Una de las verdades más irrebatibles que ha difundido Morena es: “Nosotros no somos iguales a los de antes”. Por supuesto que no, hay una gran diferencia, muy novedosas han sido sus aportaciones. Por ejemplo, aunque Usted no sea comentócrata o traidor a la Patria, decide informarse de la vida política, ya no recurra a la primera sección de los periódicos, abra la “Sección de la Nota Roja”. Descubrirá nuevas palabras y delitos de los que antes no conocíamos como: “Huachicol” en sus distintas variantes. Incluso Morena podría registrarla como marca registrada.
No tengo la menor duda que en la “oscura época liberal”, la del PRI y del PAN, haya habido corrupción, pero son robos de carterista en el Metro, ante el saqueo que se ha hecho del país. Una cifra austera es que con el negocito del Huachicol sustrajeron cerca de setecientos mil millones de pesos. Tal vez por eso el gobierno anunció la construcción de la computadorsoota , la “Coatlicue”, que podrá escribir la cantidad robada por Huachicol y hasta las pérdidas de la farmaciooota.
La semana pasada, el nueve de diciembre, se conmemoró el “Día Internacional Contra la Corrupción”. Después de lo hecho por Morena, mi propuesta es que México dedique todo el año contra la corrupción y que solamente haya una tregua en Navidad y Año Nuevo, pues todos los días nos enteramos de nuevos actos de corrupción. Contratos multimillonarios que son el cemento de la complicidad y que los morenistas llaman “cohesión partidista”. La corrupción es el mejor instrumento para tener posibilidades del escalafón dentro de Morena.
No puedo evitar recordarlo, en un cierre de campaña el entonces candidato a la Presidencia de la República, López Obrador, hizo mención a mi persona y a un libro de mi autoría sobre el tema de la corrupción. Vale reconocer que sus menciones sobre mi como su maestro, fueron muy elogiosas; me citó en el mismo sentido aprobatorio en varias mañaneras, algo que, independientemente de nuestras abismales diferencias sobre la cuestión, por supuesto que agradecí.
En ese mitin de cierre de campaña manifestó que estaba de acuerdo con lo que sostenía en mi libro, salvo en una tesis: Yo manifestaba que la corrupción es hermana siamesa del poder. Citaba a Lord Acton: “El poder corrompe, el poder absoluto, corrompe absolutamente”. A lo más que se puede aspirar es a mantenerla a raya. El candidato dijo: “Yo voy acabar con la corrupción en México”. Creo que allí estaba Andy, sus hermanos y su prima; fueron los que más aplaudieron.
Tal vez indulgente porque estaba en una reunión masiva con sus simpatizantes o seducido por sus elogios a mi persona, reconozco que no reaccioné inmediatamente, pero siguió prometiendo lo mismo ya como Presidente, incluso, recordarán, sacó puerilmente un pañuelito blanco despidiendo a la corrupción. No recuerdo qué conductor de un noticiario de la ciudad de México me entrevistó por teléfono. Yo declaré que el pañuelo, conforme lo que llevaba del sexenio, no era de despedida sino de bienvenida a una corrupción que ya se vislumbraba sin precedentes. El entrevistador me reviró tratando de comprometerme: “Pues el Presidente dice que su libro lo tiene como cabecera e incluso lo cita”. Respondí: “A lo mejor sí tiene mi libro de corrupción en su cabecera, pero tal vez calzando su buró o para matar moscos”.
Los lectores buenos, que no todos son tan buenos, me convocaron a que lo que había declarado, lo hiciera por escrito. Así lo hice en varios Jicotes y cíclicamente reiteraba mi divergencia. Así que conste, no se me acuse de: “A Moro muerto… gran lanzada”. Siendo Presidente, no quité el dedo del renglón torcido de su gobierno. Designó una veintena de jóvenes que formaban parte de su Ayudantía y los elevó a puestos de alto nivel. Jóvenes con apenas con estudio de preparatoria y ganando veinte mil pesos, dedicados a acomodar sillas en los eventos, de pronto ganaban más de cien mil pesos y en tareas muy superiores a su nivel educativo. El Presidente justificaba semejante acto de corrupción: “No necesitan muchos estudios, me atienden y me acompañan. Conocen y aman al pueblo, y eso es suficiente”.
