En su discurso de toma de posesión, el presidente Trump anunció que Estados Unidos entraba en una nueva era dorada y se refirió al presidente William McKinley como un buen presidente que no ha sido reconocido en su justa dimensión. McKinley gobernó Estados Unidos entre 1897 y septiembre de 1901, cuando fue asesinado por un anarquista. Su gobierno se caracterizó por su espíritu proindustrial, su proteccionismo comercial y su expansionismo territorial.
Cuando uno compara las acciones de McKinley con las de Donald Trump hay un claro paralelismo por lo menos en cuatro aspectos:
La eliminación de obstáculos para los empresarios. McKinley permitió la fusión de empresas sin aplicar las leyes que evitaban la concentración de los mercados en las manos de los “barones ladrones”, como se llegó a conocer a empresarios sin escrúpulos que amasaron grandes fortunas y poder sin contrapesos. Trump se ha rodeado de multimillonarios, en especial del sector tecnológico como Elon Musk, que buscan desmantelar programas y leyes y desaparecer dependencias de gobierno, que consideran que limitan la expansión de sus negocios. Un claro ejemplo es la instrucción que dio al Departamento de Justicia de poner en pausa por seis meses la ley que penaliza a las empresas que realizan actos de corrupción en otros países.
La expansión territorial. En la era de McKinley, Estados Unidos entró en guerra con España, lo que llevó a la liberación de Cuba y Filipinas, a la anexión de Guam y la asociación de Puerto Rico. Además, integró a las islas de Hawaii como nuevo estado y estableció las bases del proyecto de construcción del Canal de Panamá que llevaría a cabo su sucesor, Theodore Roosevelt. Por su parte, Trump ha expresado su deseo de ampliar las oportunidades de crecimiento de Estados Unidos a través de la anexión de Canadá y Groenlandia y de recuperar el control de Canal de Panamá.
Aranceles. Como Trump, McKinley vio en los aranceles una forma de proteger a la industria de Estados Unidos, mantener salarios bien pagados y beneficiar a los grandes empresarios que habían apoyado su campaña. En 1897, McKinley aprobó una ley que elevaba los impuestos de importación en un 57%; estos ingresos representaban un alto porcentaje del presupuesto federal. Trump considera que Estados Unidos “subsidia” a otros países y pretende nivelar el déficit comercial de su país con aranceles que hagan más parejos los intercambios.
Simbolismos geográficos. Una de las primeras acciones de Trump en su segundo mandato fue rebautizar la montaña más alta del territorio de Estados Unidos, localizada en Alaska, como Monte McKinley, nombre que tuvo oficialmente desde 1917 hasta que en 2015 el presidente Barack Obama decidió devolverle el nombre Denali, tal y como era conocido por las comunidades aborígenes. Esto parece también inspirar el renombramiento del Golfo de México como Golfo de América. Ambas acciones van dirigidos a su base más tradicional, tiene muy bajo costo político, y alimentan el nacionalismo de sus simpatizantes.
Una similitud adicional entre los dos presidentes sería que ambos sufrieron atentados contra sus vidas.
Estados Unidos es hoy muy diferente al de fines del siglo diecinueve, pero las motivaciones de Trump parecen alimentarse de esa “era dorada” de pujanza industrial y expansionismo sin obstáculos. Como socio y vecino, México se cruza en su camino. Si bien el discurso de la defensa de la soberanía que repite la presidenta Sheinbaum satisface a su audiencia mexicana, para persuadir a Trump hay que traducir los argumentos mexicanos en mensajes que resuenen en la Casa Blanca y eso se logra, en buena parte, conociendo que es lo que mueve y en quien se inspira.
CEO de OCA Reputación
@aocaranza