Muy ad hoc a su personalidad el estilo discursivo del gobernador, normalmente es sencillo, sereno, claro, negociador, contenido. Pero el Gobernador se transforma cuando se dirige a la etnia profesional de su origen: los empresarios. Se convierte en un orador fogoso, coloquial, pontifica; el tono es empático y hasta paternal pero, lamentablemente, desmedido.
Prueba de ello fue su discurso de toma de posesión cuando dijo: “El sector privado es lo mejor del país” Manifesté mi discrepancia, la justifiqué como un arrebato retórico injusto y discriminador. No enfaticé en la aseveración desmesurada, al contrario, ratifiqué mi esperanza de que el gobernador ponderara esta afirmación en otras intervenciones. Me equivoqué, el gobernador manifestó una nueva visión hiperbólica del empresariado. En la Gala en el Club de Industriales, declaró: “En el gobierno del Estado estamos convencidos que la única forma de bajar la pobreza es la empresa”. ¡Sopas! Monsiváis dixit.
Con todo respeto para el Señor Gobernador, pero por supuesto que no, esa es una responsabilidad esencial y fundamentalmente del Estado. Cuando Slim, ideólogo del gobernador, visitó a Trump, quien por cierto reconoció lo valioso del consejo, le dijo: “Ahora como Presidente ya no es borracho sino cantinero”. La comparación es alcohólica y ordinaria, pero es clara y pedagógica. Lo que le quiso decir Slim fue: Trump, ya no eres empresario, ya no trabajas por interés particular y al gobierno sólo lo contemplas como un actor con quien se debe negociar. En pocas palabras, estás en el otro lado de la barandilla, ahora coordinas muchos esfuerzos y el interés que se debe de imponer es el de la mayoría.
Procuro explicarme, el empresario, parafraseando al comercial, no es un político chiquito, es otra cosa, no solamente de dimensiones sino de actitudes, valores y relaciones. La estructura de poder en el servicio público y en la iniciativa privada es totalmente distinta. El empresario, tiene esencialmente relaciones verticales y muy pocas horizontales; las decisiones son escasamente consultadas y emanan de un sólo centro del poder. En política se está forzado a consultar con mucha gente de los diversos niveles. Las alianzas el empresario las hace de manera fundamental internamente; el político, adentro y afuera.
Por supuesto que estoy contra la malhadada definición del empresariado del Presidente López Obrador como: “Una minoría rapaz”, pero también me parece inadmisible la tesis del gobernador de considerar al empresariado como: una minoría justiciera, “medio fundamental para abatir la pobreza”. Incluso, si los industriales que estaban ahí presentes, hubieran tomado literalmente las palabras del gobernador, hubieran salido corriendo, agradeciendo los apoyos para generar riqueza y ser socialmente responsables, pero manifestando: la estabilidad política, económica y social; la creación de oportunidades para todos; la responsabilidad de pugnar por una mayor equidad en la distribución de la riqueza, estas banderas son fundamentalmente en su ventanilla, en la ventanilla de su gobierno.