Esta política pública del entonces Presidente la califiqué como terriblemente corrupta, tesis que también sostengo en mi libro; enésima prueba que López Obrador mintió al decir que lo había leído. En la página 50 sostengo de acuerdo con la Ley Federal de Responsabilidades Administrativa son obligaciones de la función pública: “La legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia (antónima de ineptitud). Incluso hay sentencias administrativas que sancionan y exigen la renuncia por ineptitud.
Tuve el gusto hace unos días de compartir un diálogo con el Maestro Leonardo Núñez, estudioso del tema, que trabaja en la organización de la sociedad civil: “Mexicanos contra la corrupción y la impunidad”. Al tratar la cuestión del profesionalismo en la administración, Leonardo dio una cifra impresionante: “Solamente tres de cada diez funcionarios, tienen el mérito suficiente para desempeñar el cargo que están ocupando”. La desprofesionalización de los cuadros es mastodóntica. Recuerden que la política para ocupar un cargo en el gobierno López Obrador, el Presidente la resumía así: “Noventa por ciento de lealtad y diez por ciento de capacidad”. Por eso estamos como estamos. Ahora, según información que circulan en las redes sociales, el nepotismo es el pasaporte para trabajar a buen nivel jerárquico en la administración.
La “Cosa Nostra”, “Nuestro Asunto”, es el nombre que la mafia Siciliana utilizaba para referirse a su apropiación de la vida pública. En México, Morena ha expropiado los cuadros de poder gubernamental, no son los méritos, es el parentesco el pasaporte de ingreso y ascenso. El nepotismo en todo su esplendor; es la “Siciliación” de la vida pública nacional.
Estoy seguro que algunos buenos lectores y amigos están poniendo en duda todo lo que llevo escrito, mis no tan amigos ya me están atribuyendo mi indignación por haber perdido mis privilegios… Avalo lo sostenido a través del texto anterior, con información de organismos internacionales dedicados al tema de la corrupción. Transparencia internacional ubica a México en el lugar número 140 de 180, con una puntuación de 26 sobre 100, que es la transparencia ideal. México ha retrocedido 19 puntos desde 2014. Es el penúltimo lugar en corrupción entre las 20 economías más poderosas del mundo. Instituciones académicas privadas ubican al gobierno de Morena, como el primer lugar en la penetración de la delincuencia organizada.
Ante estos datos mis amigos de Morena me restriegan los altos índices de aprobación de la Presidenta. Mis preocupaciones son especulaciones exquisitas que no trascienden en la opinión pública. No es así, la irritación ha cundido, según la última encuesta del periódico El Financiero, más del 80 por ciento de los entrevistados reprobaron la lucha contra la corrupción de la Presidenta Sheinbaum.
No obstante, ante este 80 por ciento que la desaprueba, en su discurso pronunciado en el último acarreo en el Zócalo, expresó que el segundo piso de la Cuarta Transformación es, imagínense: “La consolidación de un gobierno honesto, que combate la corrupción del neoliberalismo”. No me extraña, si presumió una asistencia de seiscientos mil asistentes; olvídese mi estimado lector del milagro de la multiplicación de los peces. Ante esta afirmación decir, además, que la lucha contra la corrupción y la honestidad son de los grandes logros del obradorato, es “peccata minuta”. Lo que sí me llama la atención es que, al gritarlo en el Zócalo a la Presidenta, no le haya ganado la risa.
PDTA: Descansaré y los dejaré descansar. Regreso a platicar el 13 de enero próximo. Les deseo a los estimados lectores una muy feliz Navidad en compañía de todos sus seres queridos. Un 2026 que tengan salud y prosperidad; que sea el mejor de todos sus años.
