En el artículo anterior, señalé que principalmente son los ciudadanos los que acuden a demandar ante los tribunales la justicia ambiental, pero también, como en el reciente caso del Gobierno de California, en Estados Unidos, ha acudido a los tribunales para demandar a varias empresas petroleras, y lo importante radica en que es un tema climático.
La demanda que interpuso el gobierno de California alega, que dichas empresas petroleras, engañaron a la población sobre los riesgos de los combustibles fósiles, a los que ahora se responsabiliza de las tormentas relacionadas con el cambio climático y los incendios forestales que han causado daños por miles de millones de dólares.
Lo cierto es que esta acción jurídica del Gobierno de California se suma a las demandas similares interpuestas por estados y municipalidades en los últimos años.
Dentro de las peticiones de la demanda, se encuentra la creación de un fondo financiado por las compañías para pagar las labores de recuperación después de tormentas e incendios devastadores.
Pero veamos, que el Gobierno de California podía haber sancionado a dichas empresas petroleras y dictarles una multa, pero en lugar de eso, ahora el Gobierno de California los demanda por “daños” ambientales contra la población, lo que nos hace ver, que las acciones tradicionales por medio de los órganos institucionales de procuración de justicia ambiental son insuficientes, aún más, que el centro de la justicia se coloca en las externalidades negativas ambientales tipificadas como daños.
En tanto una de las compañías petroleras, Shell, alega que eso no corresponde a los tribunales, sino al congreso debatir sobre el calentamiento global, con lo cual, se trata evidentemente de evadir la responsabilidad ambiental.
En México, existe una Ley de Responsabilidad Ambiental, pero no se ha visto, que con ella se logre sancionar por cuestiones climáticas a las empresas contaminadoras, situación que remarca la pertinencia de acudir a los tribunales para lograr una justicia ambiental climática.
Por su parte la Unión de Científicos Conscientes manifestó que, dicha demanda, se suma “al creciente ímpetu para hacer que las grandes compañías petroleras rindan cuentas por sus décadas de engaños, y garantizar el acceso a la justicia para las personas y comunidades que sufren de eventos meteorológicos extremos azuzados por el uso de los combustibles fósiles, y desastres de lento desarrollo, como el aumento en el nivel del mar”.
Frente al cuestionamiento ciudadano de que los gobiernos padecen de inacción o acciones lentas y reducidas, ahora todo indica que las instituciones gubernamentales le pasarán la cuenta a las empresas contaminadoras, sobre todo porque actualmente, en todo el mundo, los gobiernos no tienen la suficiencia financiera para hacer frente al reto climático, y menos aún a las externalidades negativas ambientales, que se cifran en miles de millones de dólares.
La pregunta que nace en todo ciudadano es ¿si serán capaces los tribunales de sancionar y obligar a gobiernos y empresas a absorber sus responsabilidades ambientales climáticas? Y aún más, ¿si con dichas resoluciones se podrá enmendar la actual crisis climática?
El futuro esta por verse, pues el reloj sigue caminando y las condiciones climáticas no mejoran. La responsabilidad climática no sólo es de un actor, sino por el contrario, es responsabilidad de todos, y claro está, que es mayor la responsabilidad de unos que de otros, es decir, que hay una responsabilidad diferenciada.
Lo que se pone sobre la mesa, con todos estos juicios, sean demandas ciudadanas o gubernamentales, es cierta crisis institucional para lograr las metas necesarias de mitigación climática antes de que sea irreversible con sus correspondientes consecuencias.
Recordemos que los 9 parámetros de los límites planetarios, 6 de ellos se han rebasado, y entre ellos se encuentra el cambio climático.
Pero es tiempo de entender que existe una interacción e interdependencia entre el declive de la biodiversidad, el cambio climático y las cuestiones de escases del agua. Mismas que no deben ser abordadas por separado, sino por el contrario de manera integral y sistémica.
Actualmente, las perturbaciones antropogénicas del medio ambiente mundial se abordan principalmente como si fueran cuestiones separadas, por ejemplo, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad o la contaminación. Y este enfoque, sin embargo, ignora las interacciones no lineales de estas perturbaciones y los efectos agregados resultantes en el estado general del sistema de la Tierra.
El forzamiento ambiental a escala planetaria por parte de los humanos continúa y los componentes individuales del sistema de la Tierra están, en mayor medida, en desequilibrio, en relación con las condiciones cambiantes. Como consecuencia, la Tierra post-Holoceno todavía está evolucionando, y en última instancia las condiciones medioambientales mundiales siguen siendo inciertas.
La estrategia Nacional sobre cambio climático del país es un mecanismo de planificación de la acción climática de mediano y largo plazo, que incluye la adaptación como una de sus prioridades. E identifica 1.385 municipios, donde viven 27 millones de personas, que tienen un alto riesgo de desastres relacionados con el clima.
Pero es posible todavía imaginar un mejor futuro, si avanzamos en conjunto, día con día y exigiendo a gobiernos y empresas su responsabilidad climática.