SORORIDAD
La maternidad es uno de los grandes temas sociales pendientes, es todo un tabú, ha sido un mandato social establecido, un proceso social que soporta a la cultura en la que vivimos, es incluso un sector con múltiples ganancias en el mercado, la maternidad es muchas cosas a la vez, pero en algo se coincide: maternar es cuidar.
Se supone que para este sistema patriarcal en el que vivimos, a las mujeres no hay algo que nos agrade más que el estar todo el tiempo con nuestras hijas e hijos, con el marido, el perro y el gato, se supone que debe hacernos muy felices el estar con ellos y más alegría debe darnos el dedicarnos a ellos, en algunos casos es cierto, ya que hablar de maternidades es complejo debido a los distintos contextos en los que ejercen su maternidad las mujeres, ya que no materna de igual manera una mujer autónoma capitalina que una perteneciente a alguna comunidad de la Sierra Gorda.
Para muchas, la gran mayoría, maternar nunca ha sido fácil, es un proceso agotador y desgastante. Ya antes de la pandemia había suficientes estadísticas que comprueban que las mujeres invertimos un mayor número de horas en el cuidado de los niñ@s y las labores del hogar, este fenómeno ha conducido a que las mujeres madres nos veamos sobrecargadas de trabajo al ejecutar una o dos jornadas laborales.
Ahora en tiempos del COVID-19 la doble o hasta la triple jornada no solo continúa siendo una realidad para la mayoría de las madres mexicanas, nos hemos convertido en ¡madres con múltiples jornadas!, además de hacer la comida, pagar los servicios de la casa, estar al tanto de lo requerido en el empleo formal o en el negocio propio, la pandemia nos hizo Maestras, orientadoras, psicólogas, reposteras, cuidadoras y trabajadoras del hogar 24 horas los 7 días de la semana.
Aún con todo ello existe la idea generalizada de que “la estamos pasando bien” pero no debemos olvidar que las problemáticas que atraviesan a las mujeres se agudizan durante esta cuarentena por las condiciones del encierro. Entonces ¿Con qué cara nos piden enfrentar esta pandemia con el mejor humor posible? ¿Cómo se nos exige responsabilizarnos del aprendizaje óptimo de los menores? ¿Por qué hostigarnos constantemente con el mensaje de ser productivas durante este tiempo? ¿Por qué insistir con la prioridad de salir de esta situación delgadas más que vivas?.
Y no es quejarse porque sí, es que ya nos lo dice la historia misma, a las mujeres no hay quien nos ayude con los deberes del hogar y con la crianza, en México las madres, de acuerdo con el INEGI, se involucran un 23.6% más que los hombres en las tareas domésticas, si nos pagaran por el tiempo invertido para el trabajo que actualmente no es remunerado, la OCDE estipula que ganaríamos cerca de 42 mil pesos al año.
Esto repercute de manera significativa, ya que como mencioné anteriormente esta realidad pre pandemia se intensifica en estos tiempos de COVID-19, porque entonces nos encontramos cansadas y el problema no es que una se canse, es que tal pareciera que una no tiene derecho a cansarse, porque en este país tan desigual la crianza es algo que solo nos ocupa a las mujeres, a qué hora nos ocupamos de nosotras, de nuestra salud emocional, de nuestra salud física o mental, si ni los hijos o el marido ayudan a recoger siquiera el plato en donde se comió, a lo que por cierto muchos dirán “pues es culpa de la mujer para que no se fija con quien se casa”, culpandonos nuevamente a nosotras, cuando el reclamo debería ser hacia esta cultura patriarcal que le ha enseñado a los hombres que el espacio privado es nuestra responsabilidad. Esta cuarentena deja al descubierto la gran desigualdad que continúa permeando desde los cimientos más profundos que son la familia, el hogar.
En qué momento del día nos relajamos si los hijos tampoco dan tregua entre los proyectos escolares, la comida, las actividades recreativas, las charlas existenciales… Estamos cansadas de este sistema en el que la sociedad espera que no existan columnas como esta que reflejen las pésimas condiciones en las que estamos maternando la mayoría de las mujeres, porque no hay comprensión por parte de los patrones, porque el Estado solo ha ayudado a unas cuantas económicamente, porque cargamos con el peso de un sistema que desde siempre nos ha explotado, porque además de cargar con nuestro mundo debemos cuidarles el suyo a l@s hij@s,porque la Secretaría de Educación Pública no tiene la mínima consideración para con nosotras y por el contrario se sobrecarga de trabajo a las y los alumnos cuando quien termina igual o peor de estresadas que ellos somos nosotras. Estamos cansadas, incluso, de tener que decir que estamos cansadas para visibilizar nuestro cansancio.
Estamos cansadas de que se continúe romantizando la maternidad, no, no todas la vivimos igual, las condiciones de una no son las mismas para todas, pero la mayoría, la gran mayoría está enfrentando esta situación de la mejor manera, individual, posible.