Carlos Alberto Ramos Roldán
La fiebre es la principal causa de consulta con el pediatra y en los servicios de urgencias. Es ampliamente conocida como signo de alarma. Frecuentemente sucede por una infección, pero en el recién nacido, también puede ser provocada por otras causas.
Todos los recién nacidos pueden presentar un incremento de la temperatura corporal de manera súbita, y en la mayoría de los casos no llega a ser grave. En algunas ocasiones, puede estar relacionado a incremento en la temperatura ambiental, a un cobijamiento excesivo y, también puede ocurrir como respuesta a las vacunas (antituberculosa o BCG y antihepatitis-B). Cuando el aumento de la temperatura ocurre por las causas mencionadas, rara vez subirá más de 38°C (valor considerado como fiebre). Por lo tanto, la temperatura del bebé depende en gran medida de los medios físicos que tienen contacto con su piel.
Por otro lado, es necesario que conozca que también existen condiciones que pueden poner en peligro la integridad, y hasta la vida de su bebé. Una de ellas es la “fiebre por sed”. Puede presentarse durante los primeros días de vida, y ocurre por deshidratación progresiva debida ingesta insuficiente de leche materna. Se caracteriza por elevación de la temperatura, coloración amarilla de la piel (ictericia), respiración acelerada, ojos secos y/o hundidos, boca seca, y la fontanela (mollera) hundida. Conforme pasen las horas, se reducirá la cantidad de orina producida (menos de 5 pañales al día), persistirá el rechazo a la alimentación por succión, y se reducirá su respuesta a estímulos (“está muy dormidito”). Es importante saber, que en esta ocasión no debe de tratar al bebé con el baño y/o paracetamol; sino que, ante los primeros síntomas de deshidratación, debe ofrecer una fórmula de leche adicional a la leche materna.
Es muy importante acudir a su unidad de servicio público de salud, médico particular o servicio de urgencias pediátricas, para que valoren las condiciones de su bebé y, descarten procesos infecciosos.
También, es necesario que la familia, y especialmente a la madre, reciba educación sobre la importancia de que la lactancia materna se realice de forma más adecuada.
La lactancia materna no es una tarea fácil, y el tener amigas o familiares que la hayan realizado previamente, no garantiza el éxito. Sin embargo, el contar con: 1) una red de apoyo; 2) orientación de lactancia previa al nacimiento; 3) apoyo de una consultora de lactancia; 4) atención por un medico que no promueva el uso de fórmula desde el nacimiento; y sobre todo 5) una madre deseosa de una lactancia efectiva; permitirá que esta, y otras muchas metas más se desarrollen.
Por último, recuerda que todos los recién nacidos y bebés menores de seis meses no deben de recibir ningún tipo de té, agua simple, jugo u otro líquido que no sea su leche materna, para mantenerlos hidratados y bien alimentados.
Presidente de la Sociedad Queretana de Neonatología.