ALHAJERO
–Que me perdonen pero hoy no me importa la economía, la corrupción, ni que estemos hoy aventando discursos… Tampoco es mi interés mentarle la madre al Presidente.
La voz era de Adrián LeBarón quien, al paso de la marcha que terminaba de congregarse en el Monumento a la Revolución, advertía:
—Matar a mujeres y niños y bebés es un acto despiadado, es la peor pesadilla para un padre, para una madre, para una familia y para un país. Pero seguir viviendo nuestras vidas como si nada sucediera es un acto de cobardía infinita…, es un suicidio colectivo.
La larga manta que abrió la marcha de los de blanco —desplegada por Beatriz Pagés y Alejandro Echevarría— resumía de algún modo el porqué de algunos de los ahí presentes: “Todos somos LeBarón”.
Sin embargo, la gritería y muchísimos carteles apuntaban a otro lado: el rechazo a López Obrador.
—¡A mano/alzada/queremos que se vaya!, —pedían a voz en cuello participantes de agrupaciones y colectivos como Hijos e Hijas de la CDMX, Chalecos México, Movimiento por la Patria, Voces del Contrapeso, Futuro 21, México Convoca, Paz y Justicia.
Asomaban ataúdes (con las siglas de la Suprema Corte (SCJN) y del Instituto Nacional Electoral (INE)); coronas de flores para la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y del Instituto de Evaluación para la Educación.
Los perredistas —identificables por sus banderas amarillas con el sol azteca marchando entre lazos en un compacto contingente encabezado por su dirigente Ángel Ávila— avanzaban parodiando consignas: “¡Fue-un-error-votar-por-Obrador!”, “¡Es-un-honor-ser oposición!”.
Y aunque parezca increíble, esta otra contra el (todavía) presidente boliviano:
¡Fuera / Evo! ¡Fuera – Evo!”.
Detrás de ellos, los panistas no escondían su encono. Gritaban: “¡Es-evidente-que el Peje está demente!”, “¡López-Obrador/eres un traidor!”
Marko Cortés, Santiago Creel, Gustavo Madero, se sumaban a otras consignas: “¡Santa-Lucía/es una porquería!”
De lo más diverso el universo de participantes. Pero en término generales predominaba gente mayor (de 40-50 para arriba) y clase media alta (con excepción de los perredistas de Michoacán y del Edomex).
En suma, el ambiente de la marcha era rijoso contra Andrés Manuel. Mucho más que en las convocatorias anteriores. Al punto de que el vendedor de las banderitas de palomas de la paz (10 pesos) no tenía ningún éxito. De ahí pues, que los LeBarón (Julián, Adrián y otros familiares) terminaran diciendo ante la multitud: “Que me perdonen, pero hoy no me importa la economía…, ni es mi interés mentarle la madre al Presidente”. El Museo Memoria y Tolerancia –donde habría algunos roces verbales con obradoristas que volvían del mitin con el Presidente- sería su última parada “para que nos den un abrazo”.
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