Roberto Velasco Flores
Lisa tiene seis años. Lleva cinco días con dolor en el oído. Desde el segundo día, tras decirle a sus papás que “le picaba” la llevaron al médico. Le recetó unas tabletas de antibiótico pero ya pasaron dos días más y no hay mejoría.
Sus padres decidieron llevarla con un especialista en oído: el otorrinolaringólogo. Lisa, quien aún conserva su bronceado ya que estuvo en la playa por las vacaciones de verano, es revisada de su garganta, nariz y oídos. Después de unas preguntas a sus padres el otorrino concluye: es una otitis externa.
La otitis externa es una inflamación o infección del conducto auditivo externo, el canal que conecta el exterior de la oreja con el tímpano y el oído medio. También se le conoce como «oído de nadador» al ser un problema común en personas que nadan mucho.
Al nadar, el agua puede remover la cera protectora del oído creando un ambiente propicio para el crecimiento de bacterias que causan esta infección. En México, su prevalencia puede variar, pero generalmente se observa un aumento de casos durante los meses de verano debido a un mayor contacto con el agua de piscinas, lagos y mares.
Algo que puede parecernos insignificante pero es el principal síntoma de este padecimiento es la comezón. Al nadar mucho se reseca la piel del oído produciendo picazón. Al rascarnos con las uñas llevaremos microorganismos que crecerán en condiciones ideales de resequedad y falta de cerilla. Para prevenir esto debes secarte correctamente, inclinando la cabeza a cada lado para ayudar a drenar el agua y después secar suavemente la oreja y la parte externa del oído con una toalla. Evita el uso de cotonetes y asegúrate de usar piscinas bien desinfectadas.
La otitis externa es un padecimiento que no responde adecuadamente a los antibióticos tomados vía oral ya que es más un problema en la piel que en el interior de tu cuerpo. Los tratamientos tópicos en gotas son mucho más efectivos. Por ello, es importante acudir con un otorrinolaringólogo para que pueda diagnosticarnos y dar el tratamiento certero para mejorar rápidamente. Y lo más importante: evita la humedad, es decir, mantén el oído seco. Durante los días que dure el tratamiento deberemos suspender actividades acuáticas y al bañarnos se deberá tapar el oído enfermo para evitar que el agua entre en su interior.
Así que si como Lisa y su familia, acudiste durante las vacaciones a la playa o estuviste mucho tiempo en una piscina y experimentas dolor, picazón o secreción y salida de líquido del oído, busca la atención médica de tu otorrinolaringólogo de confianza.