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Omar se tiene que ir

ESTRICTAMENTE PERSONAL

por Raymundo Riva Palacio
4 agosto, 2020
en Editoriales
El reguilete de Lozoya
3
VISTAS

 

Omar García Harfuch se convirtió en un héroe en la Ciudad de México tras haber sobrevivido un atentado en su contra el 26 de junio. Aunque él res­ponsabilizó desde el principio –minutos antes in­cluso de entrar a cirugía al Cártel Jalisco Nueva Generación-, persisten dudas en las áreas de se­guridad del gobierno federal sobre si puede ad­judicarse a esa organización criminal el ataque, o hay otras fuerzas oscuras que quieren cobrar­le viejas facturas. Lo que sí tienen claro todos, es que alguien quiere matar a García Harfuch de una u otra forma, ahora o después. Sobre su ca­beza hay una sentencia de muerte que en estos momentos, ni él ni nadie en el gobierno federal, sabe exactamente quién la dictó.

Dos videos donde amenazan directamente a García Harfuch han aparecido en las redes socia­les. En ninguno aparece insignia alguna del Cár­tel Jalisco Nueva Generación, ni tampoco se ha­ce referencia a que los ataques contra él tengan que ver con un problema institucional de afren­ta al Estado. En ambos casos han sido mensajes personalizados que se remontan a una parte es­pecífica de su carrera policial, cuando estuvo co­mo coordinador estatal de la Policía Federal en Guerrero, en los años del surgimiento y consoli­dación de Guerreros Unidos y Los Rojos, cuyos enfrentamientos desembocaron en la desapari­ción de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

En el primer video, difundido cuatro días des­pués del atentado, le dicen: “A ti se te olvidó que con un grupo de la familia nos mataste familia”. Implícitamente se refieren a un evento donde lo relacionan con La Familia Michoacana, que so­brevivió su desaparición en Michoacán, bajo el liderazgo de Johnny Hurtado Oscaloaga, apo­dado El Fish, y su hermano José Alfredo, apo­dado El Fresa, escondidos en Arcelia, Guerrero, o en su santuario paramilitar en Tejupilco, esta­do de México.

No obstante, hay algunas inconsistencias en lo que se afirma en el video. Señalan a García Har­fuch de haber actuado con la Marina en acciones contra ese grupo, y que ha apoyado al ex líder de Los Zetas, Miguel Ángel Treviño Morales, apo­dado Z-40, para que no sea extraditado. La Ma­rina efectivamente trabajó durante los años que estuvo García Harfuch en Guerrero en toda la zo­na de Tierra Caliente, particularmente en el co­rredor de Arcelia a Valle de Bravo, en el estado de México, para acabar con el secuestro, contro­lado por El Fish. El Z-40 tampoco era aliado de La Familia Michoacana, por lo que la red de re­laciones que le adjudican, es con grupos rivales que se peleaban la región.

Sin embargo, en los videos hay información que sólo podría haber salido de las corporacio­nes de seguridad. Hay algunas relaciones perso­nales que le señalan, que son conocidas dentro del gobierno capitalino y federal, pero no son al­go que circule públicamente. Hay otras vincula­ciones imprecisas. Sus agresores lo han relacio­nado con el ex secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, actualmente preso en una corte federal en Nueva York, aunque en la reali­dad, ha confiado García Harfuch, sólo una vez tu­vo contacto con él, cuando lo saludó en un evento.

Con quien tiene una fuerte relación es con Luis Cárdenas Palomino, que fue uno de los hom­bres más cercanos a García Luna, y que reciente­mente fue sumado al proceso contra el ex secreta­rio en Nueva York. Cárdenas Palomino fue quien lo invitó a la Policía Federal en 2008, como jefe del Departamento de la Coordinación de Inteli­gencia para la Prevención del Delito, y se hicie­ron amigos. La difusión del segundo video coin­cidió con el anuncio en Estados Unidos que ha­bían acusado a Cárdenas Palomino dentro del caso que están construyendo contra García Luna.

El Caso Ayotzinapa está presente en los vi­deos, en donde indican que hay una relación de su papel como coordinador de la Policía Federal en Guerrero y la desaparición de los normalistas. García Harfuch ocupó ese cargo de diciembre de 2012 a agosto de 2014, un mes antes del crimen contra los estudiantes, pero participó en la me­sa de seguridad estatal donde se llegó a mencio­nar la corrupción de policías federales y su in­volucramiento con Guerreros Unidos. Aunque siempre lo ha negado, el gobierno federal lo está investigando por una probable responsabilidad en la desaparición de los normalistas.

Desde el primer día del atentado, funcionarios federales cuestionaron la veracidad de su acu­sación al Cártel Jalisco Nueva Generación, sino del ataque en sí mismo. García Harfuch insiste que fue consecuencia de su trabajo en la Ciudad de México, pero cada vez se sostiene menos esa afirmación. En cambio, cada vez emerge más in­formación que el ataque fue por razones que no tenían que ver con su actual gestión en la capi­tal federal.

El secretario parece estar anteponiendo ra­zones personales a las institucionales, al insistir que el ataque odebeció al combate a la delincuen­cia en la capital, pero sin haber aportado todavía datos que lo prueben. Está aferrado al cargo por­que de palabra le ofrecieron que sería el sucesor de Alfonso Durazo en la Secretaría de Seguridad federal, cuando este se vaya a buscar la guberna­tura a Sonora a fines de año. Está claro que ya sea por esa razón o por un viejo problema, le estorba a alguien, y la falta de información sobre quién está detrás de las amenazas, no le ayuda.

En las condiciones actuales, García Harfuch debe renunciar al cargo y establecer la separa­ción entre un asunto personal y uno institucio­nal, pues sería irresponsable esconder lo prime­ro en lo segundo. Su salida no tendría que ser al vacío, y mientras se aclaran las amenazas y se deslinda del Caso Ayotzinapa, el Estado Mexica­no tiene la obligación de protegerlo, enviándolo, por ejemplo, al exterior. Por ahora se ha queda­do sin otras opciones. Lo quieren matar, y tarde o temprano, de seguir en la primera línea de fue­go, lo conseguirán.

rrivapalacio@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

Etiquetas: cártel Jalisco Nueva GeneraciónjuniomexicoOmar García Harfuch

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