No sé de cierto, pero supongo, que Dante Delgado es un político que quiere a México y que cree en el régimen republicano, de partidos, constitucionalista, con división de poderes en el que nos hemos desarrollado. También supongo con cierta certeza, derivada de las cartas que ha dirigido públicamente al actual presidente, que no está conforme, no solo con la conducta presidencial, sino también con el rumbo que le está dando al futuro del país.
Por ello resulta un tanto incomprensible su actitud aislacionista que incluso ha derivado en división con una importante facción de su militancia.
La sociedad se ha organizado espontáneamente para formar un bloque opositor y ha invitado a los partidos a sumarse, sabiendo que los necesita para acreditar legalmente su participación, y en correspondencia, los partidos, tres de ellos, sabedores de que han perdido mucho del contacto social, pragmáticamente se suman porque así potencializan su menguada fuerza militante. Movimiento Social ha sido la excepción, quizá por la aparente fortaleza que supone el gobernar dos entidades, económicamente poderosas, pero con condiciones políticas diferentes.
En la polarización existente, creada por el presente régimen, quienes no están con el presidente están contra él y por lo tanto la elección del 2024 será la confrontación de los suyos contra los otros y por ello surge la pregunta más elemental: ¿De qué lado está Dante en este momento crucial? Mantenerse como una tercera vía es más una ambigüedad que una definición y las razones parecen más egoísmo y anteposición del interés particular que conciencia ante la responsabilidad política del momento.
Y no es tan simple el negarse a acompañar a la sociedad e integrarse al frente opositor, tan solo porque no le gustan las compañías. Tampoco a la sociedad le están gustando los partidos y sin embargo los buscan porque son necesarios para representarlos en este parteaguas que representa la continuidad o no del presente gobierno. Pero aun concediendo que su aversión hacia el PRI y el PAN o el PRD, cualesquiera que sean sus motivos, le lleven a no participar en el frente, hay otros factores que merecen una mayor reflexión de su parte más allá del simple argumento de las malas compañías, dando por hecho la derrota del frente opositor.
La elección presidencial de 2024, a la cual quiere anotarse solo, viene acompañada de otras menores, pero no por ello menos importantes. En nueve estados se elegirá gobernador; se disputarán 300 diputaciones de mayoría, de las cuales actualmente MC ostenta 7, todas ellas de Jalisco, mismas que podría conservar de no insistir en confrontarse con el gobernador. En el Senado solo pepenará primeras minorías y tal vez alguna de mayoría. La votación total que obtuvo en la república en la pasada elección fue de un poco más de 6 puntos, porcentaje que disminuiría si en Jalisco se pierde la hegemonía pues en el resto del país no tiene seguro ningún distrito, incluso considerando Nuevo León, entidad en la que no se ha logrado la estabilidad política necesaria para asegurar resultados y su peso electoral tampoco es significativo.
En ese tenor, aspirar a cogobernar con el movimiento que hoy ocupa el poder, sectario y excluyente, suena a ingenuidad, la cual sería imposible en un político como Dante, o en su defecto a una cómoda complicidad, la cual hasta ahora no ha mostrado.
Por eso a los ojos de los observadores de la política no nos parece una decisión simple el decidir si MC va con el frente opositor o decide seguir solo. Al menos no tan simple como para circunscribirla a negarse a andar en malas compañías, cuando se sabe que hay un futuro nacional en bimbalete.
Hace tiempo que los partidos tienen un alto porcentaje de rechazo en la población, particularmente porque el ciudadano y las organizaciones no se sienten representadas por ellos. El connubio que representa este frente opositor es un matrimonio arreglado por la conveniencia y forzado por un oficialismo beligerante, cerrado alrededor del mesianismo presidencial empeñado en gobernar una nación de pobres; no es un arreglo ideológicamente convergente pero sí coincidente, como sucede actualmente en otras democracias en las que respetando las diferencias privilegian las coincidencias por el bien nacional. Es un arreglo temporal para la lucha por el poder. Participar en este proyecto es sin duda una mejor opción y alinearse hoy con su fuerza actual es mejor apuesta que esperar resultados electorales.
La aritmética electoral no augura nada bueno para los participantes solitarios en una contienda que habrá de centrarse en dos fuerzas dominantes. Ser parte de esa coalición si decide sumarse asegura peso político independiente de los números que obtenga en la elección. Lo opuesto es una aventura riesgosa pues puede no alcanzar el peso que espera en la próxima legislatura y terminar de comparsa en un gobierno de siervos.
Por ello no es tan simple la decisión de Dante, ni para Jalisco, ni para el país, ni para su partido. No hay nada que indique que ganará algo con mantenerse independiente, como no obtuvo nada en Coahuila y Estado de México al abstenerse y si hay muchas consideraciones para colocarse en el lado correcto de la historia.