Por una #SociedadHorizontal
Desde hace varias décadas, nos acostumbramos a escuchar que existe descontento social en torno a los temas educativos. En diversos momentos de nuestra historia reciente, hemos visto enfrentamientos, marchas, bloqueos, incendios y plantones. En los últimos años, la problemática se mantuvo principalmente en torno a cuestiones salariales y prestaciones laborales. El conflicto más profundo se vivió a mediados del sexenio pasado, cuando la Reforma Educativa impulsada por Enrique Peña Nieto, fue percibida por el sector magisterial como una agresión contra sus intereses, específicamente contra las evaluaciones y la inestabilidad respecto a sus plazas. El triunfo de López Obrador provocó que esta reforma se echara para atrás.
Prácticamente, las voces preponderantes fueron las de los maestros y las de las autoridades. Poca o nula participación tuvieron los padres y madres de familia, para decidir respecto al rumbo que debería tomar la educación en México.
Hoy que la nueva titular de la SEP ha presentado un nuevo plan de estudios, con la intención de dar marcha atrás a la “esencia neoliberal” del implementado en la década de los 90´s, trabajadores de la educación y maestros han dicho que no han sido notificados sobre los contenidos que este nuevo plan incluirá y criticaron no haber sido consultados para su elaboración. Si ellos no han participado, seguramente menos aún lo han hecho padres y madres de familia.
Desde inicios del siglo XX hasta nuestros días, una de las principales características de nuestro sistema educativo ha sido su “verticalidad”. En su origen, centralizar la educación constituyó un paso indispensable para atender la titánica labor de llevar escuelas a todo el país. Posteriormente, la descentralización de la Educación Básica simplemente trasladó la responsabilidad de brindar los servicios educativos a los gobiernos estatales, pero mantuvo la atribución normativa de planes y programas de estudio, en el aparato central de la SEP.
La visión que ha imperado ha sido mayoritariamente la de los maestros. Con un total de 1,619,990 afiliados y 61 delegados sindicales, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) es uno de los sindicatos magisteriales más grande del mundo y el sindicato más grande de América Latina. A partir de la obligación que tienen los afiliados de pagar una comisión del 1% de su salario como cooperación para que el Sindicato funcione, la imposición de los intereses corporativos ha sido preponderante.
Hasta la fecha, no ha existido una sólida organización que represente los intereses de los educandos desde la óptica de los padres de familia. Afortunadamente, esta situación puede cambiar.
El cambio tecnológico hoy permite la articulación de miles de células descentralizadas para alcanzar objetivos comunes. Los padres y las madres de familia hoy podrían aportar para mejorar los planes de estudio en entornos cambiantes. Las redes sociales, el uso de internet y herramientas tan accesibles como el Whasapp, permiten una difusión cada vez más horizontal de la información, del diálogo como vía para lograr consensos y especialmente para garantizar la colaboración.
En este contexto, las comunidades que giran en torno a los centros escolares, deben participar de manera activa en la adaptación de los planes de estudio, a las necesidades específicas de cada centro escolar. Es ahí donde de manera descentralizada deben movilizarse los recursos y esfuerzos. También ahí es donde debe evaluarse el desempeño y los resultados de cada alumno, cada maestro y cada autoridad.
Si tomamos en cuenta que la matrícula escolar para el ciclo 2021/2022 representó alrededor de 25 millones de alumnos, entonces existen entre 10.4 y 20.8 millones de padres y madres de familia (en razón de 2.4 hijos por cada una), que pueden aportar para el mejor diseño, implementación y seguimiento de los planes de estudio. La #SociedadHorizontal debe impulsar que estos padres de familia se informen, comuniquen y organicen para garantizar un verdadero enfoque comunitario, sin sesgos ideológicos impuestos de manera centralizada exclusivamente por sindicatos o autoridades gubernamentales.
Esta es la oportunidad de emprender una verdadera revolución comunitaria en materia educativa, en torno a las casi 150 mil escuelas que hay en el país, para configurar no solo un nuevo plan de estudios, sino el modelo social y competitivo de educación para el nuevo siglo. Un modelo basado en evitar verdades absolutas, fortalecer el diálogo para construir consensos y garantizar la colaboración para la construcción de soluciones.