En Querétaro, entidad señalada por sus múltiples piquetes a ductos de Pemex y los constantes robos en su carretera principal que conduce hacia la capital del País, hay dos pueblos en los límites con el Estado de México, en donde la impunidad también se refleja con el huachicoleo.
El Palmar, un poblado al pie de una carretera estatal y a unos 14 kilómetros de la cabecera municipal de Cadereyta de Montes, Querétaro, ofrece micheladas y, por si acaso, gasolina robada de ductos de Pemex.
La localidad semidesierta, ubicada más cerca de los límites con Hidalgo que de la capital estatal, ofrece en sus tienditas y fruterías esos “huachicombos” a pobladores y turistas que deben pasar por la zona para llegar a sitios como la Isla de Tzibantzá o las aguas termales de Xhidí.
A diferencia de los huachicoleros de la Autopista México-Querétaro, los comerciantes de El Palmar sólo ofrecen garrafas con gasolina de hasta 20 litros, y sus costos por litro van de los 11 a los 18 pesos, dependiendo de la urgencia o la hora; por la noche, afirman, todo es más caro.
A través de cartulinas fosforescentes, ofrecen al visitante una cerveza “bien muerta”, en este lugar árido, y la gasolina de la buena, alguna de ella, cuentan, traída del municipio cercano de Pedro Escobedo, donde tanto Pemex como el Ejército han registrado numerosas tomas clandestinas.
Pero no sólo El Palmar ofrece estos “combos”, pues muy cerca de la caseta de Palmillas, en la Autopista México-Querétaro, se encuentra San Sebastián de las Barrancas, localidad más cercana al Estado de México, y frecuentada principalmente por operadores de tráileres.
A la entrada de San Sebastián de las Barrancas hay vendedores de elotes, gorditas, tacos y todo tipo de comida que en muchos casos son los que derivan al comprador al comercio indicado según la cantidad de huachicol que requiera.
La actividad también se realiza a plena luz del día y frente a una estación de Pemex. Por las noches, entrar al sitio es impensable para cualquier conductor.
A lo lejos es posible detectar pequeñas luces entre los campos y camionetas que ingresan con tambos y bidones vacíos, pero que regresan llenos.
A decir de un elemento de la Guardia Nacional que solicitó omitir su nombre, a San Sebastián de las Barrancas entras de día por cerveza y de noche por huachicol. Es, un sitio fantasma y sin ley.
Grupo Reforma informó en junio pasado que el 30 por ciento de los combustibles que se vende en el País deriva de algún tipo de huachicol, de acuerdo con la Organización Nacional de Expendedores de Petróleo (Onexpo nacional).Si se considera que el mercado de gasolinas demanda aproximadamente unos 800 mil barriles diarios, la venta de combustibles irregulares es de 260 mil barriles al día.
Al inicio del sexenio actual se habló de combatir el delito, pero éste se ha diversificado, según los empresarios del sector.