El Estadio Corregidora parecía a tope la noche de este sábado, cuando los migrantes centroamericanos, que llegaron en oleadas durante el día, se formaban para recibir colchonetas y cobijas.
Poco después de las 19:00 horas los coordinadores de la caravana emitieron por un megáfono su próximo punto de encuentro; saldrían del estadio a las 5:00 hacia las oficinas centrales del DIF en Irapuato, Guanajuato, y pidieron mantener el orden durante la partida, sin adelantarse.
David Mendoza, salvadoreño, cree que el contingente irá luego a Guadalajara, Jalisco, o al menos eso le dijeron; él no pasó a recoger cobija porque viene cargando la suya.
“Ha sido buena la ayuda en México pero hay gente malagradecida, dejan la ropa tirada y los zapatos, los quieren vender pero no se los compran y los dejan tirados, es gente malagradecida, no todos pero sí hay algunos”, dijo y aclaró que él y sus compañeros sí dejan sus espacios limpios.
David tiene 31 años, toda la actitud y una infección en las vías respiratorias. Venía en el primer contingente y piensa quedarse en la frontera un tiempo, porque “va a estar cabrón entrar todos en bola, va a estar difícil, hay que hablar con la verdad, no creo que todos entremos juntos”.
Considera que se quedará un tiempo a trabajar en la frontera para juntar recursos y pagar a un “coyote”. No tiene prisa. “Voy a trabajar, a ver cómo está el movimiento, hasta que pase todo este desmadre de la caravana”, expresó.
Mencionó que hay algunos migrantes que dicen que van a Piedras Negras, Coahuila, otros a Tijuana, Baja California, pero él quiere ir a Sonora y seguirá la caravana hasta que decida bien a dónde ir.
Incluso hay personas que se están regresando, sólo el viernes contó 50. “No sé por qué que se regresan si ya llegaron tan lejos, yo no me voy a regresar, yo voy hasta arriba, nos falta un chingo pero estoy con todo el ánimo”, sostuvo.
Al recorrer muchos albergues durante su trayecto refirió que las estancias son complicadas por la cantidad de niños que lloran por las noches. “Por eso muchos mejor nos quedamos afuera, hay madres que ni les dicen nada porque ahí andan muchas buscando marido, texteando y los chamacos por allá por otro lado”, según él.
Hasta poco antes de las 20:00 horas un viento frío recorría las paredes del estadio. Muchos colocaron plásticos en el estacionamiento para resguardarse, otros preguntaban confundidos dónde se distribuyían las cobijas.
El constante bullicio se entremezcla con los cabellos despeinados de las mujeres y la mirada que busca cualquier cosa de los hombres; aún no cenaban, esperaban que pronto repartieran alimentos.
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