La elección del 6 de junio es una elección intermedia atípica, fundamentalmente, por el tsunami que se dio con el triunfo de Morena en 2018, lo que se significa que ahora, en 2021, se verán los efectos a mediano plazo de esa elección. La actual es una elección referéndum, en la que tiene un peso específico muy alto en el ánimo de los votantes el presidente Andrés Manuel López Obrador, pero, por tratarse de una elección de gobernador, tiene también peso la gestión del gobernador Pancho Domínguez con el desgaste del poder y la actuación del presidente municipal de la capital quien dedica grandes recursos para la reelección. La reelección de éste es también un referéndum sobre su actuación: o se convalida o se rechaza.
Por lo anterior, el proceso electoral que vivimos en Querétaro se ha convertido en una elección de Estado, ya que se ha alterado la equidad en la contienda electoral, el Tribunal Electoral local se ha prestado para hostigar constantemente al candidato opositor que más posibilidades tiene de triunfar, es claro y manifiesto el exceso de recursos que a simple vista sobrepasan los gastos autorizados para las campañas electorales y se ha usado subrepticiamente el poder para inhibir la participación de grupos y personas en actos organizados por el principal opositor, aún así, la posibilidad de triunfo de Arturo Maximiliano, es casi segura, rebasó por la izquierda en las encuestas, hasta las segunda semana de mayo iba adelante por cinco puntos, pero terminará la campaña con más de diez puntos arriba.
Nos encontramos ante una hegemonía debilitada del PAN, no sólo por el ejercicio del poder utilizado para beneficio propio, sino por la indolencia y la superficialidad del antiguo habitante del Centro Cívico. Decía un antiguo jefe mío, cuando era Secretario General Adjunto del CEN del PRI, el Meme Garza González: “Una elección se puede ganar antes, durante y después del día D” y sí, hay que tomar en cuenta esa sabiduría de un viejo lobo de mar. Max es la verdadera oposición y ha hecho una magnífica campaña en la calle, cuenta con los recursos humanos y legales para defender la votación el día de los comicios y no permitirá negociaciones y concertacesiones de ninguna clase después de la elección. Si hay irregularidades habrá judicialización. Hay nuevas reglas para la contienda, que significan una nueva realidad que se hará valer. Nava ha despilfarrado tanto dinero en esta campaña, que ya no puede ocultar lo que lleva en su mochila.
¿Qué es lo que está en juego en la elección del próximo 6 de junio? Ni más ni menos que un futuro distinto para nuestra ciudad. Donde se observan con mayor claridad los efectos de las políticas neoliberales en el Municipio de Querétaro es en el desarrollo urbano, que se caracterizó hasta ahora por entender y gestionar la ciudad como un ente económico, privilegiando la obtención de beneficios financieros sobre la dimensión social.
Nava dilapidó el presupuesto en aras de la reelección. En 2020 se presupuestaron 98 millones para publicidad, es igual a lo invertido en transporte escolar y equivale a la mitad de la inversión en infraestructura.
La gentrificación es la política neoliberal que implica el desplazamiento de personas de bajos ingresos por otras de mayores ingresos por las inversiones públicas que se aplican en diversas zonas para hacerlas “más competitivas” y desviando grandes recursos en obras para tales efectos. Un ejemplo claro es la inversión en Pie de la Cuesta que destinó enormes recursos y empeoró los problemas que se tenían. En otras palabras, se trata de procesos de exclusión espacio-social de la población de menores recursos. Pues eso es lo que han hecho las administraciones del PRI y del PAN en Querétaro, por eso se votará por el cambio, para permitir que MORENA rectifique, con una visión social, el crecimiento urbano y económico de nuestra capital. La crisis no se para con más de lo mismo. Max es diferente
Es muy probable que muchos ciudadanos no tengan clara esta disyuntiva, pero lo que sí tienen claro es el perfil de los dos principales contendientes Max y Nava. Son personalidades casi diametralmente opuestas. La diferencia va más allá de la preparación y de la madurez emocional, el discurso y el contenido de la oferta política de ambos es lo que más contrastes muestra al electorado. La diferencia se percibe en la calle, donde se reiteran las quejas y las observaciones sobre el descuido de la ciudad. Los asuntos de género no se resuelven con universidades, sino con compromisos. La ciudad está abandonada, sus mujeres olvidadas … urge un nuevo amor.
Este filo emocional no se resuelve con dinero, sino con sensibilidad política. Por ejemplo, en seguridad se necesita madurez e inteligencia, no timoratos que no resuelven. El candidato del PAN es polvorón, porque ante la dificultad se deshace.
La decisión del voto útil se convierte en estratégica, no es lo mismo votar por más de lo mismo que la promoción y protección de los derechos humanos, la observancia estricta de la ley, la libertad de creencias y conductas, el freno al poder arbitrario, la lucha contra la discriminación, la tolerancia, el diálogo civilizado con los disidentes, la libre expresión, la atención a las sugerencias y quejas de los sectores sociales que se consideren afectados por alguna acción u omisión del gobierno.
El voto útil implica cierto cálculo estratégico en la medida que asume que el elector considera, de manera racional, las posibles consecuencias de su voto en el resultado final que, en este caso, se puede convertir en un voto masivo para Max. No hay que ser mago, no hay duda, votar por Max es mucho más satisfactorio que desperdiciar el voto, si no se quiere más de lo mismo. Aritmética aparte, Max es el que más convence. A las pruebas me remito: Todos los desencantados por la mala administración en Querétaro, voten por la esperanza.