Otra vez Estados Unidos, otra vez 2-0, otra vez en una Final y otra vez el grito homofóbico por la frustración del futbol de la Selección Mexicana.
Mientras en México se discute si Guillermo Ochoa falló en el primer gol y si Jaime Lozano es el técnico adecuado, los estadounidenses festejan el tricampeonato de la Concacaf Nations League.
Ya son siete partidos sin victoria de México contra Estados Unidos, una hegemonía que no ha de cambiar ni con nuevos nombres en la dirección técnica ni con estadios repletos de mexicanos que se han tenido que tratar el orgullo en los últimos tres años.
Tyler Adams, el talentoso mediocampista que por varias cuestiones no había sido titular en 478 días, lanzó un misil al 45′, un tiro de larga distancia en el que Memo Ochoa tardó en ver el esférico y en el que exhibió que el alcance ya no es el mismo, para regocijo de sus detractores.
De cualquier forma, el Tricolor había sido comparsa en todo el primer tiempo, no por falta de actitud o intensidad, pero sí por un futbol y una estrategia evidentemente incorrectas pero que no provocaban la reacción de Jimmy Lozano.
Estados Unidos otra vez dominó al arranque del complemento hasta que cayó el segundo tanto por parte de su jugador más brillante, el que les resolvió la crisis en la Semifinal y el que hoy venció a Ochoa, con un remate con la diestra.
Ya en ese momento, Jaime Lozano hizo los cambios.
México apeló al empuje, a pelear cada pelota, en particular por conducto de Hirving Lozano, quien se animaba a encarar y a pelear balones por aire y a tratar a despertar a un equipo que no tiene las respuestas tácticas en momentos clave, que quizá deba percatarse que nada cambiará mientras no se sacudan las reglas de extranjeros y del descenso y el ascenso ya ni quien se acuerde y la dinámica de mercado inhiba La exportación de jugadores.
En el deporte en el que México se preciaba de ser superior a Estados Unidos, una vez más se mordió el polvo al ritmo del “Dous a Cerou”.
En los últimos minutos, el central decidió suspender por unos minutos el partido, tras el grito homofóbico en el AT&T Stadium, por lo que se advirtió a la afición.