Hoy nadie duda que eres parte de la historia de los movimientos de la diversidad sexual, al ser fundador de los primeros grupos del movimiento LGBTTTIQ. Eso, a pesar de que nunca saliste del clóset, decías, porque no querías ser calificado como el “intelectual gay”. Era entendible en una época donde el machismo sigue siendo una presencia hoy pero civilmente se contiene y provoca críticas políticamente correctas. Por ejemplo: Diego Fernández de Ceballos no puede decirte “joterete”, como lo hizo en otros tiempos. Y lo puede pensar pero no es aplicable hacerlo público. Ya es algo…
Hoy nos preguntamos que dirías a los sucesos de México, si criticarías al gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Seguro piensas que no hay ninguna necesidad cuando la oposición y sus intelectuales orgánicos se ocupan profusamente en ventilar los “errores” y ningún acierto del presidente. Acaso le pedirías más firmeza en el tema de la agenda LGBT+ porque hoy, tú, seguramente ya habrías salido del clóset y no pedirías esas demandas en los pasillos de los Pinos. No es una suposición: en tu libro Que se abra esa puerta. Crónicas y ensayos sobre la diversidad sexual, se vislumbra tu salida pública como gay y militante por la causa desde los años 60. AMLO tendría que atenderte.
El domingo cumpliste 12 años de tu partida. Te fuiste en el Mes del Orgullo Gay. ¡Vaya detalle! Hice un libro para honrarte por tu activismo con las causas de la diversidad: El clóset de cristal, editado en 2016. Lo hice con afecto, pero con la crítica de un periodismo de investigación donde se escuchan voces en tu contra. Eras de luz y sombra, como cualquier ser humano. Me preguntan seguido si te gustaría el libro. “No”, es la respuesta: “Monsiváis era cronista. Él es quien escribiría su propia historia”. Estoy seguro de ello pero no te dio tiempo. Así es la vida. Me tocó a mí insertar tu historia en el movimiento LGBT+. Y lo hice con gusto a pesar de la maledicencia de tus detractores (más los que yo me he ganado a pulso). Estoy convencido que ganamos al no dejarte fuera de una historia que aun no termina por cerrar heridas abiertas.
A los amigos se les conoce por los hechos, no por las palabras. Larga vida a la obra de Monsiváis.