Una caída más, un indicador más que se suma a nuestro retroceso en materia ambiental, no sólo se disminuyo el presupuesto federal para este propósito; ahora estamos desalentando la inversión energética renovable.
Esto es, porque la visión del gobierno federal literalmente, ha censurado la participación y el crecimiento de las energías renovables; caminando hacia atrás, e inclinándose totalmente hacia los combustibles fósiles, con el gas natural, el petróleo y el carbón, con el objetivo claro de retroceder; al devolverle todo el poder a la CFE.
Después de la Reforma Energética generada en 2013, éramos un país líder y altamente atractivo para el desarrollo de energías renovables; y esto se logró, gracias a la apertura que dio la reforma, al programa de subastas de energías renovables que teníamos y, a los beneficios que recibían las plantas eólicas y solares, pero hoy esto ha desaparecido, y con ello, nuestro progreso, aniquilando una verdadera evolución energética que se nos desplomó del lugar 8 al 63 de un total de 107 países. Esto en terminos económicos representa un bajon de 5 mil 893 millones de dólares en 2017 a 705 millones de dólares en 2021, reflejando que nuestro país no cuenta con un objetivo de energía neta cero, que no tiene una estrategia de descarbonización de largo plazo y que tampoco cuenta con una política de eliminación de combustibles fósiles.
En la reciente COP 27 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2022), se habló de la imperiosa necesidad, de reducir las emisiones en un 45% para 2030 a nivel mundial, pero parece ser que hoy nuestro gobierno federal tiene sordera ante esta dura realidad, ya que con el panorama energético actual y, con las decisiones tomadas en lugar de disminuir, evidentemente aumentarán las emisiones. Es verdaderamente frustrante, ver que en estos últimos 4 años, el país ha ido en sentido contrario, no solo de la agenda ambiental prioritaria, si no de la tendencia mundial urgente hacia la descarbonización.
Las diferentes acciones y propuestas gubernamentales, particularmente en el ámbito legislativo y regulatorio muestran un compromiso nulo con la transición energética y, carecen de una ruta crítica para su implementación.
Hoy, este camino no solo le quita el aliento a nuestro medio ambiente, hoy este retroceso le cierra la puerta a la competitividad, a la atracción de inversiones y, las industrias con visión futuro.
Hoy México debería estar en duelo con todo lo que hemos perdido.