SORORIDAD
En memoria del maestro José Muñoz Cota, al cumplirse 27 años de su muerte.
Cuando hablamos de los grandes oradores queretanos, inmediatamente pensamos en Mariano Palacios Alcocer, Ricardo Anaya, José Luis González Garibay o Hugo Gutiérrez Vega, lo referenciamos así en masculino, no sólo en lo local sino también a nivel nacional e internacional. La oratoria es un arte que no escapa de estar acaparado por hombres, hombres directores de escuelas de oratoria, maestros, organizadores de concursos, de jueces y participantes, aún más la palabra desde la antigüedad perteneció exclusivamente al ámbito público, que por supuesto era de ellos.
Sin embargo, como en todos los espacios de la vida pública, las mujeres siempre hemos estado presentes, nos invisibilizaron de los libros de historia pero ahí estabamos.
Estuvimos allá en la voz revolucionaria de Margarita Magón, madre tallada en bronce, animando a las tropas mexicanas desde el techo de su casa a media batalla contra el ejército francés o corriendo de su casa a los lacayos de Díaz cuando le ofrecían el indulto a sus hijos a cambio de abandonar la causa libertaria, mientras repetía: “Prefiero ver a mis hijos colgados de cualquier árbol redentor, antes que verlos perdidos renunciando a sus sueños de una Patria libre”.
Estuvimos en las arengas de Sarita Pérez, la oradora de la Revolución quien suplía las deficiencias de comunicación de su marido frente a las masas.
Anduvimos ahí en la voz firme de Hermila Galindo, denunciando las trampas del lenguaje implementado en la convocatoria para el constituyente del 17 y exigiendo el derecho de las mujeres al divorcio, en una época por demás complicada para tal petición.
Fuimos, a través de todas aquellas que salieron a tomar las calles, con el megáfono en mano a denunciar las injusticias, los atropellos, los justos reclamos. Así, a punta de consignas, sentencias y plantones arrebataron de la mano de los opresores todos los derechos que hoy gozamos.
Hoy somos, en la voz de Olimpia Coral la oradora que sentenció que queremos estar seguras también en internet, somos en el grito de Diana Arlet pidiendo aborto seguro, gratuito y legal para todas, somos en la voz de Frida Reyes enfrentado a su agresor en la Plaza de la Corregidora, somos en la figura de la Doctora Tere Gasca quien desde su trinchera da pauta para que al fin se hablen de las agresiones así como del acoso que por años se vivió en la máxima casa de estudios de la entidad, somos en cada joven que hoy por hoy se atreve a vencer sus miedos para subir a la tribuna, de concurso o de la vida, y hablar por las que no pueden, por las que ya no están, por las que no saben y por las que tienen miedo de hablar, porque una mujer que habla es una mujer armada, es una mujer que lucha para edificar un mundo mejor para las que vienen.
Una mujer que habla es la antorcha encendida que no humea como decía el Maestro Muñoz Cota, es la guía que desde cualquier espacio cambia el devenir de la historia. He ahí la importancia de la palabra en las mujeres y para nuestra lucha, hoy hablamos, gritamos, protestamos, nos defendemos, nos rebelamos, porque nunca más tendrán la comodidad de nuestro silencio.
Hoy las mujeres tenemos la palabra.