos a límites administrativos, geográficos o políticos.”
Y para terminar les daré estos datos. Para el caso de México, se estimaba de acuerdo al INEGI para el año 2015 un porcentaje de 77% de población urbana. Sin embargo, el análisis de tendencia realizado, por ONU-Hábitat para México señala que “en las próximas décadas, buena parte del crecimiento demográfico en México será urbano. Esto significa que el país pasará de contar con 384 ciudades a 961 en 2030, en las que se concentrará 83.2% de la población nacional y en donde muy probablemente, sea la población pobre la que predominará”
Aunque las utopías no han fructificado, no significa que todos sus planteamientos sean erróneos, por ejemplo, el tamaño de la ciudad, es algo congruente y que en el futuro, será determinante, pues lo que vendrá de modelo de ciudad sostenible, después de colapsar los modelos actuales, serán las ciudades pequeñas entrelazadas capaces de abastecerse de los recursos naturales y servicios ecosistémicos disponibles a una tasa de reposición y conforme a una determinada capacidad de carga urbana.
No habrá cabida para las grandes urbes, que hasta hoy han demostrado ser insostenibles, contaminadoras, depredadoras y asentamientos de muy baja calidad de vida.
Sin duda el evento de ONU-Hábitat de Querétaro, es un buen espacio para reflexionar qué es lo que sigue y qué hay que hacer.