Apenas hace veintiún días Doña María Juana Plaza González, postrada en su cama por 92 años de vida plena y amorosa, bendijo a su primogénito Don Fidencio López Plaza, quien saldría de la casa de sus padres situada en San José de Iturbide, Guanajuato, hacia la Catedral de Querétaro a rendir juramento de fidelidad y profesión de fe, preámbulo de su unción como Décimo Obispo de la Diócesis de Querétaro. Hoy Doña María Juana, ha muerto. Su historia de vida perdurará siempre.
Doña María Juana nació en 1928 en La Estancia de la Yerbabuena, comunidad adscrita al municipio entonces llamado Álvaro Obregón, Guanajuato, más adelante rebautizado como San José Iturbide Guanajuato. Fue la hija menor de J. Camilo Plaza y María Félix González. Ocho fueron sus hermanos: José, Benjamín, José Margarito, María Dolores, María Josefa, María Teresa, María Antonia y María Luz.
Casó con Don Domingo López y su matrimonio fue sólida roca, tallada a base de trabajo arduo y visionario amor. Ella, María Juana, fue madre de ocho hijos quienes le sobreviven hasta este momento de profundo pesar por su partida: Fidencio, Filiberto, Rogelio, Fidel, José Luis, Gloria, Esther, Efigenia. Ambos, Domingo y Juana no conocieron frontera que les impidiera abrir paso a sus hijos en dónde la educación académica acrecentara más su sentido social y solidario abrevado en la familia. Domingo López peregrino de a pie al Tepeyac de corazón incansable, rindió cuentas al Señor hace un par de años.
El árbol nunca se secará habiendo dejado semillas fértiles.